*“La necedad es homicida y los tontos matan”.
Sentenció recientemente el viejo actor español José Saquistrán, respecto a las acciones y argumentos de varios actores políticos necios de su país, en relación a su posición para contener los efectos de la terrible pandemia de covid-19 que está diezmando a la humanidad en este planeta. Esta sentencia la traigo a colación, en razón a los llamados que ha estado haciendo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para que los escolares de todo el país regresen a clases presenciales a sus escuelas a fines de este mes de agosto, cuando nos encontramos en semáforo amarillo, y con una tendencia al alza de más contagiados y muertos por coronavirus en los últimos días, por la presencia de la llamada tercera ola de esta terrible enfermedad.
En un eventual regreso a clases en México sería funesto para miles de nuestros niños, ya que en la mayor parte de los centros escolares no se tienen las condiciones para que los niños asistan durante una contingencia sanitaria que permita evitar contagios; aunque parezca increíble aún existen muchas escuelas que no cuentan con el servicio de agua potable, drenaje o aulas adecuadas; mandarlos a clases en esas circunstancias sería fatal.
Simplemente en nuestra entidad, ya se suman cerca de 70 mil contagiados y alrededor de 6,000 muertos y se incrementan a más de 200 contagios al día, el Peje dice que no hay riesgo de contagio, y que, si llegarán a contagiarse los niños, no les afectaría la enfermedad dada su condición de ser seres tiernos y sanos, y que se mueran los que se tengan que morir. Una argumentación inverosímil que seguro se sumará a las calamidades que ya sufren los infantes en estos momentos de pandemia, por ejemplo, la catástrofe educativa, ya que antes de la pandemia, según información de la OCDE, nuestros infantes ocupaban los últimos lugares en niveles de conocimiento en asignaturas de comprensión de lectura y matemáticas, y con un año fuera de las aulas, nuestros niños han perdido los pocos conocimientos adquiridos en años anteriores.
Es correcto que nuestros hijos vayan a sus escuelas, pero sin riesgos de contagio y que tengan aceptables condiciones materiales - servicios de agua, drenaje, energía eléctrica y aulas - y que vayan vacunados para evitar que se contagien las nuevas generaciones que serán el futuro de nuestra sociedad.
Todos queremos que quienes dirijan los destinos de este país y el mundo, sean generaciones sanas e inteligentes. Eso hace falta que el jefe de la nación lo entienda, que no se aferre a una necedad tonta y homicida. ¿Lo comprenderá? Veremos.
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