Ya estamos en pleno proceso electoral, y aunque oficialmente no han empezado las campañas, los medianamente informados, sabemos que éstas iniciaron hace mucho, que, con todo y las prohibiciones, quienes aspiran a los puestos de elección popular, con sus ejércitos de activistas, día a día recorren pueblos y colonias, intentando granjearse el favor de los votantes, para lo cual corren ríos de apoyos asistencialistas.
A pesar de esta cuestión, que es por demás obvia, y que parece no registrar la ciudadanía, no se ve a los aspirantes demostrar que conocen en serio a la sociedad que dicen querer representar, señalando las carencias, los problemas y, sobre todo, con qué proyectos en concreto proponen corregir los problemas que detectan y cómo los aplicarán de salir avante con la aprobación de los electores. Antes, por el contrario, concentran sus baterías en señalar los errores de sus adversarios o de quienes han ocupado los puestos que anhelan.
Los tiempos que vivimos, en el contexto de la Pandemia, con la crisis económica en la que la sociedad mexicana se ha visto indefensa ante la inacción de la inmensa mayoría de gobernantes de los distintos niveles, demostraron a su vez, que existe también una crisis generalizada en los institutos políticos en nuestro país y, sobre todo, en la forma de hacer política, cuestión que se muestra como el principal obstáculo para encontrar la ruta de salida a esta terrible situación.
De lo anterior se desprende una pregunta obvia. ¿Y qué hacer entonces? Entender que se debe cambiar la forma de hacer política. Para lo cual debemos entender que el que la mayoría de los partidos políticos actuales estén en crisis, no quiere decir que no se pueda corregir la política, porque con todo y esta situación por la que atraviesan no dejan de ser el instrumento de nuestro sistema democrático mediante el cual se accede a los puestos de gobierno, desde los cuales se elaboran y aplican las políticas de gobierno que nuestra sociedad requiere. La cuestión radica en que se les debe dar un uso distinto.
Pero esta no es una cuestión tan sencilla y dada la poca participación de los ciudadanos en nuestro país, debemos visualizar dos momentos de este necesario proceso de redireccionamiento político. El primero, participar activamente y dado que el próximo proceso electoral está, como decía yo líneas arriba, exigir que aquellos que desean acceder a los cargos públicos, hablen y discutan de los temas que nos interesan a los ciudadanos, que se comprometan a analizar y tomar en cuenta los problemas que nos aquejan a los mexicanos y, sobre todo, que hagan compromisos serios de cambiar la forma de hacer política, la forma de elaborar sus proyectos de gobierno y de rendir cuentas a los electores.
Por ello, decimos en esta colaboración que hay que colocar en a la agenda de los candidatos los temas trascendentales que necesitan atenderse en el contexto de la pandemia. A continuación, algunos datos que debemos tener en mente los oaxaqueños:
De principios de 2019 a finales del 2020, la pobreza en Oaxaca aumentó, pasando de 951, 458 a 1, 027, 611 personas, es decir, 107 089 personas cayeron en pobreza en ese periodo.
El Inegi dice que para el primer trimestre de 2020, había 190, 905 personas que buscaban empleo, y tan solo seis meses después, ya eran 411, 636 personas disponibles y en busca de empleo , lo que indica un aumento de 220, 731 personas.
La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) declaró que en el 2020 se dio el cierre de 110 empresas, y de las 260 que aún quedaban afiliadas, 70 se encontraban sin realizar actividad alguna, lo que podría provocar el cierre de otras 40 por lo menos.
Según el Coneval, en Oaxaca se otorgan apoyos económicos aproximadamente al 85% de la población del estado. Para el tercer trimestre de 2020 se encontró que, de las 1,733, 691 personas empleadas, 981,586 personas no superaban los dos salarios mínimos.
Según el Coneval, la pobreza sigue existiendo a pesar de los programas de gobierno, dada la carencia de políticas públicas efectivas, pues no han podido disminuir los niveles de pobreza ni romper la brecha de la desigualdad en los ingresos. Según el informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social del 2018, el problema recae en la mala Planeación sobre los recursos del fondo de Aportaciones para la infraestructura social (FAIS), destinado a la entidad, pues se sigue invirtiendo en zonas económicamente activas en el estado, dejando atrás aquellas en las que se consideran poco redituables dichas inversiones.
Es decir, de estos datos, se puede y se debe desprender necesariamente el proyecto de gobierno, según sea el nivel y su jurisdicción, de quienes busquen gobernarnos. Pero esto no debe sólo quedar a nivel de planteamiento, debe inevitablemente, esgrimirse como demanda por parte de cada uno de los sectores de nuestra sociedad. Esto implica que los mexicanos, nos organicemos según sea nuestro sector, área o zona de acción, para que organizados, discutamos nuestras necesidades y así en bloques o grupos organizados, propongamos nuestras demandas.
Esta organización no deberá terminar una vez que concluya el proceso electoral, por el contrario, deberá no sólo continuar, sino fortalecerse, para vigilar y exigir su cumplimiento. Esto es participar activamente en política, y esto será la única garantía de que nuestras legítimas demandas sean atendidas y dejemos de darle cheques en blanco a los políticos.
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