Fue en Guaymas, Sonora, en septiembre de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador, ya como presidente electo de México, comenzó su gira para agradecer a todos y cada uno de los 30 millones 113 mil 438 electores que lo favorecieron con su voto, de una lista nominal de 89 millones 123 mil 335; es decir, que obtuvo un 34 por ciento de votación, el resto, equivalente a un 66 por ciento decidió no votar por él y optaron por otra opción partidaria o simplemente se abstuvieron de votar por considerar que las opciones no eran las que podían impulsar al país hacia el crecimiento económico y mejor desarrollo social.
Fue ahí también, donde por primera vez y bajo su discurso de combate a la corrupción, López Obrador inició su campaña contra las organizaciones sociales y, de manera muy insistente y enfática, en contra de Antorcha Campesina a la que de manera sarcástica le llamaba en sus eventos la “Antorcha Mundial”.
A partir de ahí, y en cada una de sus giras, nos contemplaba en sus discursos llamándonos, “corruptos”, “amigos de los moches” “huachicoleros” y “vividores” entre otros epítetos que tenían el único fin de sembrar la animadversión de quien lo escuchaba y provocar el odio y la desconfianza de propios y extraños en contra de esta organización social.
El Movimiento Antorchista desde su nacimiento, en su quehacer diario se dedicó a encabezar a todos aquellos que eran y son ignorados, que solos y aislados no son merecedores de todo aquello que contempla la ley para todos los mexicanos, como el derecho a la educación para sus hijos, derecho a la salud, a la cultura, al deporte, a la vivienda, a servicios básicos como agua, luz, drenaje, pavimento.
Por lo tanto, el activismo antorchista ha tenido siempre la tarea de bajar a todas las zonas marginadas para hablar con los desheredados y conocer sus necesidades, y hacerles el planteamiento, por cierto también contemplado en la ley, de que, con el ejercicio de su derecho de petición, de organización y de manifestación tendrán la posibilidad de mejorar su precaria situación.
Así se ha hecho desde siempre, y muestra de ello son las miles de obras públicas, como escuelas, electrificaciones, hospitales, caminos, carreteras, drenajes, aguas potables, que han beneficiado a las comunidades más marginadas. En innumerables ocasiones pedimos a López Obrador que hiciera una investigación precisa, que bajara a las comunidades y pueblos y se informara con sus habitantes sobre quién fue el gestor de los recursos para tal o cual obra y a quien había designado el gobierno para que la ejecutara y, aseguro, se hubiera quedado pasmado ante la respuesta de la gente por fueron ellos, los interesados, encabezados por el Movimiento Antorchista los que gestionaron dicho recurso y que fue el gobierno, en cualquiera de sus instancias , según corresponda, el encargado de ejecutar y auditar la obra.
Pero no, López Obrador en lugar de investigar, y si, como resultado de su rigurosa investigación, alguien fuera responsable de algún delito, de los tantas veces por él mencionados, resultara culpable, llevarlo ante las instancias judiciales correspondientes, pero no, en lugar de eso, una vez más, y pasados más de 3 años desde que se dirigiera a la “Antorcha Mundial en Guaymas, Sonora., el 11 de marzo de 2022 en Tapachula, Chiapas volvió a mencionar que a Antorcha Campesina, la Secretaria del Bienestar, en el pasado, cuando gobernaban los conservadores, se le entregaban 10 mil millones de pesos al año.
El Movimiento Antorchista siempre que gestiono un recurso ante cualquier instancia fue para resolver las necesidades de la gente que se acercaba y se sigue acercando, nunca fue para beneficio propio. Así que está equivocado el señor presidente.
Debido a esta gran equivocación, cambió su forma de entregar los apoyos, ahora llegan directo al beneficiario y este los gasta en resolver sus necesidades más apremiantes, pero ahora ya no hay obras de servicios básicos, ya no hay Seguro Popular, ya no hay comedores comunitarios, acaba de desaparecer las Escuelas de Tiempo Completo. Con esta política de apoyo monetario directo se beneficia alguna capa de la sociedad, pero ¿y los desempleados?, ¿y los niños que no tienen ni que comer mucho menos para sostener su educación?, con esta política el perjudicado es el pueblo, muchos de aquellos que un día acudieron a votar por un cambio; y sí, si hay un cambió, porque ahora son más los que viven más pobres que antes de 2018.
El Movimiento Antorchista no se ha asfixiado, con hechos se le demuestra a Morena y a su 4T que no dependía ni se sostenía de moches, ni del erario. Por tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador debería de cambiar su manera sumamente visceral de combatir a quienes considera sus adversarios políticos, no cree usted, amable lector.
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