MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El PEF y las consecuencias de la obediencia ciega

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Las consecuencias de la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2022 han sido motivo de largos debates y sesudas opiniones en las altas esferas intelectuales, políticas y de poder económico en México. A muchos mexicanos nos parece el tema como algo sólo para iniciados, y a la mayoría como algo totalmente sin importancia, alejado de nuestros intereses, y que en nada se relaciona con nuestra situación social, económica, educativa, de salud y de progreso. Esto es así, tanto por quienes se ocupan del tema, como por la poca culturización del pueblo común.

Buscando interesar a mi escaso público lector en la necesidad de involucrarnos cada día más en los asuntos políticos nacionales, para comprender dónde se ocultan las verdaderas razones de nuestra vida aciaga, diré que el PEF es el documento donde se plasma la forma en la que el gobierno de la República invertirá el dinero que todos los mexicanos, de una u otra manera, aportamos a las arcas nacionales. Debemos entender perfectamente bien que los recursos económicos son de todos los mexicanos, que el presidente, por razón de su encargo, es un simple administrador de los bienes del pueblo, que no es el propietario ni mucho menos el hacedor de la riqueza nacional. 

Por tanto, interesarnos por saber dónde, cómo y en qué se invierte nuestro dinero, constituye un derecho inalienable de todos los mexicanos. Es nuestro derecho no permitir que, en nuestro nombre, se diga que “se nos está atendiendo”, cuando sufrimos el peor de los abandonos en la Cuarta Transformación, todo para satisfacer egocentrismos particulares. No debemos permitir que se mal inviertan nuestros recursos, y mucho menos, con nuestra indiferencia, dar manga ancha para que se cometan actos abusivos e infames en contra de quienes hacen posible la marcha de este país; porque es un acto abusivo, reprobable, aprobar el uso de nuestros recursos de manera facciosa, por parte del presidente de la República con la complicidad y anuencia de los diputados morenistas y, además, tratar de hacernos creer que es para y por nuestro beneficio.

Algunos datos breves demuestran lo que afirmamos. El 60%, 3 quintas partes del presupuesto total (que asciende a 7 billones 88 mil millones de pesos), se aplicará a la inversión pública, fundamentalmente en cinco entidades federativas, en Pemex, en CFE, el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería Dos Bocas y el Corredor Interoceánico. En cambio, al sector salud se le asigna el 1.7%, es decir, tan sólo dos centésimas partes del presupuesto total. 

Aquí está la razón, en boca del propio gobierno, aunque no lo quieran reconocer, del por qué en el sector salud no se da atención a los enfermos de Covid-19, o es muy deficiente en quienes logran tal beneficio; del por qué no hay vacunas para toda la población, por qué las protestas de los padres que tienen hijos enfermos de cáncer, de los enfermos de VIH; de las cero inversiones en la construcción de hospitales y el cese de personal de salud en nosocomios que funcionan. La salud de todos los mexicanos, el tan repetido “primero los pobres”, pasa a segundo término. Ocupa, entonces, lugar preponderante la realización de obras de las que hasta ahora no se ha demostrado su viabilidad económica y, por tanto, la necesidad de su construcción impostergable. Y, por lo mismo, es posible concluir que, si se opta por el tren en lugar de la salud, es porque se trata de lograr el ensanchamiento del prestigio personal del presidente, para satisfacer sus ansias de poder, el cual ha logrado a base de mentiras, y que busca prolongarlo con los mismos métodos.  

El gasto social rondará los 1.25 billones de pesos. En otras palabras, se aplicará esta enorme cantidad de dinero en programas tales como: Adultos Mayores, Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro, Tandas para el Bienestar, Becas “Benito Juárez”, etc., etc. Visto superficialmente, al aumentar el monto de esta partida en el presupuesto para el Programa Bienestar, pareciera que el gobierno mostrara una real preocupación por el bienestar de los desprotegidos.

Viri Ríos, en columna publicada en Expansión de fecha 15 del presente, dice: “…Como ha mostrado el Instituto sobre estudios de la desigualdad (INDESIG) que los programas sociales no están enfocados en las personas más pobres, sino en adultos mayores, trabajadores agrícolas o jóvenes con educación media superior o superior. Estos grupos sociales, si bien son vulnerables, no son los grupos más vulnerables del país. En México, la pobreza existe con más fuerza en los niños, en las personas que no tienen educación media, y en los cinturones de pobreza urbana que no son atendidos por la cartera de programas sociales actuales. Así, aunque el presupuesto aparenta gastar más, en realidad está desamparando a muchas familias en alta vulnerabilidad”.

No creo falsear la nota de la reportera Viri Ríos si afirmo que, en términos más llanos, lo que nos dice es que el aumento presupuestal a programas asistencialistas y clientelares no tiene como propósito resolver las grandes carencias de los marginados de este país, sino lograr la simpatía para Morena de la clase media y media baja. Esto mediante la compra de conciencias, aprovechándose de la necesidad de estos grupos sociales, haciendo aparecer este aumento presupuestal como un gran logro para beneficiar al pueblo, todo por el manejo arbitrario de los recursos por parte del presidente, que los hace aparecer como si fueran suyos. Además, miente flagrantemente al poner como objeto de su política social sacar de la miseria a los más pobres, a sabiendas de que en ninguna parte del mundo las dádivas sociales han servido para tal fin. Hacer proselitismo político haciendo uso de recursos que no son suyos es desempeñar funciones que no le corresponden. 

El INE le asigna sumas millonarias a Morena para que, en su calidad de partido político, haga tantas actividades como sean necesarias, para ganar la simpatía de la ciudadanía, por lo que el engaño de que somos víctimas es vil fraude y por tanto merecedor de castigo; al mismo tiempo que lo exhibe como un partido inescrupuloso y mendaz. Realmente, esta mentira es sólo una más que se agrega a la retahíla que nos receta el presidente todos los días en las mañaneras. Si nos ocupamos de ella es por la necesidad de hacer que la ciudadanía se dé cuenta de la manipulación de que es objeto. Para que los ciudadanos puedan concluir que la falta de infraestructura, de educación y de salud en nuestras comunidades, barrios o colonias, así como la falta de empleo, tienen su causa en la mala distribución de nuestros recursos, y se decidan a repudiar la política de engaños obradoristas. 

Pudiera manejarse que la falta de atención a las necesidades materiales de la gente se debe a la falta de recursos y no a una mala distribución. Aceptando sin conceder que fuera así, lejos de quedar refutada nuestra aseveración, con el argumento de la falta de dinero, se confirma la necesidad de una distribución mejor planeada para atender las obras de desarrollo nacional y las necesidades de la gente.

Ponerse a construir obras costosísimas y a la par repartir limosnas, posponiendo para las calendas griegas el verdadero bienestar del pueblo, habla de un gobierno que no sabe planificar y del poco interés que siente por los problemas de las tres cuartas partes de los mexicanos que conforman la población de la nación. ¡Claro que es una grave injusticia! No hay más. Por eso el clima de malestar que se vive en el país, aunque los ‘bots’ morenistas digan lo contrario.

Ahora bien, considerar indispensable la atención al desarrollo nacional necesariamente conlleva la atención impostergable a los pobres de México, pues estos dos puntos se complementan, no se contraponen. Así, para lograr ambos aspectos, como lo ha sostenido siempre el Antorchismo Nacional, debe aplicarse un impuesto progresivo que permita la recaudación de recursos, gravando a los millonarios de México. No hacerlo así, prueba que se protege a los que más tienen; significa, en los hechos, postrarse ante los poderosos de este país y dejar a los pobres en la miseria y el atraso, tal y como ahora sucede. Se trata de otro vil engaño a los pobres. Debe aplicarse el impuesto progresivo: que paguen más los que más tienen, que paguen menos los que menos tienen.

El único interés de la 4T es, mediante engaños y dádivas, usar al pueblo como carne de voto para perpetuarse en el gobierno. Este uso grosero del poder y la manipulación de que somos objeto debe indignarnos e incitarnos a usar la lucha social como arma para lograr que se nos trate como ciudadanos que piensan. 

El 2024 es la oportunidad próxima para colocar al frente del país a quien atienda y resuelva los dos grandes problemas: La realización de obras para el desarrollo nacional y la atención a los pobres. Únicamente así lograremos el progreso verdadero y la nación que anhelamos. Ése es el reto.

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