—¿Qué hacen, maestro? —preguntó doña Lety, pegada a la ventana de mi salón.
—Repasando las tablas —le dije.
—Mire, parece que están jugando.
Sorprendida, se aleja y cuenta las actividades a otra señora, ambas parecen alegrarse y, con ese ánimo, se alejan rumbo a sus casas.
El grupo multigrado inicial de nuestra escuela primaria ha logrado perfeccionar varias de las competencias sugeridas durante este ciclo escolar gracias a la más natural de las estrategias didácticas: el juego.
La educación inicial es una etapa fundamental en el desarrollo de los niños, ya que sienta las bases para el futuro académico, social y emocional.
En este sentido, el juego se presenta como un recurso didáctico invaluable que favorece el aprendizaje, estimula la creatividad, promueve la socialización y potencia el desarrollo integral de los niños en esta etapa crucial de sus vidas.
El juego es una práctica pedagógica poderosa que favorece el aprendizaje, estimula la creatividad, promueve la socialización y potencia el desarrollo integral de los pequeños.
El juego, lejos de ser una simple actividad recreativa, se convierte en una herramienta pedagógica poderosa que facilita la adquisición de conocimientos, habilidades y valores de forma lúdica y significativa.
Uno de los aspectos más destacados del juego en la educación inicial es su capacidad para estimular la curiosidad, la exploración y la experimentación en los niños.
A través de él, los pequeños pueden descubrir el mundo que los rodea, interactuar con su entorno, desarrollar su creatividad y resolver problemas de manera autónoma y colaborativa.
Como afirmó el pedagogo y psicólogo suizo Jean Piaget: “El juego es la forma más elevada de la investigación”. Y, al mismo tiempo, la más natural, podríamos agregar.
Así, no sólo permite a los niños explorar y comprender el mundo que los rodea, sino que también brinda la oportunidad de desarrollar habilidades cognitivas, motoras, emocionales y sociales de forma natural y espontánea.
Como mencionó la pedagoga y escritora española María Montessori: “El juego es el trabajo del niño”. A través de él, los pequeños fortalecen su capacidad de concentración, su coordinación motora, su imaginación, su autonomía y su habilidad para relacionarse con los demás, aspectos fundamentales en su desarrollo integral.
Ahora bien, el juego en la educación inicial favorece la construcción de valores como la colaboración, la empatía, la tolerancia y el respeto hacia los demás, cuando este está bien dirigido y están claros los objetivos que se buscan potenciar a través de esta actividad.
Es así como se pueden experimentar roles y situaciones de la vida cotidiana, experimentando diferentes puntos de vista, emociones y relaciones interpersonales.
En este sentido, es fundamental que los docentes y educadores reconozcan la importancia del juego como recurso didáctico en la educación inicial y lo integren de manera creativa y significativa en sus prácticas pedagógicas.
El juego no sólo es una forma de enseñar y aprender, sino también un espacio de encuentro, de diversión y de descubrimiento para los niños, además de hacer la dosificación de los contenidos de manera diversa y lúdica. Como dijo Fred Rogers: “El juego es el trabajo más serio de la infancia”.
En la actualidad, con el avance de la tecnología y la digitalización de la sociedad, es importante rescatar la importancia del juego como una herramienta pedagógica esencial en la educación inicial, pues no sólo contribuye al desarrollo cognitivo, emocional y social, sino que también promueve la creatividad, la resiliencia y la autonomía en un mundo cada vez más complejo y cambiante.
Así pues, como recurso didáctico en la educación inicial, el juego es una práctica pedagógica poderosa que favorece el aprendizaje, estimula la creatividad, promueve la socialización y potencia el desarrollo integral de los pequeños, permitiéndoles explorar, experimentar, descubrir y aprender de manera lúdica, significativa y placentera.
Como educadores, es nuestra responsabilidad fomentar el juego como herramienta pedagógica en la educación inicial, reconociendo su valor y su impacto positivo en el desarrollo de las nuevas generaciones.
Como menciona el psicólogo y pedagogo húngaro László Polgár: “El juego es el lenguaje natural de los niños”, y es necesario que, dentro de su naturaleza, podamos potenciar las habilidades más serias que nuestros niños necesiten, mismas que, al potenciarse, seguramente seguirán impresionando a los padres de familia y a la sociedad cuando, con nobles ojos, asome su curiosidad por la ventana de un salón humilde.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario