Estados Unidos ha convertido a China en su principal enemigo. De acuerdo con la estrategia de defensa nacional estadounidense de 2022, China es “el desafío más serio y completo” para su seguridad nacional. Países del norte global, como Canadá, Australia, Japón, Reino Unido, etcétera, se han unido a esta narrativa y señalan a China como un peligroso enemigo de la paz, la democracia y los derechos humanos. Pero este discurso agresivo dista mucho de la realidad. Si buscamos la verdad en los hechos, es claro que la realidad es la opuesta: China es una potencia que ejerce una influencia pacífica en el mundo, mientras Estados Unidos y sus aliados alimentan nuevas guerras. Veamos.
China necesita un ambiente de paz para seguir desarrollándose. Su sorprendente crecimiento económico de los últimos cuarenta años no es resultado de invadir y saquear a otros países, sino del comercio y la innovación tecnológica. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, por ejemplo, necesita un ambiente pacífico para llevarse a cabo, pues de otra manera se interrumpen las rutas comerciales. Desde 1980, China no ha participado en ningún conflicto armado y únicamente tiene una base militar fuera de su territorio, en Yibuti, donde los militares chinos realizan labores de vigilancia marítima junto a militares estadounidenses, japoneses, italianos y franceses.
Ante la guerra de Ucrania, China ha asumido una posición pacífica. Después de un año de iniciado el conflicto, solo China ha presentado una iniciativa de negociaciones para alcanzar la paz. Curiosamente, tanto la parte rusa como la ucraniana saludaron la iniciativa china, mientras Estados Unidos y sus aliados la rechazaron por considerarla pro-rusa. A diferencia de los países que suministran armas a Ucrania para continuar el conflicto, China se ha mantenido al margen y ha insistido en resolver las diferencias a través del diálogo.
Donde mejor se expresa el interés de China por mantener la paz en el mundo es en la Iniciativa de Seguridad Global. Esta fue presentada por Xi Jinping en abril de 2022 y en febrero de 2023 el gobierno chino emitió un documento para detallar el contenido de la iniciativa. La Iniciativa de Seguridad Global busca “eliminar las causas de los conflictos internacionales y mejorar la gobernanza de la seguridad global”. Para ello, sostiene los principios de mantener el compromiso con la visión de una seguridad común, respetar la soberanía e integridad territorial de todos los países, cumplir los objetivos y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, tomar en serio las preocupaciones legítimas de seguridad de todos los países y resolver pacíficamente las diferencias y disputas entre países a través del diálogo y la consulta.
Al mismo tiempo que China lanza iniciativas que buscan la paz y el desarrollo, Estados Unidos viola la soberanía china mediante el envío de armas y las visitas oficiales a Taiwán. La isla de Taiwán es un territorio que Japón le arrebató a China en 1895; en 1945, con la derrota de los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, la isla volvió a ser territorio chino; y en 1949 Chiang Kaishek, perdedor de la guerra civil, se refugió en Taiwán. Desde 1950 hasta la fecha, Estados Unidos ha impedido la reunificación de la isla con China continental y alienta a los movimientos que buscan la independencia de Taiwán. Para China, la independencia de Taiwán es una línea roja que nadie debe cruzar. China defiende la paz, pero ha advertido que usará la fuerza para defender su soberanía e integridad territorial si las condiciones lo demandan.
Cade vez más países reconocen a China como una influencia pacífica. Así lo prueba el acuerdo alcanzado por Irán y Arabia Saudí para restablecer relaciones diplomáticas. Desde 2016, ambos países mantenían un conflicto que complejizó más las tensiones políticas de Medio Oriente. Gracias a la intermediación de China para alcanzar acuerdos de paz, en marzo de 2023, finalmente Irán y Arabia Saudí aceptaron abrir sus embajadas y normalizar sus relaciones.
A diferencia de Estados Unidos, China no necesita la guerra para que su economía se desarrolle; de hecho, las guerras afectan su desarrollo económico, por eso busca evitarlas. Por otro lado, China no busca imponer a otros países sus valores, su organización política ni su modelo económico; acepta que cada país tiene derecho a desarrollarse de acuerdo con su propia cultura e historia. Queda claro que China no es una amenaza para la paz mundial, más bien es un país clave para terminar con las guerras actuales y construir un mundo multipolar y pacífico donde todos los países se desarrollen libremente.
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