MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Aumenta la marginación de los jóvenes

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En este año, 2022, iniciamos la segunda mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Los tres años transcurridos han acumulado evidencia de que la política social y económica del presidente no están resolviendo los problemas fundamentales de la población mexicana. Por el contrario, se agravan. La juventud, en particular, presenta hoy los más altos niveles de marginación en el ámbito educativo y laboral: en 2021, el porcentaje de jóvenes entre 18 y 24 años que no estudian ni trabajan fue de 23.3%, según datos de la OECD; el mismo indicador, pero para un rango de edad de 15 a 29 años, fue de 22.14% en 2020 y 20.66% en 2019. Estos porcentajes superan los de 2015 a 2018.

Apoyar a los jóvenes que no estudian ni trabajan fue una promesa de campaña del actual gobierno. A tres años, el presidente ha declarado “cumplida” esta promesa y aseguró que hoy, los jóvenes despectivamente llamados “ninis” tienen garantizado el derecho al estudio y al trabajo. Así, el presidente demuestra lo acertado que han sido sus programas, entre los que destacan las Universidades para el Bienestar “Benito Juárez García”, las becas “Benito Juárez”, Jóvenes Construyendo el Futuro y Jóvenes Escribiendo el Futuro.  Pero la realidad es más necia que el presidente, y nos revela la terrible proporción de jóvenes, casi una cuarta parte, que no tiene la posibilidad de descubrir y desarrollar sus habilidades físicas y mentales, de asegurarse un nivel de vida de calidad e independiente, y de cuyo potencial productivo se priva la nación entera.

Las becas y el incremento de la oferta educativa, por sí mismas, no son políticas que salgan sobrando. Sin embargo, en el caso concreto de los programas que mencionamos encontramos una serie de deficiencias desde el diseño, aplicación y evaluación de resultados. Además, en la mayoría de los casos exitosos, los jóvenes acceden a empleos precarios o inician su propio negocio en las filas de la informalidad. Desde antes de la pandemia, los jóvenes enfrentaban graves dificultades para emplearse, y muchos de quienes lo lograban lo hacían en empleos mal pagados, informales y con un perfil profesional distinto al suyo. El problema es persistente y estructural. No podrá solucionarse sin el diseño de una política económica que se ponga como objetivo crear empleos de calidad, y del impulso de una educación profesional que tenga como objetivo resolver los problemas productivos del país. Otros tres años con las mismas políticas son otros tres años de rezago económico y social.

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