Después del golpe de Estado perpetrado en Ucrania, en 2014, con el abierto respaldo financiero, político y propagandístico de Estados Unidos (EE. UU.), los nuevos detentadores del poder hicieron todo lo que pudieron para expulsar a los rusos y descendientes de rusos que han habitado la región conocida como Donbass, les prohibieron hablar su lengua materna, les quitaron los servicios públicos, les negaron su pago a los jubilados y los bombardearon brutalmente asesinando a mujeres y niños.
Ahora, después de ocho años de indecibles sufrimientos, las víctimas finalmente han decidido marcharse, sólo que se han tomado el atrevimiento de llevarse consigo su tierra y todo lo que han construido en ella con su trabajo. Luego de cuatro referéndums en las cuatro regiones del Donbass, en los que votaron a favor en cada una de ellas, más del 95 por ciento, decidieron adherirse a Rusia. “Volver a casa”, dijeron y, por su soberana voluntad, “son ahora rusos para siempre”.
Los patrocinadores occidentales de la embestida contra la población rusoparlante del Donbass, encabezados por EE. UU. mueven la aterradora maquinaria propagandística que abarca a buena parte del mundo, haciendo creer a la población indefensa que no cuenta con otra manera de informarse, que se trata de una anexión imperialista de Rusia que se engulle por la fuerza a territorios de Ucrania. Nada de eso.
El mundo entero debe saber que EE. UU. sí es, sí ha sido un país imperialista que ha invadido y sometido violentamente a cientos de países y territorios, tantos, que publicar la lista entera en un breve espacio como este sería imposible. “La verdad -acaba de decir Putin en la ceremonia de adhesión a Rusia- se ha ahogado en un océano de mitos, ilusiones y falsificaciones, utilizando una propaganda extremadamente agresiva, mintiendo como Goebbels. Cuanto más increíble sea la mentira, más rápido la creerá la gente; así es como operan, de acuerdo con este principio”.
La verdad, pues, es muy diferente. Los gobernantes de Ucrania instalados y protegidos por Estados Unidos, en 2014, son descendientes teóricos y prácticos de los fascistas alemanes y ucranianos que encarcelaron, torturaron y asesinaron a millones de habitantes de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, la más grande y mortífera campaña de conquista de territorios y personas que se haya emprendido jamás en toda la historia de la humanidad. Parece increíble, pero los Estados Unidos e Inglaterra, que fueron sus enemigos durante la Segunda Guerra Mundial, conservaron, escondieron y hasta rehabilitaron a muchos de ellos con el fin de usarlos para sus propios fines, que no eran sino la versión modernizada de la “solución final”.
Precisamente por eso, formaron la Organización del Atlántico del Norte, OTAN, para tener un medio de control angloamericano sobre Europa. Así lo dijo claramente el primer secretario general de la OTAN, Hastings Ismay, el Baron Ismay: para "mantener a la Unión Soviética fuera, a los americanos dentro y a los alemanes abajo".
Nadie debe sorprenderse de que, con el sabotaje a los gasoductos Nord Stream II y Nord Stream, la economía alemana y la de la Unión Europea, en general, resulten gravemente perjudicadas, las están aventando a la desindustrialización. Lo que no descarta, sino al contrario, explica por qué durante muchos años, EE. UU. ha usado a Europa para agredir y tratar de destruir a Rusia tendiendo un cerco precisamente con la OTAN y, en los últimos tiempos, armando y entrenando a Ucrania.
Pero el gobierno ruso, encabezado por Vladímir Putin, leyó bien la jugada y se adelantó lanzando la operación militar especial para destruir al armamentismo e inmovilizar a los fascistas ucranianos. Consecuencia directa de ello, fue la ocupación de las cuatro regiones del Donbass que posibilitó que se adhirieran a Rusia, las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y las regiones de Zaporozhye y Kherson. Durante la ceremonia de firma de los tratados sobre la adhesión, llevada a cabo en en el Salón San Jorge del Gran Palacio del Kremlin, el presidente de Rusia, Vladimir Putin pronunció un importante discurso en el que se caracteriza muy certeramente el momento por el que pasa el mundo y la lucha de los pueblos por su liberación.
“Occidente está dispuesto a cruzar cada línea para preservar el sistema neocolonial que le permite vivir del mundo, saquearlo gracias al dominio del dólar y la tecnología, cobrar un tributo real de la humanidad, extraer su fuente primaria de prosperidad inmerecida, la renta pagada a la hegemonía. La preservación de esta renta vitalicia es su principal, real y absolutamente interesada motivación… Es de vital importancia para ellos obligar a todos los países a entregar su soberanía a los Estados Unidos”.
El pueblo de México puede atestiguar la veracidad de estas palabras. Su mano de obra es utilizada masivamente en su propio territorio para producir a bajo costo las mercancías, o parte de ellas, que el imperialismo vende por todo el mundo con inmensas utilidades, asimismo, con la explotación de la emigración de millones que laboran en Estados Unidos en condiciones de semiesclavitud, sin ningún derecho ni defensa, ni siquiera la de la residencia.
“Los países occidentales -denunció Putin ante el mundo- llevan siglos diciendo que traen libertad y democracia a otras naciones. Nada más lejos de la verdad. En lugar de traer la democracia, reprimieron y explotaron, y en lugar de dar libertad, esclavizaron y oprimieron. El mundo unipolar es inherentemente antidemocrático y no libre; es falso e hipócrita de principio a fin. Estados Unidos es el único país del mundo que ha usado dos veces armas nucleares, destruyendo las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón… Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Gran Bretaña redujeron a escombros Dresde, Hamburgo, Colonia y muchas otras ciudades alemanas, sin la menor necesidad militar… Tenían un solo objetivo, como con el bombardeo nuclear de las ciudades japonesas: intimidar a nuestro país y al resto del mundo”. Absolutamente cierto y poco conocido en nuestro país. Cuando arrasaron las ciudades alemanas que menciona Putin, Alemania ya estaba en retirada y prácticamente derrotada y, sin embargo, los bombardeos aliados asesinaron a más de 25 mil personas sólo en Dresde. ¿Y qué decir de las bombas atómicas arrojadas en Japón que se lanzaron cuando Alemania e Italia, los cómplices de Japón, hacía más de tres meses que se habían rendido y que asesinaron a más de 200 mil personas?
Vladímir Putin, como muchos de los grandes líderes en el mundo, dejó con su discurso una esperanza para los pueblos: “El modelo neocolonial actual está finalmente condenado” dijo, y les dejó también, una clara advertencia: “Pero repito que sus verdaderos amos se aferrarán a él hasta el final.” Terminó diciendo: “Estoy convencido de que los países y los pueblos entienden que una política basada en la excepcionalidad de quien sea y la represión de otras culturas y pueblos es inherentemente criminal y que debemos cerrar este capítulo vergonzoso. El colapso en curso de la hegemonía occidental es irreversible. Y repito: las cosas nunca volverán a ser las mismas… Hoy necesitamos una sociedad consolidada, y esta consolidación sólo puede basarse en la soberanía, la libertad, la creación y la justicia. Nuestros valores son la humanidad, la misericordia y la compasión”.
Y, si finalmente, el pueblo mexicano, unido y organizado, lucha y conquista estos mismos valores por los que luchan ya otros pueblos del mundo, tendrá garantizada para siempre una vida mejor. No tengo ninguna duda.
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