Después de la euforia que causa la fiesta más bonita y de más tradición de nuestro país, y después de haber disfrutado ricos panes de muerto, y después de poner las ofrendas para nuestros difuntos, viene nuevamente una fiesta, la navidad.
La navidad, una festividad que ha invadido gran parte del mundo y que ha sido promocionada de una manera muy efectiva por The Coca-Cola Company, empieza por lo menos a prepararse desde el 3 de noviembre, tan solo un día después de sentir la mexicanidad a flor de piel. Tal vez no diga ni una cosa nueva en este texto, pero trataré de hacerlo interesante.
Al ponerse color verde el semáforo epidemiológico, las actividades regresan a la normalidad sin mayor alerta, es decir, que la gente sigue muriendo de Covid, el sistema de salud sigue en malas condiciones, la gente sigue endeudada, y los problemas con el sistema educativo siguen, pero ya no es parte del dosier noticioso de las grandes empresas de comunicaciones. Puede hasta ser un axioma porque es evidente para todos.
De todos los problemas que ya mencioné y que siguen, todas por menos en el estudio más laxo y con el análisis más pobre, se puede decir que se requiere solo dinero para corregirlas, es decir que las familias necesitan dinero para educarse, necesitan dinero para curarse y los demás males, y, dándoles dinero, en efecto podrían salir del hoyo.
Y, por tanto, con este razonamiento tan enclenque, podemos decir que para que las familias pobres tengan una buena cena de navidad, sin preocupaciones de deudas, el Gobierno debe darles dinero; aunque no les alcance para nada más. ¿Qué pueden cenar?, si viven en las grandes ciudades como la CDMX o Monterrey o Guadalajara comerán lo que la tradición marca en sus comunidades, porque hay mayor posibilidad de conseguir alimentos por los grandes mercados de abasto, sin embargo, las familias de la selva de Chiapas o de los pueblos de la Sierra de Nayarit u otros, cenarán tal vez alguna cosa de tradición también, pero estoy seguro que de manera muy precaria.
Esta cena de la que hablo les saca canas verdes a muchas personas, porque quieren agasajar a sus familiares y amigos, claro, y todo el gasto que implica regalar algún juguete a los niños, todo se resume en el dinero; si tienes o no. Pero esta preocupación abarca cada centímetro del cuerpo de las familias pobres, porque todo el año están preocupados por resolver los gastos económicos.
Si usted está de acuerdo con este planteamiento tan frágil, de que darle unos cuantos cientos de pesos al mes para usted, permítame mi amigo decirle que está usted dándole la razón al presidente López, quien reparte indiscriminadamente el erario público sin siquiera disminuir una hormiga la pobreza, que, aunque es cierto que ayuda por lo menos en poder comprar alimentos durante una semana y hacer un abono a la deuda en Coppel, no soluciona el problema de raíz.
Si usted quiere cenar de manera más digna en Navidad y hacer gastos de las distintas festividades de año, debe saber que usted necesita: un empleo formal, un salario digno, pagar menos impuestos si tiene un pequeño negocio y que paguen más los que ganan más, y que el gobierno garantice una justa distribución de la riqueza de México, si usted tiene acceso a la salud de manera gratuita, si su hijos tiene educación gratuita, si usted tiene acceso a la vivienda digna, así, y solo así, my friend, usted podrá vivir más tranquilo.
Y podrá esperar al panzón de barba blanca sin prisas, para poder conmemorar uno de los episodios más importantes de nuestro país, el inicio de la Revolución Mexicana que mucho aporta a las ideas y políticas de un México que casi se extingue, porque ya saben quién; está borrando los vestigios.
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