Los muchachos y maestros que tuvimos la oportunidad de ir a la Jornada Cultural por el Sureste recién regresamos a Puebla. ¡Cómo extrañamos nuestro hogar y el clima! Pero ahora tenemos un huequito en el corazón que está lleno de todos los momentos inolvidables que vivimos durante nuestro recorrido por Quintana Roo y Yucatán.
A pesar de que nosotros estamos acostumbrados a ensayar para dar funciones un día aquí y al otro por allá en las colonias, los teatros, los auditorios, las plazas o las canchas; corriendo para alistarnos y darlo todo en el escenario con lo que nos toca hacer: bailar, actuar, cantar o declamar… y hasta lo que no se ve ahí, pero que también es un montón de trabajo de quienes preparan los alimentos, coordinan el itinerario, hacen el minuto a minuto del programa o lo dirigen, los que revisan el vestuario, la utilería o la música y, por supuesto, de quienes nos llevan hasta donde nos presentamos, en fin muchísimo trabajo.
A pesar de que tenemos ese estilo de vida, la gira nos mostró una parte del nacional que muchos no conocíamos: vivir una semana en el autobús, hacinados con maletas, mochilas y una bocina, el dolor del cuerpo por estar sentados tanto tiempo, sin poder estirar las piernas, estar un ratito y tratar de ver todo lo que se pueda de algún lugar porque tenemos que continuar el viaje, etcétera.
¡Gracias compañeros del sureste por invitarnos! Reanudaron las giras, aún con las dificultades que atraviesan económicamente, sabemos que no es fácil mover a tanta gente de un lugar a otro, alimentarlos, darles hospedaje y sobre todo posibilitarnos un público paciente y dispuesto a apreciar lo que hacemos, sinceramente espero que sea la motivación para que otros estatales se animen a tenernos recorriendo sus estados con los programas que preparamos con cariño.
Sin embargo, no es eso lo más importante, creo que el hecho de haber estado en la gira nos ha cambiado a todos en alguna medida. Es cierto que una de las tareas principales de los Grupos Culturales es llevar el arte antorchista a los lugares donde muy difícilmente las personas pueden tener acceso a los espectáculos artísticos de calidad, pues a donde vamos el mismo público nos lo menciona cuando se nos acercan a pedir fotos, a felicitarnos o a dar las gracias: “Aquí el gobierno no nos trae nada de esto solo vienen cuando hay que votar”, “"es la primera vez que vemos algo así de bonito, ojalá vuelvan pronto”, “algo como lo que hacen solo se ve en la capital y cuesta bien caro, para ir necesitamos dinero y tiempo, y pues la verdad es que no hay a veces ni para comer”... y como estas muchas otras palabras que nos dice la gente con alegría, tristeza o emoción, palabras que como artista te llenan porque finalmente aplauden lo que haces.
Es cierto que una de las tareas principales de los Grupos Culturales es llevar el arte antorchista a los lugares donde muy difícilmente las personas pueden tener acceso a los espectáculos artísticos de calidad, pues a donde vamos el mismo público nos lo menciona cuando se nos acercan a pedir fotos, a felicitarnos o a dar las gracias
Y como artista hecho en Antorcha más allá de llenarnos el alma nos dan ánimos para seguir preparándonos, para continuar haciendo lo que hacemos, nos da orgullo porque muchos entre el público o incluso las personas que dirigen las dependencias de cultura, los encargados de los foros donde nos presentamos solo hablan de los antorchos que marchan, que cierran calles y hacen mítines, pero lo dicen despectivamente, como si esto fuera un crimen, y nos enorgullece saber que al vernos abren un poco más los ojos, voltean para sorprenderse y maravillarse al ver jóvenes tan buenos en lo que hacen y con tanto profesionalismo, sí, de algún modo ayudamos a abrir puertas y mentes que antes estaban cerradas.
Esto nos da coraje porque quienes nos lo dicen están en lugares olvidados por el gobierno, son de sitios que no tienen muchos servicios básicos o son deficientes, te hace pensar en cómo puede haber servidores públicos tan inhumanos e insensibles para no hacer nada por su gente y dejarlos vivir así por años, que viven al día con el dinero que ganan trabajando y no les sobra para vivir mejor, mucho menos para poder recrearse, nos da tristeza porque quisiéramos quedarnos, darles un escape de sus problemas cotidianos, darles más ratitos de felicidad, arrancarles más sonrisas, porque probablemente jamás en su vida han visto algo así y ni siquiera nosotros sabemos cuándo vamos a volver...
Cuando llegamos al Nacional o nos acercarnos a los grupos de la organización donde iniciamos nuestra formación como ejecutantes de alguna disciplina artística se nos dice: “Antorcha es arte” cosa que al principio, como todo, se escucha un poco sin sentido, pero que poco a poco con estudio, práctica y sobre todo con la realidad que vemos por las visitas que realizamos a lugares como a los que fuimos recientemente nos damos cuenta de que es una verdad innegable, Antorcha sí es arte, sí es cultura, nosotros y lo que hacemos es la prueba de que la organización trabaja por llevar arte del pueblo al mismo pueblo, Antorcha sí es unión y sí es fraternidad porque los compañeros que han estado con nosotros durante la gira a pesar de no conocernos antes nos trataron como si fuéramos conocidos desde siempre y cómo no, si para ser hermanos y compañeros solo hay que abrazar el mismo ideal y la misma lucha, una lucha de todos y cada uno de los antorchistas a lo largo y ancho del país por su gente, por el pueblo que día con día se levanta para sobrevivir como puede en México a pesar de las adversidades.
No podría llevarme tan bonitos recuerdos del sureste como los que ahora tengo, los mejores días ni siquiera fueron perfectos y eso es lo que los hace mejores: a veces no tuvimos tiempo de disfrutar todo lo que había alrededor, como el paisaje, todas las lagunas cercanas o los otros sitios arqueológicos, Chetumal nos recibió con lluvia a media función por ejemplo, nos quemamos con el sol en las lagunas y en la playa, así que en las funciones nos ardía la piel, en Maya Balam (la función que más me gustó) se nos fue la luz, en Mérida se nos fue la música, tuvimos accidentes, algunos se enfermaron, nos picaron los mosquitos y no aguantábamos el calor...
Y aún, así todo ha valido cada segundo por la sonrisa de la gente, por ver a los pequeños niños bailando con nosotros, por las risas que soltaba de cuando en cuando el público con los sketches y por escucharlos cantar “México lindo y querido”, junto a la maestra Bety. Por su felicidad y la nuestra, ¡gracias!
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