La debacle en salud no solamente está presente por los enfermos de covid-19 que ya han saturado prácticamente todos los hospitales de la CDMX y del Valle de México, y por la incapacidad y negligencia gubernamental para adquirir todo el equipo necesario para proteger al personal médico, así como todos los insumos, incluyendo, en primer, lugar la cantidad de ventiladores que se requerirán en la etapa de mayor contagio; también está en la imposibilidad de prácticamente todos los hospitales públicos para recibir y atender enfermos con otros padecimientos, para aquellos, por ejemplo, que requieren de diálisis o hemodiálisis; está en usar recursos públicos en obras que en este momento no son prioritarias, o en proyectos inviables; está también en el abandono gubernamental del derecho a la salud y en anteponer sus intereses de partido o de grupo para ver a quiénes se apoya o a quiénes se deja simplemente en el abandono con la ya desgastada táctica de "ni te veo, ni te oigo".La crisis aumenta y el hambre llega a hogares que antes, al menos, tenían para medio comer.
Así, con esa insensibilidad e indolencia se comportan el presidente López Obrador y algunos gobernadores, que son hoy parte de sus aplaudidores, sea porque realmente los tiene convencidos de su proyecto de nación o porque así conviene a sus intereses como gobernadores, o bien, simplemente porque consideran que de este modo están a buen resguardo, cobijados por buena sombra ante cualquier infortunio que les pueda deparar el destino.Uno de los gobernadores evidentemente panegirista, aparte del de Hidalgo, es el también priista, del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, que siguiendo las "enseñanzas" del presidente de la república y que con su porte mayestático, niega solución a miles de mexiquenses y ahora, ante la pandemia, simplemente desatiende el llamado de auxilio de los alcaldes de Chimalhuacán e Ixtapaluca para que equipe y dote los hospitales de ambos municipios y puedan estos atender a todos los contagiados por el coronavirus SARS-CoV-2.
Insensibilidad e indolencia porque el presidente se empeña en sus proyectos, por demás técnica y financieramente inviables, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, cuando miles de mexicanos están muriendo, sí, por el contagio de un virus, pero también por la insolvencia del Estado mexicano para procurar su salud; prefiere sus proyectos o caprichos que invertir en miles de aditamentos e insumos médicos de calidad; a él, que dijo "primero los pobres", no lo conmueve que muchos enfermos por coronavirus SARS-CoV-2 u otra enfermedad deambulen horas, días, buscando un hospital que los reciba; al señor Presidente no le perturba en lo más mínimo el reclamo de millones de mexicanos para que se les dote de un programa emergente de alimentación, y al menos con un salario mínimo a todos los desempleados; desde que llegó a palacio nacional "no ve, ni oye" absolutamente nada.
Y así se comportan los gobernadores del Estado de México y de Hidalgo, que tampoco ven y tampoco oyen, sólo aparecen en los medios para que los contemplen y escuchen, colmando su ego, pero por todos lados tienen reclamos de alimentos, de apoyo económico para los que trabajan por su cuenta y que no eran asalariados; protestas se han sumado de tianguistas, músicos, meseros, trabajadores del volante, amas de casa, campesinos, etc., y los señores, ausentes de la realidad, del viacrucis que viven sus gobernados.Los gobernantes deben tener en cuenta que en tiempos de crisis, como la que estamos padeciendo, su figura se desdibuja más rápidamente cuanta mayor sea su demagogia y simulación: mientras se habla de "programas", "ayudas", etc., que la gente solo ve en la televisión u otros medios de comunicación, pero jamás en sus casas o comunidades; cuando se nos dice que tantos y tantos miles de millones se han invertido en salud, pero la gente muere por cientos diariamente y los crematorios y panteones también empiezan a saturarse; cuando se dice que hay suficientes camas y respiradores, pero todos los hospitales públicos rechazan al enfermo y lo obligan, junto con sus familiares, a vivir toda una odisea para encontrar atención médica, o cuando llegan al hospital y ven que su opción son unas sillas en una improvisada sala de espera, y a decenas de enfermos que llevan horas esperando atención; entonces, todo ese discurso mareador del presidente o de los gobernadores se transforma en el ánimo del ciudadano en desilusión y coraje.Dice Thackeray en su obra La feria de las vanidades que, "todo mundo puede insultar impunemente a la pobreza y a la desgracia", creo yo que no por toda la eternidad.
Si partimos del hecho de que tanto el presidente de la república, como los gobernadores aquí mencionados, son los líderes del país y de sus respectivos estados, entonces, ¿por qué la ciudadanía no atiende ni les obedece cuando la llaman a quedarse en casa para evitar la propagación del virus? Debiera ser una señal de su verdadera ascendencia sobre sus gobernados, y que a su orden le falta complementarla con acciones verdaderas y efectivas para toda la población.
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