En nuestro país ya se siente la tensión por el inicio de las campañas electorales rumbo a las elecciones del domingo dos de junio, donde se elegirán más de 19 mil cargos, destacando la del presidente o presidenta de la república y las gubernaturas de los estados de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, así como el jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Y digo que se siente la tensión por que como en cada época electoral, los actores políticos inician con la campaña de descalificaciones, de cambios de partido, de hacer alianzas, de darse hasta con el sartén, además de prometer todas las soluciones a todos los problemas del país, y en los peores casos, los ataques personales que desgraciadamente acaban con la vida de algunos candidatos y candidatas.
La política mexicana se ha convertido en un verdadero circo, donde cada candidato hace malabares para agradar a su público; para convencer de que es el mejor y por tal motivo se debe votar por él.
Los valores partidistas han quedado en el pasado: priistas, panistas y de otros partidos renuncian a lo que antes defendían para pasarse al partido en el poder, al que en su momento juraron combatir.
También vemos cómo los valores partidistas han quedado en el pasado: priistas, panistas y de otros partidos renuncian a lo que antes defendían para pasarse al partido en el poder, al que en su momento juraron combatir, como es el caso del exgobernador panista de Chihuahua, Javier Corral Jurado, o como el exgobernador priista del Edomex, Eruviel Ávila, entre otros que ya son parte del equipo de la virtual candidata de Morena a la Presidencia y todo ello, a cambio de un puesto diplomático.
Con ello se demuestra que la calidad moral de los ahora candidatos está por los suelos, un verdadero bote de basura es la actual política de México, alentada por el jefe del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
En esta época los problemas nacionales parecen desaparecer; la mayoría de los medios de comunicación se centran en hablar de los políticos en turno y dejan de lado lo verdaderamente importante.
En el caso de los candidatos usan la problemática social como bandera de lucha, pues eso les ha funcionado y seguramente esta vez no será la excepción. Pero quien tiene prohibido olvidar lo que está pasando es al pueblo mismo, pues aunque sean elecciones siguen los problemas de inseguridad, que en la actualidad ya superan los 170 mil homicidios, convirtiéndose ya en la administración más violenta.
Además, continúa el problema gravísimo de salud, con una megafarmacia que no funciona, con los problemas de corrupción y opacidad en las obras insignia de la 4T; con la falta de apoyo al campo; con la persecución hacia periodistas por decir la verdad; con la inflación, en fin, los problemas nacionales no se acaban y no se van a terminar con las promesas de los candidatos. Eso lo debe tener presente el pueblo a la hora de votar.
Por ello urge continuar con la tarea histórica de educar al pueblo, de organizarlo, de hablarles de política y del papel trascendental que tiene en la vida nacional.
Los mexicanos deben tomar el timón del barco en el que todos vamos y cambiar de rumbo, pues ya está más que comprobado que no importa qué color de partido gobierne: ellos no tienen ninguna intención de mejorar las condiciones, pero nosotros sí, y no dejaremos de trabajar en nuestra tarea de formar un verdadero partido auténtico del pueblo.
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