Después de cuatro años de gobierno de la llamada Cuarta Transformación, el país ha sido testigo de un escándalo que ha sacudido a México en su totalidad. La corrupción descubierta en Segalmex, conocida como la estafa maestra de la 4T o el hoyo negro de la Cuarta Transformación, ha revelado la descomposición y el fracaso de la política alimentaria de este gobierno.
Desde el inicio, se prometió que Segalmex sería la solución a los problemas de intermediarismo en la compra y venta de productos agropecuarios, con la intención de beneficiar tanto a los campesinos y ganaderos como a los consumidores finales. Sin embargo, el resultado ha sido todo lo contrario. El presupuesto asignado a la dependencia se desvió de su verdadero propósito, dejando a los más necesitados en el campo sumidos en la miseria.
Además, la supuesta lucha contra la corrupción de la 4T ha quedado en entredicho. En lugar de asumir la responsabilidad y tomar medidas contundentes, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha optado por proteger a los implicados, argumentando que fueron engañados por políticos de otros partidos. Esta táctica de desviar la atención y eximir de responsabilidad a los cercanos al gobierno es una constante que hemos presenciado en otros casos de corrupción.
La situación es aún más preocupante cuando recordamos que este no es el primer escándalo en el que se ve envuelto Ovalle Fernández. Ya en la década de los 80, durante su gestión en Conasupo, surgieron polémicas y señalamientos de corrupción. Parece ser que la historia se repite una vez más, y los mismos errores y malas prácticas continúan perpetuándose en el gobierno actual.
López Obrador ha vendido la idea de que su gobierno es diferente, que se acabaría con la corrupción y se pondría fin a la desigualdad en el país. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario. La corrupción sigue prevaleciendo, incluso alcanzando a su propia familia y a su entorno cercano. La retórica del "pueblo bueno y sabio" ha sido utilizada para encubrir las verdaderas intenciones y los intereses de este gobierno.
Es evidente, que la corrupción no es la causa principal de la pobreza en México, sino una consecuencia de un sistema profundamente desigual. Si realmente queremos erradicar la pobreza y lograr una distribución justa de la riqueza, necesitamos un cambio profundo en la estructura social y económica del país. La lucha contra la corrupción es solo una parte de la solución, pero no puede ser la única respuesta.
Es hora de despertar y tomar acción. La sociedad mexicana debe organizarse en un gran movimiento social que exija cambios reales y que luche por un futuro mejor para todos los ciudadanos. No podemos seguir siendo engañados por promesas vacías y discursos populistas. México merece un gobierno honesto, transparente y comprometido con el bienestar de su pueblo.
El escándalo en Segalmex es un golpe al corazón de México, pero también puede ser un llamado de atención para todos nosotros. No podemos permitir que la corrupción y la desigualdad sigan minando nuestro país. Es momento de alzar la voz y luchar por un México mejor, donde la justicia y la igualdad sean los pilares fundamentales de nuestra sociedad.
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