Escrita en septiembre de 2022, publicada en la revista México Desconocido, una pequeña semblanza dio cuenta de la monumental escultura que se encuentra en la entrada más concurrida del municipio de Chimalhuacán, en la avenida Bordo de Xochiaca, y que se conoce como Guerrero Chimalli.
El documento de referencia habla del corredor turístico construido en torno a la obra del artista Enrique Carbajal, mejor conocido como Sebastián:
“…un corredor lleno de puentes, un apantle artificial lleno de peces, jardines, bancas, sombras y fuentes… que ha mejorado la imagen urbana de la zona y contribuido a la recomposición del tejido social.”
Pero también da cuenta del abandono y el deterioro del Chimalli, como le llama comúnmente la gente: “en menos de ocho meses de Gobierno Xóchitl Flores, morenista por cierto”.
El Guerrero Chimalli sigue en pie, orgulloso, altivo, con falta de pintura, pero enhiesto; los danzantes siguen haciendo remembranza del pasado prehispánico frente al Calendario Azteca y Tlacaélel.
Ya “no es posible entrar al Guerrero Chimalli y subir hasta el codo, que es donde se encuentra el mirador y un museo en donde se exhibe el proceso de construcción de este monumento.”
El tema vuelve a ser de interés luego de la reelección de Xóchitl Flores, la actual alcaldesa, y del marcado desinterés que mostró por la cultura y la educación durante los primeros dos años y medio de gobierno y lo que le espera a los chimalhuacanos los próximos tres años y medio, aunque diversos medios dan cuenta de un abandono y desmantelamiento de obras simbólicas, tanto en los terrenos mencionados, como en lo referente a la infraestructura urbana.
El mantenimiento y la limpieza de las calles —de las que ya se habían logrado importantes avances, luego de que Chimalhuacán tuviera focos constantes de infección allá por los inicios del presente siglo— se dejó de hacer desde los primeros meses del Gobierno de la reelecta presidenta municipal.
Empezaron a aparecer baches y bocas de tormenta peligrosamente rotas (Crónica, junio 6, 2022), las calles lucían sucias ya desde el primer semestre de su Gobierno (La Prensa, 23 de agosto de 2022).
El tema más recurrente en el desgobierno de Xóchitl, la morenista, es el del agua, que se agudizó en 2023 con el estallamiento del tanque de la Colonia Tepenepantla, causando heridos, desabasto y daños en casas y calles (El Universal, noviembre 25, 2023) y continuó así en el presente año, como lo publicó el informativo NMAS del 25 de abril del presente año, con la imagen más que elocuente de los niños de una primaria llegando a su escuela cargando, además de su mochila de útiles, una cubeta o bote con agua, para no interrumpir su educación; eso por la falta del vital líquido que el organismo municipal encargado del agua potable no les surte.
Un último dato de la numeralia de la gestión de la reelecta candidata: la inseguridad. Después de veinte años de trabajo intenso de las administraciones anteriores, que lograron, para tranquilidad de los chimalhuacanos y orgullo de estos, salir de la lista de los municipios más inseguros, para 2024 Chimalhuacán nuevamente aparece como uno de los municipios más inseguros, ocupando el nada honroso cuarto lugar a nivel nacional y ser considerado entre los cinco municipios más inseguros del Estado de México (El Financiero, enero 19, 2024).
Bueno, y con esos resultados ¿cómo fue que Xóchitl ganó la reelección? Como escribiera mi admirado Francisco de Quevedo, “Poderoso caballero es Don Dinero”, además de un intenso bombardeo mediático en favor de los programas sociales, junto con la falta de educación política que permea las capas más bajas de la sociedad, acompañada del hambre y pobreza y de las necesidades de las migajas gubernamentales. Es mi parecer.
Para atender los problemas del agua, el bacheo, la limpieza de calles, la construcción de infraestructura urbana, la atención de las escuelas, el mantenimiento de la obra realizada con anterioridad, la cultura, aparte del desinterés, simplemente no hay dinero. Para elecciones sí, para lo demás, no.
Así que, majestuoso Guerrero Chimalli, tendrás que esperar para mejores tiempos. Muy recientemente algo se ha hecho en los canales construidos; nuevamente se miran peces en una parte y los olivos lucen frondosos por las recientes lluvias.
Pero el Chimalli ya no cuenta con la iluminación nocturna, los cuadros del minimuseo que mostraban los avatares de su construcción, las imágenes de los personajes que idearon el corredor turístico y los constructores, así como la del artista creador de la escultura, fueron retirados.
Sólo se mira la huella de su existencia, en las paredes hay afiches, figuras infantiles, una mesa cubierta con plástico, la entrada del ascensor, en desuso, tapada con publicidad, la placa informativa sirve para recargar implementos de mantenimiento, el mirador está cerrado.
La fuente, que disparaba sus chorros de agua al ritmo de música mexicana, cerrada ya desde hace tiempo, está parcialmente descubierta, con unas baldosas levantadas: “es que le van a dar mantenimiento”, dice una concesionaria de los locales, sin considerar que el equipo ahí instalado requiere cuidado y no solamente una cinta amarilla, ya rota, que rodea lo que fuera el espacio para diversión de niños y adultos, cuando gozaban de los chorros de agua de la fuente.
Pero el Guerrero Chimalli sigue en pie, orgulloso, altivo, con falta de pintura, pero enhiesto; los danzantes siguen haciendo remembranza del pasado prehispánico frente al Calendario Azteca y Tlacaélel, otras dos esculturas hechas por canteros del municipio.
Al Guerrero Chimalli le quitaron sus cuadros, no su altivez, será porque, como dice Jorge Vázquez Ávila, en la columna Ménades y Meninas, (Revista Casa del Tiempo No. 13, febrero de 2015, UAM).
“Los malpensados dirán que la maza o macuahuitl no es tal, sino la representación de la antorcha que ilumina Chimalhuacán”.
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