Érase una vez, un país donde el pueblo vivía feliz, feliz, por muchas y variadas razones: el presidente era el más popular del mundo, no se militarizaba el país sino que se velaban los intereses del pueblo, los narcos se portaban muy bien durante las elecciones gracias a los “abrazos no balazos”, en economía íbamos “requetebién” gracias a los programas sociales que garantizaban la inclusión y equidad, el semáforo covid-19 gracias al atinado designio del Doctor Gatell se sublimó convirtiéndose más en una guía, un faro moral, de modo que ya dejó de regir actividades tan poco edificantes como la movilidad, el aforo y otro tipo de minucias, los niños y jóvenes no se contagiaban de covid-19 pues, gracias a los mágicos designios del Presidente, esta enfermedad sólo afectaba a las a los mayores.
Mientras tanto la afamada secretaria de Educación, Delfina reclamaba su inocencia en el desvío de recursos obtenidos de manera ilícita al descontar el 10% del salario de trabajadores de Texcoco durante su trienio, mientras que los maestros eran revalorizados en su evaluación de manera eficiente. Razón suficiente para que López Obrador la exhibiera en su mañanera como un ejemplo de honestidad valiente.
Esto sólo por mencionar algunos de los cuantiosos motivos para hacer de México un país deseable para vivir a cualquier persona alrededor del mundo. ¿Esto le suena risible estimado lector?, estoy seguro que sí; a reserva de que los defensores de la cuatro T se manifiesten defendiendo, con argumentos tan inteligentes e irrebatibles como “prianista corrupto”, “calderonista” y “ponte Vitacilina”, quiero comentar que esto es solo la punta del iceberg de la incoherencia con que se gobierna actualmente.
Creo que, a cualquiera con un mínimo de cordura, esto que he mencionado no sólo le parecen risibles sino hasta ilógicos, ad nauseam, los razonamientos esgrimidos para pretender demostrar que el proyecto de nación del gobierno obradorista es la respuesta a la descomposición social que vivimos.
No obstante, pareciera que ese es el mundo en el que vive nuestro actual presidente ya sea por exceso de ingenuidad o por una descarada campaña de mentiras sistemáticas, que propala cada día en sus mañaneras. Es claro que cada individuo puede y tiene incluso derecho a creer lo que mejor le dicte su conciencia, su capacidad personal de análisis y su alcance intelectual; pero para un individuo que tiene como tarea presidir el gobierno de un país con más de 130 millones de almas, esta libertad individual queda supeditada al interés colectivo; razón por la cual, está obligado a anteponer la realidad por encima de su ideología o creencias personales. Sólo así se puede gobernar con eficacia, inteligencia y objetividad; hacer lo contrario es un crimen de lesa humanidad, los datos duros nos demuestran una realidad absolutamente diferente con respecto a las condiciones de vida de los mexicanos, nos encontramos en niveles cuando menos preocupantes: un desempleo galopante que ha alcanzado a más de seis millones de mexicanos adicionales a los ya existentes, una inseguridad que cada día es más preocupante y sumamente visible en los asesinatos recientes de periodistas y contando, el aumento del narcotráfico a lo largo y ancho del territorio nacional incluso con el consenso de los gobiernos sobre todo morenistas y un sistema de salud fallido que ha traído como consecuencia más de 300,000 muertos y en medio de esta preocupante situación se plantea el regreso obligatorio a clases presenciales de todos los niños y jóvenes de educación básica a partir de enero, sin excepción.
Y la cereza del helado, se da con el reciente escándalo producido por la confirmación de un suceso que ya era una realidad a voces, el indignante papel de Delfina Gómez como beneficiaria de recursos obtenidos de manera ilegal, para promover y financiar las campañas de morena, durante su trienio como Presidenta Municipal de Texcoco, descontando “diezmos” a 472 trabajadores, razón por la cual se hizo acreedora a una sanción de 4.5 millones de pesos por el Tribunal del INE. Razón suficiente para que se le destituyera de su cargo y se le exigiera enfrentar los cargos separada de su puesto.
No obstante, la respuesta del presidente ha sido que la susodicha es objeto de una “campaña de desprestigio” por parte de la oposición. Una vez más, los otros datos salen a relucir, pero cada vez de manera más descarada, protegiendo a sus correligionarios y castigando con todo el peso de la ley a sus detractores utilizando todos los recursos a su alcance.
Lo más preocupante de todo es que la persona en cuestión tiene en sus manos el destino de la educación de millones de niños y jóvenes de todo el país, lo más valioso que cualquier país tiene para poder aspirar a una transformación positiva para el bienestar de su población.
Aunado a ello, su desempeño ha sido gris y anodino, sin propuestas viables para lograr sacarnos del atraso y rezago educativo provocado por las políticas del recorte a la educación, a los programas de investigación científica, al arte y al deporte; por todo ello y más, los docentes afiliados a Antorcha Magisterial exigimos de manera enérgica la destitución o renuncia de la misma y la designación de una persona con un mínimo de preparación para poder entender la grave situación educativa y por lo tanto, proponer alternativas viables de solución.
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