Quizá alguien suponga un error en el encabezado de este título, y no se lo recrimino. Se podría pensar que, la violencia, así como el bullying existen tanto en los estratos bajos como en los altos de la pirámide económica-social, y como en el reino del señor se encuentra de todo, quizá está última interpretación no sea del todo errónea. Aún con eso, me atrevo a decir que la inmensa mayoría de esta violencia escolar se da entre los humildes, que son ellos en su mayoría quienes desde niños sufren ya, los estragos por no haber nacido en cuna de oro.
Avancemos. Cientos de niños y jóvenes sufren acoso (bullying), hostigamiento académico, acecho que no les permite desenvolverse de manera libre, sino que, son víctimas de una perpetua y progresiva persecución, ya sea por discriminación de género, por el color de la piel, etcétera. Pero, cientos de niños sufren este martirio.
La semana pasada, una noticia vergonzosa estremeció los noticieros del país: una pelea entre dos jovencitas a la salida de la escuela terminó con la muerte de una de ellas, quien fue golpeada violenta e irracionalmente por su compañera, ahora asesina. Este hecho se viene a sumar a una serie de sucesos agresivos que, silenciosos pero permanentes son causa de traumas, penas y consecuencias catastróficas como la antes relatada.
Pero, habremos de preguntarnos, ¿qué origina tanta visceralidad de un estudiante contra otro? ¿De dónde nace ese odio fecundo entre niños y jóvenes? Y la respuesta más preciosa es, en la terrible pobreza que se vive en sus hogares.
Hogares que frecuentan cotidianamente la violencia intrafamiliar, familias que abusan del consumo de alcohol, mismos que no tienen noticias de la civilización del siglo XXI. Urge que los liberemos, solo con educación, con organización y con lucha.
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