La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, continúa pregonando que primero los pobres, pero la realidad demuestra que a los pobres ella los tiene abandonados y no quiere resolver sus demandas esenciales, pues está más preocupada por su campaña política anticipada, mientras que sus pendientes en materia de seguridad, pobreza, transporte ineficiente y vivienda, esos que se resuelvan solos.
A pesar de haberse comprometido, públicamente, en apoyar con el pago de una renta a las más de 200 familias del predio Tempiluli en Tláhuac, que fueron desalojadas y a las que su propio gobierno les destruyó su vivienda el 24 de febrero de 2020, este apoyo ha sido cancelado con la mano en la cintura por ella, dejándolas en la calle; sus comisiones al gobierno no tienen respuesta, es la negativa de siempre.
Y en otra alcaldía que rebosa hasta los topes de pobres, en Álvaro Obregón, el gobierno de Claudia Sheinbaum maniobró para instalar una de las universidades que publicita, expropiando los lotes de 151 familias en el predio Campos de Jalalpa, mientras que las familias, amenazadas por el fantasma de perder su escaso patrimonio, esperan bajo unas carpas, en plantón, que cumpla su promesa de darles otro sitio para vivir.
Estos dos ejemplos de injusticia y engaños permanentes los sufren, en carne propia, miles y miles de familias humildes en la Ciudad de México, cuyo delito es ser pobres y aspirar a una modesta vivienda, además de que muchas colonias en las distintas alcaldías viven la carencia de servicios básicos como agua potable, luz eléctrica y drenaje, aunado a la crisis de inseguridad que se vive en la capital del país. Este gobierno, como casi todos, los utiliza solo como carne de urna con los programas sociales, pero no es destinataria a la hora de exigir una vida mejor, más humana, el gobierno de Claudia Sheinbaum les responde cínicamente con engaños y maltratos.
Asimismo, desde el inicio de su administración, el Movimiento Antorchista ingresó un pliego petitorio con una serie de solicitudes de construcción de vivienda en varias alcaldías: Tláhuac, Iztapalapa, Iztacalco, Coyoacán, Gustavo A. Madero, Azcapotzalco y Xochimilco, sin que haya solución.
No conforme con esta serie de demandas incumplidas, el Gobierno de la Ciudad instruyó al secretario de Gobierno, Martí Batres para que agendara una reunión el pasado 9 de junio con la dirigencia antorchista en la capital del país, representada por Gloria Brito Nájera, misma que fue cancelada unos minutos antes, cuando el Comité Estatal del Movimiento Antorchista ya se encontraba afuera de este recinto de gobierno esperando atención por el funcionario.
Este señor, Martí Batres, funcionario que designó Sheinbaum para atender los problemas en la ciudad en su ausencia, brilla por su informalidad y falta de compromiso con el cargo que desempeña al cancelar, de última hora, una reunión agendada, demostrando con ello que al Gobierno de la Ciudad no le interesa cumplir con su palabra de dar solución a las demandas planteadas, porque realmente tampoco le interesa el bienestar de los más necesitados que es a quienes representa nuestra organización, prueba de que sus discursos huecos que lanzan estos morenistas en campaña son eso, discursos destinados a apantallar a los desubicados y adormecerlos para que los favorezcan con su voto en las elecciones, eso sí con la prueba comprobada de que una vez que se aplastan en su cargo público les da una profunda amnesia de sus promesas y compromisos y desconocen a todo aquel que les brindó su confianza.
Por ello, una vez más, cientos de antorchistas nos vimos en la necesidad de ejercer nuestro derecho a la manifestación pública con una movilización que partió del Monumento a la Revolución con destino al zócalo capitalino, con la intención de denunciar el actuar de este gobierno fallido que además de no saber gobernar, tener a la ciudad sumida en el caos con un aumento en delitos, con pobreza y carente de servicios básicos en muchas colonias de distintas alcaldías, se atreve a burlarse de quienes luchan para que todos estos males sociales desaparezcan.
Los habitantes de esta urbe aprenden en las penosas dificultades que viven que el único modo de no permitir las burlas de los de arriba, de los que tienen autoridad y mando y que coronan todo con el manejo arbitrario del presupuesto, de los impuestos de todos, aprenden que es la exigencia por todos los medios legales, su derecho a que les resuelvan sus justas y alcanzables peticiones. Al pueblo no le dejan otro camino que el de ejercer su derecho a la manifestación pública.
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