A tres semanas de los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas en la sierra Tarahumara los representantes de la Iglesia Católica no sólo denunciaron el hecho trágico y lamentable sino que han pasado a la acción, pues no se quedaron solamente con la crítica a la fallida estrategia de seguridad del presidente López Obrador sino que han convocado a su feligresía a jornadas por la paz durante el presente mes y la invitación a expertos en seguridad, legisladores, actores políticos y sociales, etc., para que se sumen a una discusión amplia sobre el tema y así proponer alternativas viables. Y no es para menos, una vez que el presidente los ha descalificado y enlodado, como lo ha hecho con otros actores que se oponen a sus ocurrencias, y han tomado la iniciativa este domingo pasado en sus homilías a nivel nacional, dando cuenta del clima de inseguridad que reina en todo el país.
Para enfrentar la situación de un México salpicado de sangre, como lo dijo recientemente monseñor Ramón Castro, hay que cambiar la estrategia de seguridad equivocada, pues pocos creen que con abrazos y no balazos se acabará la violencia, al contrario, es cuando más se han empoderado los grupos criminales a lo largo y ancho del territorio nacional; pero es claro que como bien dice la canción y los mismos representantes de la iglesia lo saben, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz.
Por supuesto la iniciativa de la Iglesia Católica es oportuna y valiente, ojalá encuentre eco en las altas esferas del gobierno, aunque ya el presidente en una mañanera rompió lanzas contra ellos, las acciones anunciadas siguen su curso y los mexicanos bien nacidos debemos estar atentos, apoyar estas y otras iniciativas de la sociedad civil que busquen un cambio de raíz en el combate a la inseguridad y la impunidad que ha sentado sus reales en las dependencias de procuración de justicia.
Sin embargo, cambiar de raíz la situación de violencia y de inseguridad no es cosa menor, ya que se requiere cambiar la injusta distribución de la riqueza en el país, hoy tenemos casi 4 millones de pobres más contabilizados en tan sólo dos años, cientos de miles de jóvenes dejaron de estudiar por la pandemia y el mercado laboral para quienes recién egresan está en sus mínimos porque la economía no crece y los escasos empleos creados no satisfacen la demanda creciente, además los salarios de por sí bajos pierden poder adquisitivo ante el aumento de la inflación.
México necesita un cambio de modelo económico que privilegie la creación de empleos bien remunerados, hacer que los que ganen más paguen más impuestos y con ello darle una reorientación al gasto social en beneficio de las mayorías empobrecidas, aumentado el gasto en rubros como la salud, la educación, la cultura y el deporte. Eso implica un pueblo organizado y consciente que tome en sus manos el poder político en México, a esa gran tarea nos convoca el Movimiento Antorchista Nacional.
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