Hilda Islas investigadora de CENIDI-DANZA, aborda en uno de sus capítulos de su libro “Tecnologías Corporales: Danza, Cuerpo e Historia”, el vínculo existente entre danza y sociedad, destacando que son reducidos los estudios que se aproximan a la relación de la danza con las condiciones sociales de una época determinada. La mayoría de los estudios hablan acerca de la danza de las sociedades tradicionales con un enfoque del comportamiento de los individuos dentro de una determinada sociedad.
Actualmente es importante conocer la vinculación de los aspectos internos de la danza con los aspectos sociales externos y cómo influyen estos últimos en la danza.
Las danzas tradicionales de las sociedades no industrializadas se vinculan de una forma distinta con su contexto a diferencia de las danzas escénicas, las cuales, surgen en las sociedades modernas cuya escenificación responde a parámetros profesionalizadores. Ambas contienen modalidades distintas a partir de su producción, distribución, consumo y campo artístico, y, por tanto, sus aspectos internos son diferentes.
Según la antropología, la danza tradicional tiene dos puntos de vista desde los cuales se le puede analizar: la funcionalista y la estructural.
La funcionalista al surgir tiene como objetivo inicial la preservación y el rescate de las danzas, y con el tiempo se enfocó al contexto y no a la estructura dancística. Su preocupación básica es determinar que tiene que ver la danza con los ámbitos biológicos, físicos, psicológicos y social de los individuos en comunidad, y preguntarse de qué manera contribuye la danza al funcionamiento de la cultura general, es decir, el enfoque funcionalista se aboca en determinar la significación de la danza en su contexto.
La estructuralista se empieza a desarrollar en torno al objeto de estudio de las tradiciones folklóricas europeas. Se enfoca en la forma de la danza, y no tanto en su relación con su contexto.
Dentro de la danza escénica, se pone atención en los aspectos internos del desarrollo del ballet analizando la historia de esta manifestación con el concepto de base técnica.
Amparo Sevilla investigadora titular de la DEAS-INAH, menciona que las diversas manifestaciones culturales ya artísticas, vistas a partir de su contexto, son agentes activos dentro de una sociedad. La cultura, el arte y la danza no son fenómenos legibles al margen de los grupos sociales que los producen, ni de las relaciones de desigualdad entre ellos. Vincula las danzas tanto en sus aspectos simbólico como constructivos: el campo artístico concede a las danzas su inserción social en términos de acciones específicas, de modos de producción concretas y de relaciones sociales concretas, y en el marco las danzas asumen su forma y significado social.
Sin embargo, la danza además de ser una interpretación simbólica corporal de la realidad, es elaboradora de esa realidad, a través de los modos de producción de los cuerpos. Por tanto, no podemos desprender el estudio de la danza ya sea tradicional o escénica, con su contexto histórico, independientemente de su forma de estudio, ya que ha influido en la transformación de estas.
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