Esta semana que concluye, un grupo de campesinos de la zona indígena del Mezquital, se apostó fuera de la Secretaría de Bienestar del Gobierno federal, para exigir la entrega de los recursos del programa Producción para el Bienestar, lo que antes se llamaba Procampo, apoyos que debieron haberse entregado hace más de seis meses, o sea, en marzo de este año, como ayuda para que el productor pueda adquirir los insumos agrícolas.
La protesta de los indígenas afectados fue atendida por Víctor Llamas, encargado de Producción para el Bienestar, quien expresó a los inconformes que no hay fecha para la entrega de dicho programa, poniendo como pretexto la ratificación de los productores, proceso que podría extenderse hasta diciembre de este año, situación que pone en alerta a los campesinos, pues existe -dicen- el riesgo y por consiguiente el miedo de que el recurso se pierda.
Para el campo, este programa es casi el único que dejó activo el presidente, Andrés de Manuel López Obrador, después de su llegada en 2018, porque quitó el seguro catastrófico para los productores, el Programa de Fertilizantes (PIMAF), proyectos para compra de tractores, semilla de avena, el Progan para los pequeños ganaderos, los proyectos ganaderos, apoyos con sementales, corrales de manejo, bordos de abrevadero, alimento para ganado, además del Empleo Temporal, Comedores Comunitarios, Prospera y muchos otros.
En pocas palabras, el sector agropecuario quedó prácticamente descobijado y abandonado a su suerte después de la llegada del hoy jefe del Ejecutivo, a pesar de la importancia que guarda este sector, pues es el productor de los alimentos que consume nuestro país. Y los que más sufren esta política del Presidente son, como siempre, los que menos tienen, porque una buena parte de ellos, sus únicos ingresos eran estos programas ya extintos.
Por eso hoy no llega este apoyo; los campesinos lo resienten más que nunca, pues la pobreza los ha golpeado duro después de la pérdida de manera súbita de los ya citados apoyos. Este problema ha orillado a familias completas de la zona indígena del Mezquital, por ejemplo, a abandonar sus lugares de origen para emplearse en los campos agrícolas de Zacatecas, La Laguna o los estados del norte del país, en donde son explotados durante semanas o meses a cambio de un mísero salario que apenas les alcanza para regresar a sus lugares de origen para seguir viviendo igual o peor todavía.
Esta situación nos debe servir para analizar la situación y darnos cuenta de los problemas tan graves que reinan en nuestro país, distinguir quién los está provocando ya sea de manera intencional, por desidia o por intereses de carácter económico y político.
Por eso, el mensaje es a mis compañeros antorchistas y a todos los que sufren, en carne propia esta situación, hoy más que nunca urge una organización vigorosa como el Movimiento Antorchista, con capacidad suficiente para influir en la toma de decisiones para que la cobija nos alcance a todos por igual, y si los que toman las decisiones no están dispuestos a ceder lo que el pueblo pida, o siquiera una mínima parte, estemos listos para suplirlos. De paso decir que, a pesar de su discurso, AMLO no es la solución y Morena tampoco, cuatro años de gobierno lo han demostrado. ¡Camaradas, a luchar por una vida mejor!
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