El pasado 28 de febrero, durante el Foro Estatal de Análisis para la Armonización Normativa derivada de la Ley General de Educación Superior, el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño sentenciaba que “no hay forma de transformar (al estado) si no revolucionamos las conciencias, si no creamos una nueva conciencia social y en ese objetivo está particularmente la educación”. Es decir, para el mandatario, el eje rector de su política pública debe ser la revolución de conciencias, a través de la educación de calidad.
Él mismo se pone como ejemplo de superación personal, porque gracias a las oportunidades educativas que recibió, durante su etapa de estudiante, concluyó sus estudios universitarios con becas y programas de gobierno.
El gobernador está tan comprometido con esta política educativa que acaba de lanzar la campaña estatal de becas educativas para primaria, secundaria y universidad 2022, con una población objetivo de 73 mil 709 estudiantes.
A costa de recortarle 500 millones de pesos al Congreso del Estado y del ahorro gubernamental por 500 millones más. Pareciera que Sonora pinta para volverse un gran polo de desarrollo social en el noroeste del país; sin embargo, el mundo y los fenómenos sociales no funcionan de la manera en que el gobernador calcula.
Los estudiantes que se verán beneficiados con los apoyos del Gobierno estatal forman con parte de una sociedad capitalista basada en relaciones de producción y de explotación, es decir, explotador (dueño de los medios de producción) y el explotado asalariado (dueño solo de su inteligencia y energía). Esta sociedad que ha provocado la concentración de la mayoría de la riqueza social en manos de unas cuantas familias, para que la gran mayoría tenga apenas lo mínimo para sobrevivir.
En el estado hay 853 mil 113 estudiantes y 47 mil maestros dentro del sistema educativo, más el agregado de los padres de familia, esto significa que el sector educativo en Sonora representa el 45.5 por ciento de la población total, de acuerdo con datos de la misma Secretaría de Educación y Cultura (SEC). El problema es que este 45.5 por ciento de la población no vive aislada del resto de vicios y lacras sociales, no son ajenos a las repercusiones que conlleva tener una economía descalabrada por la pandemia y la política económica equivocada del gobierno federal. El alcance de las becas propuestas por Durazo equivale, pues, al 8,64 por ciento del total de nuestros estudiantes, lo cual es un esfuerzo loable, pero aún insuficiente. Lamentablemente, su impacto se reducirá por la inflación que se nos viene encima, debido al aumento descontrolado de los precios del petróleo mundial, cuyo rebote ya se deja sentir en el incremento a la gasolina en EU. Es una realidad que nadie podía calcular, pero que allí está, tocándonos a la puerta.
Esto reafirma la validez del siguiente planteamiento: no se puede aspirar a revolucionar la conciencia colectiva mientras el entorno social y material esté perdido. Aquí está el principal error de la política educativa de Durazo y de la 4T en general. Se pretende dar por sentado un cambio colectivo de la conciencia, moral y forma de vida, mientras, por una parte, la familia promedio mexicana sigue mal comiendo, vistiendo mal, desprotegida ante la ola de violencia, sin acceso real a la educación y sin dinero para curarse.
“Yo soy yo y mis circunstancias”, dijo el filósofo Ortega y Gasset. Y si las circunstancias de los sonorense son aún peores que las atrás descritas, su conciencia social, por consecuencia, no se revolucionará en definitiva en positivo.
Por otra parte, los sonorenses ven con desaliento que el discurso de austeridad aplica sólo para la gran mayoría de gente pobre, que se tiene que conformar con su salario de hambre y las migajas repartidas a través de tarjetas con dinero, porque miran y lamentan otro aspecto de la realidad: el de que la clase gobernante de la 4T vive no sólo entre lujos, sino que han resultado varios de ellos unos verdaderos corruptos: no paran de brotar noticias que muestran a los principales jefes de la 4T con propiedades inexplicables de decenas de casas aquí y en el extranjero, de decenas de autos, depósitos bancarios en el extranjero, familiares de AMLO recibiendo sobres amarillos, concesiones adjudicadas sin concurso como nunca, etcétera, etcétera. Nada más falso que la proclamada austeridad.
Volviendo al tema educativo, debemos considerar también de qué manera le beneficia al estado que el gobierno destine más dinero para becas educativas si, al término de su formación académica, un gran porcentaje de profesionistas se verán forzados a emigrar a países con mejor nivel de vida para emplearse o continuar su desarrollo científico, como consecuencia de que en el país y en el estado no hay las condiciones para captar tanto potencial profesional y científico. Es decir, seguiríamos formando miles de cerebros para exportarlos a otros países porque las autoridades mexicanas no han creado las condiciones para que se queden aquí.
De acuerdo con el Seminario Universitario de Estudios sobre Desplazamiento Interno, Exilio y Repatriación (SUDIMER) de la UNAM, el 13 por ciento de posgraduados mexicanos se han marchado a Estados Unidos, atraídos por los mejores salarios y condiciones para su trabajo. Ante esta monstruosa realidad, el esfuerzo de las becas se empequeñece aún más.
Esto en el caso de quienes logran terminar su licenciatura y posgrado, pero, otro factor importante es la deserción escolar. Se habla de que el 7.47 por ciento de estudiantes de secundaria no van a la escuela y en preparatoria aumenta al 22.7 por ciento. Son muchas y muy variadas las razones del porqué de este fenómeno, pero, casi todas tienen relación con la pobreza. Muchos niños y jóvenes son sacados de las escuelas por los propios familiares para ponerlos a trabajar y ayudar al mantenimiento del hogar; otros son atraídos por el mundo del narco, aturdidos por la supuesta vida de dinero fácil y llena de lujos, cuando en realidad son utilizados como carne de cañón. Para muestra un botón, en Ciudad Obregón la Fiscalía tras concluir la línea de investigación sobre el asesinato de una mujer y su hijo, reventó una casa de seguridad donde radicaban los principales sospechosos del crimen, logrando la captura de los asesinos, siendo estos tres menores de edad, dos de ¡16 años y uno de 13!
Por esto, concluyo que todo intento serio por transformar la educación del pueblo sonorense y con ello su nivel de conciencia deberá de ir acompañado forzosamente de una mejora en el nivel de vida de la mayoría de la población. Más infraestructura educativa, de las redes de comunicación, de más creación de empleos, que los salarios sean bien pagados para que los padres puedan apoyar la educación de sus hijos, que los impuestos que recauda el gobierno dejen de asfixiar a los pobres y comiencen por presionar a los billonarios, entre otros pudientes de menor nivel, pe lo contrario, sería el equivalente a dibujar rayas en el agua.
Antorcha no desea que las cosas empeoren para los sonorenses, bastante golpeados por las anteriores administraciones, pero, tampoco callaremos ante las deficiencias del Gobierno de la 4T, puesto que, el silencio de ahora se puede transformar en la guillotina de mañana.
Incrementar las becas, sí, pero más todavía, además de que se debe combatir seriamente la pobreza en Sonora, porque de otra manera no veo cómo el reparto de becas por sí solo solucione con eficacia el mal de origen, veo, por el contrario, que se pretende solucionar un cáncer con un mejoralito. Eso si no se cae en la tentación de usar este nuevo programa con intenciones electorales. Espero equivocarme.
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