“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases”, sentenciaron Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista. Además, señalaron que “Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”
“Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo caen en las filas del proletariado; unos, por que sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve depreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.”
¿Qué ha sucedido en México a partir de la Revolución Mexicana? El pueblo mexicano puso la sangre, hizo la revolución y se quedó sin gobernar a México. Villa y Zapata fueron llamados por Carranza para sumarse a la lucha revolucionaria ante la dificultad de ganar la Revolución, que las fuerzas reaccionarias, mismas que mataron a Madero y que formaban parte de las reminiscencias del antiguo gobierno dictatorial, es decir, de Porfirio Díaz, se negaban con las armas a entregar el poder. La incorporación del ejercito de Francisco Villa, representante de los mineros del norte de México, la famosa División del Norte y del ejercito agrarista del sur encabezado por Emiliano Zapata, conocido con el nombre de “Ejército del Sur”, que se opuso a la política de Madero, pues no quiso repartir la tierra a los campesinos y de ahí surge el Plan de Ayala, fue fundamental para lograr el propósito de ganar la primera etapa de la Revolución.
Efectivamente, para el 6 de diciembre de 1914 Villa y Zapata entraron en la Ciudad de México y se dirigieron a Palacio Nacional, lugar al que ingresaron y en el que es muy famosa una foto de ambos, perteneciente al Archivo Casasola, en la que Villa está sentado en la Primera Silla Presidencial mandada hacer en la época de Benito Juárez y Zapata se ubica a su izquierda. El evento es relevante porque fue el momento simbólico en el que el pueblo de México estuvo más cerca de hacerse del poder, gobernar e imponer sus condiciones; sin embargo, aseguraron que eso de gobernar no era para ellos y que más bien era cuestión de “tinterillos y leguleyos”, por lo cual dejaron el poder en manos de Eulalio Gutiérrez quien pronto traicionó al pueblo.
Cierto es que las grandes reivindicaciones del pueblo quedaron plasmadas en la Constitución de 1917: las garantías individuales, el articulo tercero que garantiza la educación laica y gratuita, los artículos sexto, octavo y noveno, que garantizan la libertad de organización, de petición y de manifestación pública de las ideas; el artículo 27 que da las condiciones para el reparto agrario y garantiza que los bienes del suelo, mares y subsuelo son de la nación; el 123 que brinda a los obreros de México el derecho a la sindicalización, entre otros.
La Revolución ofreció avances importantes en nuestro país, que se reflejaron fundamentalmente en la época de Lázaro Cárdenas, pero más tarde la burguesía internacional, encabezada por los Estados Unidos, ante el temor de un avance sólido del socialismo en América Latina, mediante la reforma política incorporó a los partidos de “izquierda” en el sistema partidario con la primera reforma política que logró la “dictadura perfecta”, perpetrada por un sistema “democrático” que tenía el control total del país y que, incluso, se decía heredera de la Revolución y reconocía, cuando menos de palabra en cada 20 de noviembre, que la Revolución tenía una “deuda” con el pueblo. Al llegar los gobiernos llamados neoliberales, particularmente desde Miguel de la Madrid, como dijo en uno de sus magníficos comentarios semanales en redes sociales el ingeniero Aquiles Córdova Morán, ya ni siquiera se mencionaba que existiera una deuda de la Revolución.
En la época del neoliberalismo, se impuso la filosofía de que cada uno debía rascarse con sus propias uñas; que era el mercado el mejor mecanismo para la distribución de la riqueza; y que el gobierno no debía intervenir para evitar distorsiones en el mercado. Se vendieron las empresas nacionales, escandalo fue la de Telmex que hoy ostenta el hombre más rico de México y se cargó, sobre las espaldas del pueblo de México, la crisis de los años noventa. Después de tres décadas, el pueblo creyendo que había llegado el cambio votó por Morena como una supuesta opción de izquierda cuyo lema, para sacar votos fue: “por el bien de México, primero los pobres”; sin embargo, lejos de resolver los males del país, este gobierno es una fábrica de pobres y, particularmente, ha degradado a las clases medias como lo señala Marx y han engrosado las filas del proletariado; en contraste, este gobierno ha favorecido a las clases ricas, que han incrementado sus fortunas.
Efectivamente, según el Inegi, con base en la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), para el periodo 2010-2020, resulta que la clase media pasó de 53.5 millones de personas en 2018 a 47.2 millones en 2020, en otras palabras, entre la pandemia y las malas políticas de López Obrador, 6.3 millones de mexicanos dejaron de pertenecer a la clase media. Por otro lado, la fortuna de Carlos Slim, como representante de los hombres ricos de México, creció de abril a junio del 2020 en 37,162 millones de pesos (con ello se podrían construir 37 mil aulas para las escuelas de México), 413 millones de pesos por día (un trabajador que gana el salario mínimo debería trabajar 11 mil años para obtener 413 millones de pesos sin gastar nada), ahí está el contraste con este gobierno morenista que es un desastre y una tragedia para México: más pobres provenientes de las clases medias y los ya ricos, hoy más ricos que antes.
Este gobierno, por tanto, ha fortalecido a las clases ricas; ha centralizado las decisiones; incluso, si las instancias no le dan permisos para construir sus mega obras inútiles, impone, mediante decretos, su voluntad y promueve la opacidad; pero, lo más grave es que engrosa las filas del proletariado y aleja a los mexicanos de la posibilidad de alcanzar, como en China, una sociedad modestamente acomodada.
Estoy seguro de que, de entre los 6.3 millones que fueron degradados económicamente, muchos votaron por Morena y ahora estarán arrepentidos de haberlo hecho, pero, dentro de lo malo lo bueno, una vez que forman parte de las filas de los desposeídos de México, como dice el propio Manifiesto del Partido Comunista: “Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen con ella nada que perder más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar”, por ello, invitamos a todos los agraviados de este régimen a que se sumen a las filas del Movimiento Antorchista Nacional para completar el pendiente de la Revolución Mexicana, es decir, que el pueblo tome el poder político, gobierne y haga de nuestra patria una libre, más justa y mejor.
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