No hay duda, ya no es el mismo. Afirmación intrascendente si tomamos en cuenta que todo cambia. Pero si añadimos que sus modificaciones indican un empeoramiento, un debilitamiento de la situación que presentaba hace algunos años, lo dicho comienza a cobrar sentido.
Aquella imagen de casi país de las maravillas que presentaba Estados Unidos (EE. UU.), después de la Segunda Guerra Mundial, y todavía por allá por los años 60 del siglo pasado, cuando sus competidores de Europa, quebrados, exhaustos luego de la ocupación nazi, respiraban gracias a los enormes préstamos que les concedía el Plan Marshal, no eran ni podrían ser competencia relevante durante muchos años. Alemania, derrotada, dividida, maniatada. Japón y su emperador, a las órdenes de Douglas Mac Arthur. La Unión Soviética, el vencedor de las hordas hitlerianas, el verdadero héroe, lloraba todavía a 27 millones de muertos y con inmensas dificultades se reponía de los años de la invasión.
Unas fotografías de la familia norteamericana, blancos todos, bien vestidos, papá y mamá, niño y niña, junto a un automóvil flamante y atrás de ellos una casa, si no muy grande ni lujosa, si en muy buenas condiciones y bastante nueva, eran el modelo del American way of life que circulaba y admiraba al mundo entero. Papá trabajaba, tenía vehículo propio o de la empresa a la que servía, mamá, se dedicaba al hogar y a los hijos que iban a la escuela y, diligentes, colaboraban con el lavado de platos de la comida y, a veces, hasta con el aseo de la casa; no faltaba un perro bien cuidado que, también, a veces, salía en las fotografías. Podría decirse que para muchos millones era una buena vida.
Estados Unidos era un país seguro, pocos robos, pocos homicidios, poca violencia. Faltaban todavía algunos años para la música estridente, el pelo largo y las masivas protestas callejeras en todo el país, precisamente, contra otra guerra. El alcoholismo no era un problema grave, la drogadicción tampoco.
La clase obrera, en términos generales, estaba satisfecha y trabajando. Pero si es absolutamente cierto que era disciplinada, laboriosa y muy productiva como todas las clases trabajadoras del mundo, su bonanza y la del país entero, se explicaba más bien por los torrentes de riqueza que llegaban todos los días de todos los continentes que explotaba sin freno: materias primas, productos elaborados y fuerza de trabajo sumisa y barata.
Todos los procesos sociales llevan años, no obstante, hay días que se recuerdan para siempre. Tengo la idea de que ese país rico y poderoso, con ejército y soldados invencibles en películas famosas, con clases gobernantes inmisericordes y arrogantes, comenzó a entrar en un severo proceso de cambios fatales el día en que el pueblo vietnamita armado y decidido entró a Saigón y dieron la vuelta al mundo las escenas de una multitud de norteamericanos y sus espoliques locales, agolpándose en una azotea para huir despavoridos en un helicóptero.
En efecto, ahora, la situación es otra, muy otra. El gobierno de Joseph Biden generó, durante la semana del 16 al 22 de enero, una serie de notas en el influyentísimo Washington Post que hablaba de la impostergable necesidad de que se adoptaran medidas extraordinarias para evitar que el Gobierno federal superara su límite de deuda, se precipitara al incumplimiento de sus pagos a sus acreedores y se causara la desestabilización de los mercados y la devastación de la economía de todo el mundo, especialmente la de sus aliados.
“La secretaria del Tesoro, Janet L. Yellen, les dijo a los legisladores “Insto respetuosamente al Congreso a que actúe con prontitud para proteger la plena fe y el crédito de los Estados Unidos”. (Washington Post).
Eso, en cuanto al aspecto económico. ¿Y el militar? También llegan noticias que parecen calumnias de enemigos desalmados pero que son declaraciones de muy altos funcionarios que hablan de que el imperio se acerca a la escasez de armas. Carlos del Toro, secretario de Marina de Estados Unidos, respondió el 11 de enero pasado a una pregunta acerca de si su país tenía problemas con su producción de armamento: “Con respecto a las entregas de sistemas de armas para la lucha en Ucrania… Sí, eso siempre es una preocupación para nosotros. Y monitoreamos eso muy, muy de cerca. No diría que hemos llegado a ese punto todavía, pero si el conflicto continúa durante otros seis meses, durante otro año, sin duda seguirá estresando la cadena de suministro de maneras que son desafiantes”. (Publicado en diferentes medios).
Estados Unidos ya no es el país “friendly” que era para vivir. Acaba de ocupar el primer lugar entre todos los países del mundo con un millón de muertes por un virus, el Sars-CoV-2, que en otros países, como en la República Popular China, causó la muerte de muy pocos. Hay más. En lo que va del año, que es lo que va del mes de enero, el recuento de muertos en tiroteos había crecido hasta incluir al menos 40 tiroteos separados en los que en total han resultado muertas al menos 70 personas, según el archivo de violencia armada y, entre 1966 y 2012, un tercio de los tiroteos masivos (en los que mueren 4 personas o más), ha ocurrido en Estados Unidos.
Otra, sólo la sobredosis por consumo de drogas, dejó el año pasado 100 mil muertos y, el fentanilo, la droga actualmente más popular, no sólo es la más mortífera, sino que ya no es compatible, como han sido otras, con el desempeño eficiente de una jornada de trabajo.
La migración que le dio vida y fuerza a EE. UU., ahora, como consecuencia de la explotación y sometimiento brutal de numerosos países que no tienen mas que sufrimiento para sus pueblos, se ha tornado en su contrario, la emigración amenaza gravemente la precaria estabilidad de Estados Unidos. Su frontera sur vive la peor crisis humanitaria jamás registrada en su historia: durante 2021 hubo más de un millón de detenciones y la cifra se duplicó en 2022, con más de dos millones de migrantes detenidos.
En Ucrania libra contra Rusia y contra China una guerra que ahora es por encargo y sus comisionados la libran sin ninguna esperanza. Sus aliados de Europa, sujetos en la OTAN, se hunden en la crisis, enfrentan el descontento creciente de sus pueblos, se dividen para no comprometerse a fondo y las otrora temibles sanciones que dictó EE. UU. contra Rusia, no han servido para nada. Es más, desde hace algunos años EE.UU. enfrenta sin éxito a China, su gran competidor económico que pronto se convertirá en la primera economía del mundo. Y, por si no fueran ya suficientes calamidades, la clase dominante norteamericana está peligrosamente dividida.
Grandes titanes del pensamiento y de la acción, descubrieron que la materia está en constante movimiento, en constante cambio. Señalaron que este cambio se lleva a cabo en todas las manifestaciones de la realidad, en los fenómenos de la naturaleza, en los de la sociedad y en los del pensamiento que, también, por su origen, es una realidad material, pues no hay pensamiento sin cerebro. Descubrieron que estos cambios en los fenómenos se llevan a cabo acumulando modificaciones pequeñas, a veces imperceptibles, o no tan pequeñas y más apreciables, pero que no modifican en su esencia al fenómeno, las cuales se conocen como cambios cuantitativos. Asimismo, sostuvieron que, en cierto momento, se llevan a cabo, culminaciones de esos cambios cuantitativos, saltos de los fenómenos por medio de los cuales aparece una realidad esencialmente diferente, los llamados cambios cualitativos. Se han puesto como ejemplo sencillo, los aumentos en la temperatura del agua (cambios cuantitativos) que, llegados a un cierto punto, por ejemplo, a los cien grados Celcius, causan una modificación esencial, dan lugar a la aparición del vapor (cambios cualitativos). Ha sido frecuente, también, poner como ejemplo este movimiento de la realidad con los cambios que sufre un feto en el seno materno que, llegado el momento, provocan el parto, el nacimiento de un nuevo ser. Nada ni nadie se escapa de esta rigurosa ley de los cambios cuantitativos que se transforman en cambios cualitativos. Estados Unidos, tampoco. Suceden allá cambios importantes, le llegará su momento a la modificación esencial. Surgirá una nueva sociedad.
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