La complicada situación que viven miles de familias de escasos recursos económicos en la entidad es similar a la que padecen millones de familias pobres del país, y esto es así, porque cada día es más evidente, que la terrible desigualdad en la que vivimos provoca una depauperación mayor de las condiciones de vida de las clases trabajadoras; mientras en el otro extremo, existe un grupo cada vez más reducido y selecto de hombres que poseen tanta riqueza que en toda su vida alcanzarán a gastar.
De esta situación ha dado cuenta la prensa extranjera, nacional y local, afirmando que los súper ricos mexicanos son los más acaudalados de América Latina y el Caribe, pues tan sólo Carlos Slim, el dueño de Grupo Carso, concentra más riqueza que la mitad de la población mexicana —unos 65 millones de personas— y que otros 14 mil millonarios mexicanos juntos. Nadie en América Latina y el Caribe es más rico que él. Así las cosas, en nuestro país.
Ante esta realidad, es indispensable que las clases trabajadoras sepan lo que acontece y entiendan por qué sus condiciones de vida se hacen cada vez más miserables, y que la inequitativa distribución de la riqueza social crea, fomenta y profundiza esa terrible desigualdad que pone al borde de la hambruna y la inanición a los más pobres.
Con el inicio de 2023, muchos mexicanos albergaron la esperanza de que les fuera mejor, después de casi tres años de pandemia, sin embargo, para desgracia de las mayorías, la cuesta de enero se muestra tal como lo anunció a finales de diciembre de 2022, Santiago Pérez Arjona, presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas: “salvaje y muy agresiva; y si a eso le agregamos la escalada de precios y la consecuente caída del poder adquisitivo de los trabajadores, podemos afirmar que este inicio de año los mexicanos más pobres, en particular los yucatecos, viven la peor cuesta de enero de muchos años”.
El encarecimiento de los productos de la canasta básica ha repercutido en la economía de miles de familias cuyos ingresos apenas les alcanza para sobrevivir, pues continúan en aumento los precios de las verduras, el huevo, la carne y otros productos, lo que ha generado impactos negativos, no sólo en quienes adquieren estos productos, sino también en los vendedores pequeños, al disminuir considerablemente sus ventas.
En la primera quincena de enero de 2023, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) creció 0.46 por ciento respecto a la quincena anterior, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Así, la inflación general anual se colocó en 7.94 por ciento, superando tanto el 7.77 por ciento, registrado en diciembre, así como las previsiones de los economistas de un 7.86 porcentual. De acuerdo a los datos de la agrupación “México, ¿cómo vamos?”, la inflación anual por entidad federativa para esta primera quincena ubica a Yucatán en primer lugar, con el 10.3 por ciento, junto con Campeche.
En los primeros 15 días del año, la capital yucateca se colocó como la segunda más cara del país, sólo por debajo de Tehuantepec, con 10.43 por ciento y Mérida, con el mencionado 10.33 por ciento, le sigue, Campeche, Tapachula, Torreón y Acapulco. Así pues, la cuesta de enero es la más complicada en muchos años, debido a la escalada de precios que desde el 2022 no ha dado tregua a los yucatecos, en particular a los que menos ingresos tienen.
En este contexto, el presidente de la Cámara de Comercio en Pequeño, Jorge Cardeña Licona, dio a conocer que esta cuesta de enero ha sido la peor que se ha visto en años, debido principalmente a la inflación que desde el año pasado afecta notoriamente y que ésta se podría prolongar durante todo el año, debido a que los efectos inflacionarios son de talla mundial.
En los mercados de Mérida, los productos están al alza: el tomate cuesta 30 pesos el kilo, el limón 20 pesos y se anuncian incrementos en la naranja agria, la calabaza local, el plátano y la cebolla. Han incrementado su precio también, la carne de pollo y lo mismo ha ocurrido con la energía eléctrica, refrescos embotellados y los cigarros.
Mención especial merece el escandaloso incremento del precio del huevo, producto que forma parte indispensable de la alimentación las familias pobres, que supera los 100 pesos por rejilla de 30 piezas en algunos comercios y el kilo se vende hasta en 55 o 58 pesos; a esto hay que agregarle la escasez del producto motivo por el que los supermercados han tenido que restringir la cantidad de rejillas por cliente.
Lo preocupante es que la situación actual tendrá un impacto negativo en la nutrición de miles de familias yucatecas, ya que se espera que el precio del huevo continúe en aumento en las próximas semanas, por lo que se hace urgente que el gobierno estatal encabezado por Mauricio Vila Dosal, intervenga y tome medidas para solucionar esta crisis para garantizar la seguridad alimentaria y nutrición de sus ciudadanos; caso contrario, la inflación seguirá haciendo estragos en el bolsillo de las familias pobres, ya que la precariedad laboral y los bajos salarios, impiden que éstas puedan salir adelante y enfrentar situaciones económicas complicadas como la que estamos viviendo.
Urge también que el Gobierno federal contribuya a detener la inflación y junto con ella, el encarecimiento de los productos que conforman la canasta básica, implementando medidas efectivas y no solamente el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic) o bien, el Acuerdo de Apertura contra la Inflación y la Carestía (Apecic), que han quedado a deber creces en los resultados esperados.
Finalmente, los pobres debemos tomar consciencia de esta situación, entender que, hoy más que nunca es necesario e indispensable la unidad, la organización y la lucha, para cambiar esta situación de opresión, injusticia y desigualdad en que vivimos millones de mexicanos, entre ellos los yucatecos; dejar de ser polvo humano desperdigado y sin fuerza, para constituirnos en una gran organización, en un partido sólido que organizado y educado nos lleve a conquistar condiciones de vida verdaderamente humanas a las que todos tenemos derecho y que solamente lograremos si se modifica el injusto reparto de la riqueza social producida por todos.
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