Al inicio de la administración de Andrés Manuel López Obrador, se instrumentaron una serie de modificaciones y reformas al sistema educativo mexicano, pasando de un enfoque por competencias (2011) a uno de aprendizajes clave (2016) con su escuela al centro; y de repente nada de esto resultó funcional para el ya atrasado sistema, y aparece por arte de magia la nueva escuela mexicana.
La nueva escuela mexicana es la visión que el actual Gobierno federal pone a la educación, con ello se pretende modificar la forma y el fondo de lo que se considera una educación arcaica en comparación de los países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que, de acuerdo con sus evaluaciones estandarizadas, coloca a México entre los peores países evaluados en las asignaturas de español, matemática y ciencias; es decir, refleja que el alumno promedio mexicano no lee, no comprende lo que lee, no hace esfuerzo mental para analizar y comprender las matemáticas y no tiene un pensamiento que le permita desarrollar la sustentabilidad como modo de vida.
Ante estos resultados y ante la constante experimentación de reformas educativas, que son copia de modelos educativos de otros países cuyas condiciones son totalmente diferentes a las que tenemos en México, los medios no dudaron en señalar a los maestros como los principales responsables de los resultados obtenidos, los gobiernos no dudaron en señalarlos como los únicos culpables. Pero ¿los docentes participaron en el diseño de planes y programas de estudio? No, no lo hacen.
Los medios de comunicación señalaron los bajos resultados académicos en educación básica, y mientras unos consideran que los docentes son los culpables de los pésimos resultados, otros -que son los menos- sostienen que es el diseño de planes y programas de estudio y que al docente lo hacen ejecutar estos planes como una manera de garantizar (desde el estado) que se siga repitiendo lo que históricamente se ha hecho, maquillar una parte de la verdad y buscar chivos expiatorios que liberen de su responsabilidad a los funcionarios.
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) fue eliminado por considerarse punitivo para los docentes, las trabas burocráticas que tenían como lineamientos afectaron el ingreso, la promoción y los incentivos, en consecuencia, la falta de maestros se hizo presente en las escuelas de todos los niveles educativos. En lugar del INEE, el Gobierno federal lanza la llamada Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM) según las autoridades el docente sería revalorado, reconocido en su función y estaría capacitándose para el cambio (otra vez) del modelo educativo ahora llamado Nueva Escuela Mexicana. En el discurso la USICAMM ofrecía las oportunidades esperadas por los maestros para que fueran reconocidos como los agentes de cambio, en los hechos es la misma burocracia que el extinto INEE.
La capacitación docente es una necesidad para enfrentar los cambios constantes que se están dando, pero la USICAMM lejos de ser el apoyo prometido por el gobierno, se ha convertido en el verdugo de los maestros. No hay apertura de tomar cursos y que tengan validez curricular que ayuden a los maestros a promocionarse para mejorar su salario, no hay disposición para capacitar a los docentes que están en comunidades apartadas, con ello queda demostrado que los docentes siguen en espera de ser escuchados y atendidos para recibir capacitación a través de cursos y que estos sean válidos para los procesos horizontales y verticales.
Debe entender el magisterio que las reformas que traigan beneficios a los docentes siguen pendientes, que la USICAMM debe velar por la educación de todos los niños, que cuenten con maestros, que cuenten con instalaciones adecuadas y con condiciones labores dignas, para lograr estos cambios es necesario organizarse y luchar por los mismos objetivos. A esto te invita Antorcha Magisterial. Colega, súmate a defender tus derechos
0 Comentarios:
Dejar un Comentario