El pasado 1° de diciembre, el presidente de la República, ignorando la aún existente pandemia y el nacimiento de una nueva cepa, convocó a todos sus seguidistas a “celebrar” en el zócalo de la Ciudad de México sus tres años al frente del gobierno federal.
Con un discurso cargado de optimismo ciego, el presidente hizo su celebración, haciendo hincapié, nuevamente, en que con él a la cabeza se ha estado levantando el país, a base de trabajo y “honestidad” por parte suya y de todos sus allegados. Nada más alejado de la terrible realidad que azota a México.
Un país progresista, con una economía estable, una pandemia controlada, con la inseguridad a la baja, con menos pobres, menos hambre, con gente más feliz fue lo que López Obrador pintó en su discurso, pero si quitamos ese gran lienzo de mentiras que se nos pintó, queda al descubierto la dolorosa realidad: un México roto, con su gente con hambre, menos empleo y más muertos.
Para nadie es novedad que cada mañanera y cada discurso que el presidente receta a la ciudadanía están repletos de mentiras o verdades a medias, dichas de tal forma que convenga a los intereses del mandatario y de todos los que manejan los hilos de la política mexicana. Según datos de la consultora política SPIN, López Obrador llegó a este tercer informe con más de 61 mil mentiras o verdades engañosas, duplicando así al ex mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, quien, en sus cuatro años de gobierno acumuló 23 mil afirmaciones falsas.
El señor presidente reparte este falso optimismo al decir, por ejemplo, que tiene la pandemia controlada en el país, aun cuando ya todos conocemos que hemos acumulado 294 mil 246 decesos, y un total de 3 millones 887 mil 873 contagios desde que la pandemia llegó a México. Otra de las cifras que intenta y quiere obligar a los mexicanos a creer es que el PIB tendrá un incremento de más del 6 por ciento, esto después de la mayor contracción histórica del 2020 que ha registrado el país, y que fue del 8.6 por ciento, o sea que tendremos que recuperar primero esos puntos perdidos y luego levantarnos hasta alcanzar el 6 por ciento, ¿será eso posible?
Desafortunadamente esa meta resulta muy difícil de alcanzar, pues siguen perdiéndose empleos y siguen quebrando las micro, pequeñas y medianas empresas, todo por la misma falta de apoyo que el gobierno les negó desde que inició la pandemia; la cifra de desempleados creció en más de 3 millones, pasando de 27.5 millones de desocupados en 2020 a 31.4 millones en 2021, esto debido también a la desaparición de un millón 10 mil 857 Mipymes que cerraron sus puertas.
Otro de los grandes problemas que han posicionado a México en el entorno internacional, ha sido el de la inseguridad, calamidad sobre la que la sociedad coincide en que no existe un combate real ni a la corrupción ni a la inseguridad que golpea a los mexicanos.
Una muestra de la falta de este apoyo es precisamente andar trayendo a la Guardia Nacional y a nuestro Ejército como niñeras, repartiendo las “ayudas” que el presidente ha utilizado para garantizar su posición en el poder para el 2024; nuestras fuerzas armadas de las que depende la defensa del país, deberían estar acuarteladas, desarrollando su preparación militar para el trabajo que de acuerdo con la constitución les corresponde.
Pero eso no es todo, en su reciente aparición por tierras purépechas, desde donde impartió su mañanera el día 3 de diciembre, el presidente declaró ante los medios de comunicación estatales que ya se ha puesto en marcha el plan para combatir la inseguridad, esto según sus propias palabras “sin declararle la guerra a ningún grupo delictivo o de la delincuencia organizada”; pero la otra cara de la moneda también nos pone a pensar, pues el propio presidente municipal de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar, declaró después de la reunión que tuvo con el mandatario nacional, que el municipio no tendrá presupuesto suficiente para combatir la delincuencia. La ciudad de Morelia ocupa la posición número 13 entre las más peligrosas del país y, aun así, con todo en contra, el presupuesto se reducirá en 100 millones de pesos cada año en comparación con la administración pasada.
En este calamitoso escenario, y casi como dijera el escritor Enrique González Rojo, se nos dice: “Que ya terminó la historia. Que ya podemos ir a nuestras casas. Que ya debemos recogernos en la piel de nuestro yo. Que vivimos en el mejor de los mundos imposibles”; mas no es así: nos queda a los mexicanos cobrar conciencia de que ni la historia se acabó y que tampoco vivimos en el mejor de los mundos imposibles. Ya quisiéramos vivir en el país que el presidente nos pinta.
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