En el año 2007 se creó a través de la Secretaria de Educación Pública (SEP), el Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC), que llegó a implementarse en 27 mil escuelas con altos niveles de marginación que contaban con una matrícula de 3.6 millones de niños beneficiados, dos fueron los propósitos principales:
1. Ofrecer a los estudiantes más humildes horas adicionales en la escuela, buscando generar un mayor desempeño académico y el desarrollo de actividades cívicas, de humanidades, de ciencia y tecnología, así como artísticas y deportivas, para lo cual, se estableció el horario de 8 de la mañana a las 4 de la tarde y desde luego que los resultados del programa se reflejó en el desempeño académico de los estudiantes de esas escuelas que mejoró significativamente en la prueba nacional Enlace, de acuerdo con Carlos Urzúa (El Universal, del 7 de marzo).
2. Proporcionar desayunos y comidas a los niños de las escuelas ubicadas en comunidades rurales de las más pobres del país, ya que casi el noventa por ciento de las escuelas contempladas por el programa, eran de este tipo y, una quinta parte de ellas, estaban en zonas indígenas, datos también proporcionados por el doctor (El Universal, del 7 de marzo). En los hechos, el programa representó una verdadera alternativa para la niñez de estos centros educativos, porque la comida que ingerían en ellos era la más nutritiva de su día y en muchos casos, lo único que comían en todo el día. Pero, además permitía, sobre todo a las mujeres que desempeñan la doble función de ser madres y jefas de familia al mismo tiempo, trabajar fuera de casa para la manutención de los hijos, con alguna garantía de la seguridad en la integridad física de los infantes.
El pasado 28 de febrero la SEP, a través de su titular Delfina Gómez, anunció la desaparición del programa, lo que constituye un despropósito total, en cuando menos dos sentidos: 1. Porque es un golpe artero a la educación de la niñez más humilde de nuestro país, nadie debería oponerse a los esfuerzos por elevar la calidad educativa; y menos el presidente López Obrador y su secretaria Delfina Gómez, por el contrario deberían tener una posición de respaldo entusiasta al programa que fue incluso alabado en su momento, por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Esto demuestra en los hechos, el desprecio del Gobierno federal, por quienes harán grande (o pequeño) el México del mañana.
3. Porque prevalece el interés electorero y las ocurrencias clientelares en todas las acciones de gobierno y, este caso es un ejemplo plástico de ello. Se trata de que la SEP, a través del programa La Escuela Es Nuestra (LEEN) y por conducto de los propios padres de familia y maestros, integrados a los comités escolares, apliquen este programa que, de acuerdo con sus reglas de operación tiene como único objetivo mejorar la infraestructura de las escuelas, por lo que no habría la posibilidad de tener los servicios de Escuelas de Tiempo Completo, así, lo dio a conocer la secretaria Gómez; a quien inmediatamente el presidente le corrigió la plana, al poner como argumento principal del artero ataque contra la niñez más vulnerable, su trilladísima lucha contra la corrupción y los intermediarios.
“De acuerdo con la propia Auditoria Superior de la Federación (ASF), no existen pruebas de que 573 millones de pesos del programa LEEN hayan sido gastados para mejorar la infraestructura de los planteles, objetivo del programa. Esto significa la mitad de los mil 187 millones de pesos del presupuesto auditado en 2020”, así lo dio a conocer Animal Político, el pasado 3 de marzo. Estos datos oficiales evidencian, una vez más, que la lucha anticorrupción de que tanto se vanagloria el presidente, es una farsa; porque el programa LEEN carece de mecanismos eficaces de control, supervisión y seguimiento a los apoyos otorgados y más bien es utilizado para comprar conciencias de padres y maestros, con claros tintes electorales.
También es claro y evidente que el gobierno de López Obrador ya se gastó todo el dinero que gobiernos anteriores tenían ahorrado para emergencias, así como el de los Fideicomisos y necesita más, porque su política clientelar es un barril sin fondo, por eso, ahora se gastará el del PETC, sin importarle el destino de la niñez de nuestra patria. Que será el sector que directamente recienta dos impactos negativos por esta maniobrera decisión, una es el hecho de que se agravará la desnutrición de los niños beneficiarios del programa; y el otro impacto es la deserción escolar, que fue alentada por la pandemia sanitaria y que ahora se agudizará, porque los padres y madres de familia tienen que tomar la decisión de que muchos de sus hijos comiencen a trabajar a temprana edad, para que contribuyan a completar el magro ingreso familiar.
Los mexicanos tenemos que concientizar la difícil situación de la educación en los últimos tiempos, que se agudiza, como muchos otros problemas (seguridad, economía y salud), en el gobierno López obradorista y estamos llamados por la realidad a intensificar y acelerar, la organización de los más desposeídos para hacer frente a todos los atropellos que están conduciendo al país a un barranco sin fondo, la mano fraterna del Antorchismo Nacional está tendida. Que conste.
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