Mucho se presume, en los diversos medios de comunicación alcahuetes de la 4T, sobre los avances en materia educativa, con la creación de la Comisión Nacional para la Mejora Continua en 2019 (MEJOREDU), que, en teoría, manifiesta un ideal educativo presentando una realidad moldeable fácil, donde interactúan y aprenden todos los actores educativos. Tras la máscara de un humanismo democrático, esta comisión pretende mejorar los resultados académicos de los estudiantes que llevan un retroceso de seis años tras el mal manejo de la pandemia en nuestro país; educando a los maestros con recetarios impresos con la característica magia del discurso y apelando a la noble conciencia del educador.
En este ciclo escolar 2022-2023, dicha institución se propuso evaluar a 21 millones de niños y adolescentes de primaria y secundaria, tanto de escuelas públicas como privadas, en las asignaturas de español, matemáticas y formación cívica; mediante un instrumento estandarizado en el que no participaron los maestros en su elaboración, sino que ocurrió lo mismo que en otros sexenios quienes bajo la premisa de evaluar para mejorar, aplicaban este tipo de evaluaciones punitivas para medir el rendimiento escolar como objetos de aprendizaje.
No se consideraron las necesidades, las diferencias ni las barreras que enfrentan los alumnos en cada región del país. Esta nueva evaluación ocasionó malestar a los padres de familia porque tuvieron que sufragar el gasto de las fotocopias y en los maestros también hubo disgustos porque la plataforma para registrar calificaciones obligatorias era deficiente y se saturó en corto tiempo. Andrés Manuel López Obrador había prometido eliminar las evaluaciones estandarizadas, tanto para estudiantes como para maestros (USICAMM), porque no dan resultados objetivos de la realidad educativa, sin embargo todo ha sido una simulación.
Se habla de los foros, de las consultas y de las mesas de diálogo que se tuvieron con docentes en servicio y directivos para estructurar un plan de estudios y un nuevo planteamiento curricular; sin embargo, los maestros seguimos en espera de que se nos tome en cuenta y nos cuesta trabajo entender una propuesta de escritorio descontextualizada de la realidad formativa de los maestros. La mayoría de los maestros desconocemos qué se está haciendo, pues los cuadernillos de MEJOREDU solo los vemos en el Internet, pero no llegan impresos a las escuelas ni hay alguien que nos ayude a traducir lo que esta institución pretende.
Los maestros no tenemos todos los elementos teóricos, epistemológicos, conceptuales y metodológicos para poner en práctica lo que aquí se propone. Los maestros llevamos décadas de abandono en la cuestión formativa y enseñamos como a nosotros nos enseñaron en la escuela tradicional. Entendemos que el diálogo es fundamental en el proceso de fortalecimiento, compartir experiencias con los demás pero ¿Y los fundamentos teóricos donde quedan? Solo repetimos cada ciclo y alabamos nuestro trabajo resultado de nuestras propias limitaciones.
Ningún gobierno, incluyendo el actual, ha elaborado un plan serio para abatir el rezago educativo que hoy se agudizó por el mal manejo de la pandemia con el programa Aprende en Casa. El presupuesto austero para educación se ve reflejado en el deterioro constante de las escuelas y la falta de material didáctico, laboratorios y aulas de aprendizaje interactivo.
Los maestros trabajamos en condiciones lastimeras ante la falta de mobiliario, equipo electrónico, electricidad e internet, así como de espacios físicos para permitir el acceso a alumnos con discapacidad. En Oaxaca hacen falta más de dos mil nuevos maestros para atender la demanda de las comunidades en educación básica, también es necesario mejorar los salarios de los trabajadores de la educación para motivar su desempeño, pues obtiene mejores ingresos un elotero que un profesor.
Para reducir el rezago educativo se debe aumentar el presupuesto educativo destinándolo a mejorar la infraestructura de las escuelas, a la formación docente y a un salario digno. Es tiempo de organizarnos escuela por escuela para salir a manifestarnos por una educación pública, verdadera sin simulaciones.
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