El papel que debe jugar el maestro en la educación política de los jóvenes pobres del siglo XXI es titánico. Debe convertirse en un verdadero educador si quiere que las nuevas generaciones aspiren a un mundo mejor donde no haya pobreza y desigualdad. Para llevar a cabo esta tarea, el maestro debe cumplir con ciertas características; primero, ser un especialista altamente calificado en su área de enseñanza; segundo, convertirse en un verdadero pedagogo; tercero, conocer la coyuntura política de su escuela, de su pueblo y de su país. En una palabra, convertirse en un científico de la política; cuarto, instruirse en las artes para desarrollar su propia sensibilidad y la de sus alumnos; quinto y el más importante, fusionarse con la clase social proletaria a la que él pertenece.
El maestro que reúna estas características mínimas estará en la posibilidad de contribuir sobre manera en el cambio social que la realidad le exige y podrá, con más seguridad, transformar al estudiante para que éste entienda y comprenda su realidad y se identifique con su clase social y se sume también a la defensa de los intereses de su clase. Para que éste, con su conocimiento adquirido, lo ponga al servicio del pueblo más pobre de nuestro país. Para que éste se sume a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez, la única que puede guiarlo a hacer el cambio educativo y social que se requiere en estos tiempos.
Para lograr estos cambios, es necesario comenzar por el propio maestro. Que el maestro vuelva a educarse como lo dice la tesis número tres de Marx, sobre Feuerbach: los hombres hacen que cambien las circunstancias también, y que “el propio educador necesita ser educado”. Por ejemplo, el maestro debe tener un alto nivel de preparación y con un dominio (el más alto) de su especialidad que diseñe y ponga en práctica métodos rigurosos para medir el aprovechamiento de sus alumnos; que tome cursos de actualización, que abarquen los ámbitos académico, filosófico, pedagógico, psicológico y metodológico; que el maestro se involucre en actividades culturales, deportivas, cívicas y políticas, así como en faenas comunes de aseo, mantenimiento y embellecimiento de su escuela y de la comunidad, todo esto para ser un ejemplo para sus alumnos. Con esta participación el maestro estará contribuyendo a la creación de hombres y mujeres nuevos, hombres y mujeres críticos, dispuestos a contribuir y alcanzar una patria, más justa, más democrática, más soberana.
Vaya de mi parte una exhortación enérgica a todos los maestros de todos los niveles educativos, para que de manera conjunta pongamos en práctica dichas recomendaciones para trabajar de manera activa y hacer el cambio social que México necesita. Invito a todos a luchar juntos porque solamente así superaremos los problemas y el rezago educativo que padecemos dentro y fuera de nuestros pueblos, de nuestras familias y de nuestra institución, sólo así podremos desterrar para siempre las grandes injusticias que se están cometiendo en contra de los estudiantes y las capas más desprotegidas.
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