Al calor de la campaña adelantada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se está dando la pelea entre panistas y morenistas para determinar quién fue el creador de los programas de apoyo a los adultos mayores y el seguro popular, lo que nuevamente ha confrontado a los políticos mexicanos que se sienten merecedores de monumentos.
Los más interesados en ganar esta batalla mediática son los expresidentes panistas Vicente Fox, Felipe Calderón y el morenista López Obrador, que se disputan la autoría de estas iniciativas para que los mexicanos estén eternamente agradecidos, lo cierto es que los programas asistencialistas, como los mencionados son una necesidad en un México empobrecido por la explotación laboral y de los recursos naturales.
No vayamos tan lejos, si nos remontamos al sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), nos encontraremos con el arranque del Programa Nacional de Solidaridad, hecho para cubrir necesidades de la población en estado de pobreza y marginación. En términos reducidos eran simplemente Pronasol o Solidaridad, que actuaron como contrapeso a las políticas neoliberales dictadas por el capitalismo mundial y no hay duda que se usaron en beneficio del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Fue en el año 1992, cuando el asistencialismo de Salinas de Gortari alcanzó el mayor auge debido a los montos económicos con los que operaba la Pronasol, pues el 45 por ciento del gasto en desarrollo social a nivel nacional se concentraba en este programa, así como el 20 por ciento del total de la inversión pública.
¿Entonces de quién es el mérito de los programas de asistencia social? Desde 1988 hasta la fecha han pasado 35 años y debido al éxito que tuvo el salinismo en este rubro, los gobiernos posteriores conservaron estos programas e hicieron pequeñas modificaciones incluido el nombre, con Ernesto Zedillo se llamó Progresa, con Fox y Calderón Oportunidades, con Enrique Peña Nieto, Prospera y con AMLO Programas del Bienestar (con variantes como Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores).
Como vemos, cada gobierno ha mantenido estos programas debido a la necesidad de atender a los sectores explotados buscando “erradicar la pobreza” tanto en el campo y la ciudad; pero la diferencia estriba en que los programas de transferencia de dinero nunca antes se habían usado para manipular a la gente al nivel que se hace con la 4t, que bajo el lema “de primero los pobres”, a los beneficiarios se les trata como mascotas y se les calla la boca.
Otra diferencia notable con AMLO es que, en mayo de 2020, los estableció oficialmente en el Artículo 4 de la Constitución como un derecho, lo que significa que mientras no se modifique la ley, los programas seguirán distribuyendo entre los menesterosos, y a medida que se acerque la elección de 2024 les aumentarán los montos con fines electorales.
Y esto pasa porque el dinero siempre ha sido corruptor y no es casualidad que los mexicanos más pobres, como los adultos mayores, que reciben unos 4,800 pesos cada dos meses, sean quienes defienden a López Obrador y le perdonen todas las burlas y groserías con el dinero que se distrae de otras necesidades. Esto pasa en un país que se desangra con más de 160,004 asesinatos, cifra que el gobierno de AMLO ha rebasado con mucho a los neoliberales que tanto critica.
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