La educación en México se ha convertido en un tema de gran relevancia y preocupación, ya que el sistema educativo enfrenta diversos problemas que afectan su calidad y equidad. Estos problemas van desde la insuficiencia en la oferta educativa y la falta de recursos, hasta la falta de una estrategia a largo plazo y la distribución desigual de los recursos.
La actual situación de crisis que presenta el sistema educativo, en nuestro país, se ha remarcado más en este sexenio donde está gobernando Morena y a la cabeza López Obrador. Así pues, la educación en el país enfrenta una serie de desafíos fundamentales que requieren un enfoque social holístico para una transformación efectiva y aunque se han logrado avances notables en términos de acceso a la educación en las últimas décadas, las disparidades persistentes y los problemas estructurales exigen una acción concertada y coordinada para garantizar una educación de calidad para todos.
En los últimos años, se ha observado una evolución en la tasa de alfabetización en México, aunque también se han presentado desafíos en términos de calidad educativa y gestión dentro del sistema educativo. La falta de inversión en infraestructura escolar ha generado carencias en las escuelas, lo que afecta el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Datos presentados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), indican que el total de mexicanos que presentan rezago educativo pasó de 23.5 millones a 24.4 millones entre 2018 y 2020. La calidad de la educación en México es difícil de medir y se ha visto afectada por diversos factores, como la falta de recursos, la falta de capacitación docente y la falta de estrategias a largo plazo; La calidad también es un problema crucial y uno de los desafíos más prominentes es la desigualdad educativa.
Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), existe una brecha significativa en el nivel de aprendizaje entre las zonas urbanas y rurales. En las pruebas estandarizadas, los estudiantes rurales tienden a obtener puntajes más bajos en comparación con sus contrapartes urbanas. Además, existe una disparidad regional marcada, con estados del sur, como Chiapas y Oaxaca, que enfrentan dificultades sustanciales en términos de acceso y calidad educativa.
De acuerdo con los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México se ubica por debajo del promedio en Matemáticas, lectura y ciencias. En el informe PISA 2018, el 56.2 por ciento de los estudiantes mexicanos no alcanzó el nivel mínimo de competencia en Matemáticas. Esto resalta la necesidad de revisar los métodos de enseñanza y fortalecer la formación docente para mejorar los resultados educativos.
La deserción escolar es otro problema acuciante en México. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de abandono escolar en el nivel medio superior fue de 5.6 por ciento en 2020. Factores como la pobreza, el trabajo infantil y la falta de apoyo familiar contribuyen a este problema. La deserción escolar no solo limita las oportunidades de desarrollo individual, sino que también perpetúa la desigualdad social y económica.
Datos presentados por el Coneval indican que 21.6 por ciento de la población en México vive en situación de pobreza. Garantizar que las comunidades tengan acceso a instalaciones adecuadas y recursos educativos es fundamental para cerrar la brecha educativa.
Además, es crucial fortalecer la formación continua de los docentes. Según la OCDE, en 2019, el 68.7 por ciento de los profesores en México no había recibido ningún tipo de formación en los últimos 12 meses. Brindar oportunidades de capacitación y actualización permitirá a los educadores implementar enfoques pedagógicos modernos y centrados en el estudiante.
La actual situación de crisis que presenta el sistema educativo, en nuestro país, se ha remarcado más en este sexenio donde está gobernando Morena y a la cabeza López Obrador. Así pues, la educación en el país enfrenta una serie de desafíos fundamentales que requieren un enfoque social holístico para una transformación efectiva
La tecnología también puede ser una herramienta poderosa para mejorar la educación. Según la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), en 2021, el 65 por ciento de la población en México tenía acceso a internet. Integrar la tecnología en el aula puede enriquecer el aprendizaje y llegar a estudiantes en áreas remotas. Sin embargo, es esencial garantizar que esta integración sea inclusiva y no profundice las desigualdades existentes.
En México, la educación no solo debe buscar transmitir conocimientos, sino que también debe tener como prioridad el formar mexicanos comprometidos con su país, capaces de contribuir al desarrollo social, económico y político de México. Para lograr esto, se necesita abordar y resolver los problemas educativos de manera integral, buscando soluciones que promuevan la equidad, la inclusión y la calidad educativa. Es necesario garantizar un futuro prometedor para las generaciones venideras, se debe tener un enfoque social integral para abordar estos desafíos requiere medidas específicas, en primer lugar, es esencial invertir en infraestructura educativa en áreas marginadas.
La reforma educativa promovida por la gestión de López Obrador presenta deficiencias en cuanto a la ausencia de una visión a largo plazo respaldada por pruebas y la falta de medidas prácticas para su implementación efectiva en los entornos escolares. La falta de recursos e inversión en infraestructura para la educación y la distribución desigual de los recursos han generado problemas educativos y un entorno de pobreza. Las escuelas más vulnerables son las que presentan mayores carencias en infraestructura.
En conclusión, la educación es insuficiente y desigual, y su calidad es difícil de medir; en el país no solo se observa una carencia en la disponibilidad de programas educativos, sino que también existe una insuficiencia notable en cuanto al número de educadores, los recursos disponibles y la inversión destinada a la mejora de la infraestructura educativa.
De hecho, según datos recientes, el déficit de profesores en relación con la demanda estudiantil se ha vuelto un desafío apremiante, México se enfrenta a desafíos complejos que requieren un enfoque social integral. La desigualdad educativa, la calidad y la deserción escolar son problemas que deben ser abordados con políticas inclusivas y transformadoras.
Al invertir en infraestructura, formación docente y tecnología educativa, México puede avanzar hacia un sistema educativo más equitativo y de calidad, brindando a las nuevas generaciones oportunidades reales de crecimiento y desarrollo.
Además, la educación debe tener un enfoque social que promueva la formación de ciudadanos libres, participativos y responsables, capaces de ejercer y defender sus derechos. Aunque no se quiera reconocer por el presidente, la brecha social es abismal en México, producto de una política pésima en materia educativa y eso ha generado un rezago y falta de equidad en el acceso a la educación.
Pero a López Obrador todo esto le entra por un oído y le sale por el otro, lo peor de todo ni se inmuta ni preocupa. Mientras tanto, en el país del “No pasa nada”, los más pobres seguiremos sufriendo las consecuencias y carencias de un sistema educativo muy lejos de esos países que se han puesto a la cabeza dando muestra de desarrollo que les ha brindado un modelo educativo enfocado en beneficio de sus habitantes.
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