Según la Organización Naciones Unidas (ONU), la historia del Día Mundial del Agua se remonta al año 1992 cuando en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo emanó la propuesta; en ese mismo año la Asamblea General adoptó la resolución para que el día 22 de marzo fuera declarado el Día Mundial del Agua.
“A pesar de que todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida del abastecimiento de agua dulce y de su calidad, 2 200 millones de personas viven sin acceso a agua potable. Esta celebración tiene por objetivo concienciar acerca de la crisis mundial del agua y la necesidad de buscar medidas para abordarla de manera que alcancemos el Objetivo de Desarrollo Sostenible No 6: Agua y saneamiento para todos antes de 2030”, dice la ONU con relación a la importancia del agua.
Además, el punto 6 sobre agua y saneamiento para todos, antes de 2030, dice que “en todo el mundo, una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable salubre, dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de personas aún defecan al aire libre”.
Y como respuesta para evitar contagios por covid-19, los expertos de la ONU plantean que este virus no desaparecerá sin acceso a agua salubre para las personas que viven en situaciones de vulnerabilidad, mientras que la UNICEF pide, de manera urgente, que “los fondos y la ayuda lleguen a más niñas y niños con instalaciones básicas de agua, saneamiento e higiene, especialmente a aquellos niños a los que se les corta el abastecimiento de agua salubre porque viven en áreas remotas, o en lugares donde el agua no se trata o está contaminada”.
Por esto y más, son sobradas las razones por las que un grupo de campesinos del municipio de Cadereyta de Montes llevan más de 25 días plantados frente al Palacio de Gobierno en demanda del cumplimiento de acuerdos firmados por la CEA (Comisión Estatal de Aguas) para dotarles de agua potable en sus comunidades.
A los campesinos no les ha quedado otra alternativa que exigir, mediante la protesta pública y pacífica, que la empresa paraestatal cumpla con su compromiso y su obligación como organismo de aguas en el estado; una pandemia que ha llegado para quedarse reclama que incluso en los rincones más apartados se garantice el acceso al agua potable.
¿Será racional considerar miles de millones de pesos para la construcción del Acueducto III, que traerá más agua potable a la zona metropolitana, mientras a los campesinos, que sólo requieren de unos cuántos millones para tener agua, se les ignora y deja en el olvido?
Los antorchistas están convencidos de que, tarde o temprano, su lucha dará frutos, de que el gobernador, Mauricio Kuri González será sensible con su necesidad.
El Movimiento Antorchista busca justica e igualdad social para todos los mexicanos, y el derecho al agua limpia es algo que no se les puede negar a los cadereytenses de la zona serrana que llevan esperando se cumpla la promesa de aquel 2006 cuando se construyó el Acueducto II.
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