Más de mil declamadores se reunirán hoy en las capitales de los estados de la República Mexicana, en la Segunda Jornada Nacional de Declamación convocado por el Movimiento Antorchista. Sus voces darán vida a poetas universales que del pueblo tomaron las preocupaciones, sentimientos, aspiraciones y en general los temas profundos de su arte y luego se los devolvieron en rimas y ritmos; en palabras, bellas y suaves o estremecedoras y sonoras, apaciguadoras o generadores de rebeliones espirituales, generadoras de alas que aspiran al infinito o de lamentos sobre la inexorable brevedad de la vida, y que tratan de exponer las infinitas gradaciones de sentimientos que nos habitan y se amalgaman con nuestra concepción de la naturaleza y la sociedad.
Mil mexicanos talentosos, seleccionados entre miles de participantes, desde niños hasta ancianos, declamarán ante otros miles de mexicanos las obras de poetas consagrados y noveles, alusivas al amor en todas sus manifestaciones, a la mujer, a los niños, a los viejos, al trabajo, a la edad, al hambre, a los animales, a las revoluciones, a las multitudes, a las soledades, a las grandes preguntas sin contestar sobre nuestros orígenes y nuestro destino… al universo entero.
Es probable que sean declamadas poesías contra la guerra y la expansión imperialista, contra las masacres de niños en Palestina, contra el saqueo, contra el abuso del poder militar imperialista que busca aumentar su poderío económico a costa de lo que sea. Y ante esto habrá quien se burle y diga que la guerra no se detiene con poemas; que “sacar la flor de las cenizas”, como dijo Borges al referirse a la tarea de un poeta, es una bella metáfora, pero no detiene la metralla.
Es cierto, no se detiene directamente un misil con un verso, ni las declamaciones evitan las bases militares armadas hasta los dientes, ni son una muralla que impida físicamente que mutilen y asesinen a libaneses mediante cargas explosivas en sus aparatos de comunicación. Pero la poesía, y en general el arte o el conocimiento profundo de las cosas, claro que pueden ayudar a detonar una revolución espiritual, formar a un pueblo que despierte y esté dispuesto a rebelarse contra la opresión si fuera necesario, un pueblo galvanizado por las palabras poéticas y lógicas que le despierten el deseo de liberarse y lo dispongan a oponerse a la explotación laboral y al saqueo de su país e incluso hacerlo capaz de manifestarse y rebelarse hasta llegar a las armas si va de por medio la defensa de la vida de sus hijos, de sus seres amados y de su patria.
“El derecho de rebelarte lo emplearás/ pase lo que pase/ El deber de discernir/ desvelar/ lacerar/ cada cara de la abyección/ lo saldarás/ a rostro descubierto/ Del grano de luz/ dispensado a tu especie/ caído en tus entrañas/ te harás guarda y vestal/ Cumplidas estas condiciones/ merecerás tu verdadero nombre/ hombre de palabra/ o si se quiere poeta”, escribió el poeta marroquí Abdellatif Laâbi, quien pagó sus ideas y sentimientos poéticos con un largo encarcelamiento. Su injusto castigo no es una excepción: Federico García Lorca, Víctor Jara, Otto René Castillo y otros más fueron asesinados por lo que escribieron y es larga la lista de los artistas encarcelados y de los que han tenido que exiliarse por la misma causa. Para los poderosos, el arte, en este caso la poesía, es algo potencialmente subversivo de lo que es mejor mantener alejadas a los marginados y explotados.
Así que esta Segunda Jornada Nacional de Declamación es otra bella acción en la compleja y larga batalla de los antorchistas por despertar la consciencia y el sentimiento de millones de mexicanos, para que reclamen que la riqueza material y espiritual se distribuya de manera equitativa en nuestra patria. El gran contingente de declamadores y de público que se reunirá a escucharlos, así como la calidad de los poetas que asistirán a través de sus obras, ya representan un gran avance en un país donde las clases dominantes no se ocupan del desarrollo cultural de los mexicanos, el cual es sustituido por la trivialización, la espectacularidad comercializada y el afán de lucro en casi todo lo que tiene que ver con el arte.
Los antorchistas seguiremos tesoneramente adelante, hasta lograr generar una fuerza organizada formada por millones de mexicanos dispuestos a vivir y luchar por un mundo mejor. Nos ayudaremos del estudio científico, de las lecciones de las verdaderas revoluciones y transformaciones que en el mundo se han dado, del arte como mecanismo sensibilizador y despertador de sentimientos y consciencia, y de la lucha cotidiana que enseña tanto como los libros. Es una tarea compleja, pero necesaria y esperanzadora. Como dijo el poeta revolucionario guatemalteco Otto René Castillo:
“Y es que adelantarse
uno a su tiempo,
es sufrir mucho de él.
Pero es bello amar al mundo
con los ojos
de los que no han nacido
todavía.
Y espléndido,
saberse ya un victorioso,
cuando todo en torno a uno
es aún tan frío, tan oscuro”
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