Si en esta sociedad no existieran diferencias entre los intereses económicos de las clases sociales que la integran, si el interés de unos fuera el interés común, el de procurar que los productos del trabajo social beneficien equitativamente a todos sus integrantes; si la concentración de riqueza en unas pocas manos fuera un error, un simple descuido, entonces, los buenos deseos, las afirmaciones, los postulados en los que desea el presidente Andrés Manuel López Obrador fundamentar sus propuestas y acciones para terminar con la pobreza, serían de lo más eficaces y nuestro país tendría, ya, una buena cantidad de personas que habrían dejado atrás la miseria o estarían en vías de hacerlo.
Si los intereses de las clases dominantes no estuvieran férreamente protegidas, por una serie de medidas coercitivas que funcionan como marco legal establecido por los dueños del poder y, al mismo tiempo, por cuerpos represivos que funcionan bajo ese marco normativo y otros que necesitan para funcionar el amparo de la oscuridad y el anonimato, como aquellos que cometieron el abominable crimen en contra de Conrado Hernández, Mercedes Martínez y de su hijo de seis años; bastaría con la palabra, con el ejemplo moral para lograr una distribución más equitativa de la riqueza, para terminar con la pobreza que lastima a millones de personas en nuestro país y en el mundo.
El análisis que hacen los ideólogos al servicio de la clase dominante, las medidas y acciones que emanan del estudio que realizan acerca de los problemas sociales por los que atraviesa nuestra sociedad concreta, están impregnados de deficiencias, de errores y, por lo tanto, dichas políticas sociales que se aplican o intentan aplicar, carecen de toda efectividad y en algunas ocasiones resultan contraproducentes; es decir, hacen más daño que beneficio.
Una de las causas de la obtención de resultados equivocados o insuficientes es que quienes los obtienen no pueden, cuando efectúan el análisis de la sociedad actual, desligarse de la naturaleza de clase del conjunto de sus concepciones; es decir, de su ideología.
Parece algo sin importancia, sin embargo, no lo es. Lenin señalaba que este sencillo hecho, imposibilita a los sociólogos para analizar con acierto los acontecimientos históricos y determinar las tendencias de su desarrollo.
Precisamente esto es lo que sucede con el análisis y los resultados a los que llega López Obrador al ubicar a la corrupción como la causa fundamental de la pobreza de millones de mexicanos. Ese es el primer error; el segundo consiste en dirigir hacia ese fenómeno social todos los esfuerzos y recursos para intentar combatirla. Además, todavía hay algo más grave que un simple error por descuido; con el insistente señalamiento de esta aparente causa, se engaña a los ciudadanos al ocultarles la verdadera causa de la pobreza, al intentar encubrir al verdadero enemigo del pueblo trabajador: el capitalismo.
En contraposición, el método utilizado en este texto para demostrar los errores de López Obrador, el método dialéctico nunca olvida la relación del ser con los factores, sociales y naturales del medio en el que se desenvuelve y el cómo estos influyen en la formación y percepción de los diferentes tipos de fenómenos por parte de los individuos.
Pocos son los libros que efectúan un análisis, certero, crítico sobre las condiciones económico-sociales y de los personajes, producto de esas condiciones, de las cuales, los individuos no pueden romper sus ataduras ni su influencia. Escasas son las obras literarias que develan las verdaderas aspiraciones e intereses reflejados en los discursos.
Uno de los aspectos importantes de este libro “De la esperanza a la decepción”, escrito por el ingeniero Aquiles Córdova Morán, secretario general del Movimiento Antorchista Nacional es, precisamente, ese, el que, en la recopilación de 18 años de análisis materialista del origen y formación de clase de López Obrador, demuestra paulatinamente los errores en los que incurre y el lo benéfico que resultan sus medidas, pero no para los pobres, sino para los grandes empresarios.
No es esta la única importancia que merece ser resaltada; también es necesario considerar otra que está relacionada con la falta de un análisis exhaustivo al momento de considerar las variables para tomar una decisión adecuada: la advertencia a tiempo. El texto ofrece evidencia de que a tiempo se advirtió a la opinión pública de los peligros y consecuencias negativas que para el pueblo pobre traería la posibilidad de que el grupo encabezado por Andrés Manuel López Obrador llegara a ganar la presidencia de la república.
Elegir otras opciones políticas, obligados solamente por el fastidio, el hartazgo, puede conducirnos a cometer errores, como es posible percatarse por la dolorosa realidad que hoy padecemos: falta de medicinas porque hubo recortes al presupuesto a la salud, falta de obra pública necesaria en las comunidades porque el recurso fue asignado a los proyectos inservibles que no resuelven el problema de la pobreza; al contrario, nos hunden más en la miseria mientras los grandes empresarios se hacen cada vez más ricos.
La demostración del error que cometía el ahora presidente cuando al sostener que acabando con la corrupción se terminaría la pobreza, no fue producto de la casualidad ni de las artes nigrománticas, sino la aplicación consecuente, rigurosa del método dialéctico.
No es ella, la corrupción, la fuente del enriquecimiento de unos y la causante de la pobreza de la mayoría; vistas así las cosas parece lógica la deducción. Sin embargo, es el capitalismo, el modelo neoliberal de donde emanan los males sociales que aquejan al pueblo humilde, incluyendo la corrupción.
Con la aplicación del método dialéctico se llega a descubrir lo que está oculto en todos los fenómenos, lo que no se alcanza a distinguir a simple vista y que, por lo tanto, este conjunto de principios de investigación teórica, la dialéctica, nos permite ofrecer una solución más acertada, más objetiva, para resolver los problemas desde la fuente que los origina.
Por ejemplo, actualmente, en la entrega de los apoyos monetarios a ciertos sectores de la sociedad, se comete el error de creer que el dinero proviene de quienes entregan el recurso, o sea, del gobierno, pero no se alcanza a distinguir que los funcionarios gubernamentales sólo están usando, repartiendo, manipulando para beneficio de la camarilla en el poder, la riqueza generada por los trabajadores, a cambio de garantizar su voto en las próximas elecciones.
Sin embargo, la verdadera demostración de lo errático de las medidas, la proporciona la realidad, ella nos ofrece las pruebas suficientes para comprobar lo que el ingeniero Aquiles Córdova Morán vaticinaba desde hace tiempo: los escándalos de corrupción en las instituciones del actual gobierno, como Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), el Instituto Nacional de Migración (INM), el olvido de los servicios de salud, la creciente violencia que vive nuestro país, producto del fortalecimiento de los grupos dedicados a las actividades ilícitas, son una muestra irrefutable de que la corrupción continúa vigente.
Para no caer en el subjetivismo, peligroso en la ciencia social, para poder identificar los aspectos importantes, fundamentales de todo fenómeno de la sociedad y separarlos de los derivados o secundarios, debemos partir, como lo hace este libro, de un criterio objetivo, de las relaciones de producción; con este principio como eje de análisis, evitaremos el análisis superficial y habremos de reconocer el engaño oculto detrás de las iniciativas de gobierno que sólo nos conducen hacia el aventurerismo falto de toda seriedad y a infringir un profundo daño a nuestro pueblo trabajador.
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