Ante la creciente ola violencia por la que pasa el estado de Colima, el periodismo ha sido de gran importancia al momento de informar el acontecer diario de hechos delictivos, principalmente, de la zona metropolitana de la entidad.
Siendo el periodista que se dedica a esta fuente, el que más ha expuesto su integridad al darle cobertura a estos sucesos; recorriendo diferentes colonias de la zona ya mencionada, para dar a conocer los datos preliminares de alguna balacera, hallazgos de cadáveres o de cualquier acto de violencia que vaya a la par de lo escrito en líneas anteriores.
Si bien es cierto que, están conscientes de los riesgos que conlleva su trabajo. La realidad es que no dejan de tener incertidumbre de lo que pueda pasar al momento de estar reporteando. Es decir que no hay nada que garantice su seguridad mientras se encuentran en el lugar de los hechos.
En el contexto actual que viven el gremio periodístico mexicano ha generado fuertes críticas hacía la administración que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Tan solo hace unos días en el portal de internet de DW, se publicó una nota que lleva como nombre “EE. UU. pide más protección para periodistas en México”, y en el cuerpo de la nota hacen referencia a la actitud del ejecutivo federal ante esta situación.
«Los senadores, republicano(s) y demócrata(s), defendían que EE. UU. debía instar al Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador a mejorar la protección de los periodistas y lamentaban que el presidente mexicano "sigue criticando a los periodistas que critican a su Gobierno en lugar de defender la libertad de expresión"».
También muestran las estadísticas de las plumas apagadas desde hace más de 20 años, que en lo personal me pone “la piel de gallina”, y me provoca enojo al ver las ataduras invisibles que lleva el periodismo mexicano; «Desde el año 2000 hasta la fecha, la organización Artículo 19 ha documentado 150 asesinatos de periodistas en México, en posible relación con su labor. Del total, 138 son hombres y 12 son mujeres. De estos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) y 30 en el actual de López Obrador (2018-2024)».
Al momento de estar redactando esta opinión, se reporta el asesinato del periodista Jorge Camero en el estado de Sonora, México. De acuerdo con la información publicada en el portal de internet de Expansión Política, fue víctima de un ataque armado a las afueras de un gimnasio de la ciudad sonorense.
«El periodista Jorge Camero (Choche), del portal de noticias El Informativo, de esa entidad, fue asesinado la noche de este jueves, en Empalme, Sonora, lo que aumentó a siete el número de comunicadores ultimados en el país en lo que va de 2022».
El derecho a ser informado es fundamental para el desarrollo de una sociedad transparente. No obstante, para nadie es secreto que en México se esconden entre las sombras sucesos sospechosos que involucran a funcionarios públicos.
Esa es una de las principales razones por las que matan a periodistas, esto de acuerdo a una nota publicada en El País; «La organización Artículo 19, una de las que documentan la matanza de periodistas en México, señala que la responsabilidad del 40% de los asesinatos recae en funcionarios públicos, es decir, alcaldes, jefes de seguridad del municipio, policías, militares y uniformados de cualquier cuerpo».
Colima no queda exento
Después de contextualizar, grosso modo, la situación del panorama nacional. Ahora me enfocaré en Colima, pues si se compara con otros estados, los periodistas colimenses llevan la fiesta en paz. Sin embargo, pensar que no corren ningún riesgo al momento de ejercer su profesión, es algo erróneo. Porque si bien es cierto que, son esporádicas las veces que reporta la muerte de un periodista por su trabajo; no significa que no haya agresión.
El pasado jueves 24 de febrero, un joven periodista exponía públicamente la situación que había vivido con elementos de Marina Armada de México y de la Policía Estatal, mientras se disponía a cenar en una taquería en el municipio de Villa de Álvarez, donde menciona que había sido intimidado, agredido y amenazado.
En diferentes medios publicaban el relato del comunicador. A continuación, les muestro un fragmento de él:
«La madrugada del jueves 24 de febrero, fui agredido en la av. Pablo Silva García, afuera de un puesto de Tacos conocido como "El amigo", ubicado en la colonia Burócratas en Villa de Álvarez, Col.
En el lugar se encontraban alrededor de 12 elementos, entre ellos dos policías estatales, elementos de la Marina y de Sedena, quienes se encontraban encapuchados casi en su totalidad, a excepción de dos elementos: uno de la Policía estatal, y otro de la marina, quienes fueron los que comenzaron a hostigarme, primero con miradas intimidatorias, y después, directamente preguntándome si traía unas "bombas", en la mochila que utilizo para guardar mi cámara fotográfica profesional».
Más adelante de su narración se muestra la prepotencia por parte de quienes nos deben de brindar seguridad:
«Para tener algún referente, decidí sacar foto al número de patrulla, a las placas y al lugar; momento en que se acerca el elemento de la Marina que portaban pasamontañas, y comienza a decir "Este wey ya está pidiendo que lo levantemos" "Tú estás pidiendo que te levantemos, ¿verdad cabrón?", en ese momento y sin mediar respuesta, el elemento me toma fuertemente por el brazo derecho y me lleva a empujones hasta la camioneta, diciéndome que me harán una inspección de rutina, a lo que respondí que estaba bien, pero que yo podía caminar y no había la necesidad de llegar al contacto físico ni ponerse violentos, lo cual en vez de apaciguar el ambiente, lo tensó, haciendo que me llevaran a empujones y jaloneos a la camioneta más lejana para empezar con la revisión, a la cual tampoco me resistí».
El resto del relato va por ese rumbo y que, por cuestión de tiempo y espacio no pondré completo. Es cierto, que esta agresión no ocurrió cuando ejercía su labor, pero no lo quería dejar fuera de este texto, porque se tiene conocimiento de situaciones similares en otro contexto por parte de las autoridades.
Ahora bien, este comunicador en repetidas ocasiones ha tenido percances con las autoridades por el hecho de realizar cobertura a los acontecimientos que atemorizan a la sociedad. Pero no ha sido el único, pues como lo dije al principio, el índice de violencia en la entidad se ha desatado en las últimas semanas y con ello, la cobertura periodística ha estado en primera fila para dar a conocer lo que sucede.
Por lo menos en cuatro ocasiones, que se me vienen a la mente en este momento, se ha visto en transmisiones en vivo a través de las páginas de Facebook de medios locales, las intimidaciones por parte de elementos de las corporaciones ya mencionadas y de Fiscalía del Estado de Colima, esto con el fin de obstaculizar el trabajo de los que se dedican a informar.
Sí, la agresión del periodista cayó como un baldazo de agua helada en el gremio colimense, porque son muchos los indicios que indican que volverá a suceder. ¿Quién protege a los periodistas? ¿Qué funcionario público ha salido a solidarse con los comunicadores? ¿Qué acciones se ordenó hacer desde la silla en el Palacio de Gobierno para evitar las agresiones y obstaculizaciones al momento de dar una cobertura informativa? Dicen que los silencios incomodan, pero este, duele.
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