MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿De verdad se combate la inseguridad en la Ciudad de México?

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Resistencia, o al menos no encuentro otro calificativo en estos momentos que le den nombre a la tremenda e incansable vida de nuestros compatriotas. Vivir en la Ciudad de México es como vivir en Colombia en los años 70-90s, en pleno apogeo de los Carteles de Cali y Cartagena; es como habitar un lugar que no estando en guerra, tiene el mayor número de muertes violentas. 

Pasear por la Alameda Central, que registra la mayor tasa de violación; ir de compras a La Lagunilla, un tradicional barrio comercial ubicado en la zona con mayor robo en toda la ciudad; o visitar los mercados de Tepito, que ostenta el más elevado índice de homicidios dolosos, para muchos puede representar un peligro, pero para otros no, porque en los últimos años, los citadinos han adaptado una conducta que está completamente moldeada en función de evitar ser víctimas de un delito.

Es decir, su sensación de seguridad, mucha o poca, no proviene de que puedan contar con la policía, ni de que consideren que al denunciar la autoridad les pueda hacer justicia. Su sensación de seguridad, mucha o poca, proviene del autocuidado, de las medidas personales que han implementado, como no transitar por zonas oscuras, no cargar objetos de valor, no viajar en ciertas rutas de transporte público o caminar en grupos. “El barrio es seguro; solo hay que saber el movimiento”, es la frase que usualmente escuchamos de la boca de los capitalinos, y eso, justamente, resume la manera exacta y particular forma de vivir.

Sin embargo, para el Gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, las cosas no están así, pues se ufana en decir que ha habido una reducción del 45 por ciento desde que la 4T tomó el poder político, gracias a una estrategia que implementó junto con el presidente de la República que consiste en que “no puede haber seguridad si no hay justicia, si no se combate la pobreza y desigualdad”. 

Pero para nadie es desconocido que este gobierno es fuente de sus propios datos, tanto a nivel estatal como nacional. Es decir, no tenemos manera de asegurar que lo que dice ella y su gobierno sea algo preciso y más aún porque el 94 por ciento de los delitos que realmente ocurren, no se denuncian. Pero sí podemos poner en duda lo que dice con base en la realidad latente de la ciudad. 

Veamos: 1) De acuerdo con el Coneval, la pobreza extrema creció un 163 por ciento, por lo que aquí, su gobierno, está reprobado. 2) La Ciudad se encuentra entre los tres primeros lugares nacionales en tasa de desempleo y, de acuerdo con lo que dice la Jefa de Gobierno, el desempleo genera pobreza, y la pobreza lleva a la desigualdad, y la desigualdad al delito. 3) Tener mayor presencia policial no implica mejor combate al delito, porque ya lo dice la gente y las estadísticas: los delitos no los denuncian; es cuestión de autocuidado. 4) En 13 de las 16 alcaldías, más del 60 por ciento de la población ante la delincuencia.

Ahora, aceptando que Sheinbaum nos dijo la verdad, la desconfianza está sembrada: Las estadísticas realizadas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía de Informática (Inegi), dicen lo contrario: en lo que van del mandato de Claudia, el nivel de inseguridad pasó del 44 al 46 por ciento, trayendo como consecuencia, una elevación en la tasa de mortalidad, más carencia alimentaria, mayor desempleo, mayor índice de muerte, etcétera. Es decir, ¿no les parece absurdo el discurso de nuestra jefa de Gobierno? ¿A quién quiere engañar?

El que se lo crea, está profundamente cegado por una falsa esperanza que ha venido desarrollando este gobierno. Esperanza que no ha servido para otra cosa sino para alimentar y fortalecer a los que ya están en el poder. O ¿Qué medidas hemos visto que se implementen para resolver este fenómeno? ¿Ha aumentado el bienestar de las familias capitalinas? ¿Se vive más tranquilo? Yo creo que no.

El problema que atraviesan los capitalinos es un problema nacional. No es un error que solamente esté cometiendo la doctora Claudia, sino todo el aparato de gobierno en general. Es una cadena. Lo que afecta en un lado, repercute en el otro. Se medio pone la cobija en una parte y se desprotege otra. Es decir, este gobierno está fallando y está afectando terriblemente a la población. 

Ante este panorama que parece sacado de una película de terror, no nos queda de otra más que la organización de las masas y la sustitución de un gobierno demagógico por uno que realmente sirva a los intereses del pueblo. No queda de otra.

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