Recientemente he platicado con algunos de los jóvenes activistas del Movimiento Antorchista de Sonora y he visto con regocijo que luego de las elecciones recientes no se han detenido, no se han permitido descanso para seguir gestionando con sus grupos la solución de los problemas que aquejan a las diversas comunidades humanas a las que pertenecen.
Así, solo a manera de ejemplos, fui testigo de la lucha que realizaron todos ellos para que se continuará la construcción de la Casa del Estudiante Sonorense (CES), un albergue cuya utilidad social está plenamente justificada. En efecto, luego de que se dieran cuenta del retraso en la aplicación de cerca de tres millones de pesos, comprometidos por el Gobierno del Estado para continuar la obra mencionada, acudieron en días pasados ante el Consejo Estatal de Concertación para la Obra Pública de Sonora (CECOP), para reclamar la aplicación del recurso. Luego de ser recibidos por el responsable, Miguel Ángel Camacho, el Movimiento Antorchista de Sonora fue informado por el funcionario que ya estaba todo listo para iniciar la obra, pero el recurso había sido retenido en la Secretaría de Hacienda del Estado y no lo había recibido la institución ejecutora, a pesar de que se les había informado oficialmente que para esas fechas ya estaría en manos de CECOP. Ante tan sorpresiva respuesta, al día siguiente, jueves 17 de junio, acudieron mis compañeros sin pérdida de tiempo a la Secretaría de Hacienda del Estado, encabezada por Raúl Navarro Gallegos, a demandarle que procediera de inmediato a asignar el recurso comprometido. Y así lo consiguieron: ya se reiniciaron las labores de construcción. Me da gusto —y creo que a toda persona progresista también— que en medio de esta crisis económica y de salud, la lucha popular brinde al pueblo sonorense este resultado que, si bien relativamente pequeño, es muy significativo pues muestra las posibilidades de practicar la movilización popular de manera responsable. En este proceso, vi moverse con entusiasmo a jóvenes estudiantes, a padres de familia, a maestros, a activistas y noté algo esperanzador: allí estuvieron presentes plenistas de diversas colonias (para quien no esté familiarizado con este término, aclaro que un plenista es el integrante de los comités que son directamente electos por la asamblea de antorchistas de cada colonia o comunidad; dichos comités reciben el nombre de plenos), es decir, con la representatividad que tienen esos comisionados, se hicieron presentes en esa lucha por la CES miles de ciudadanos sonorenses. He ahí la potencia de la unidad, de donde Antorcha saca la fuerza y la perseverancia que todos le reconocen.
Fui testigo también de los esfuerzos realizados por estos luchadores sociales para concluir la introducción de la red de agua potable en la colonia Humberto Gutiérrez, de Hermosillo. Me compartieron fotos y videos de las gestiones que realizaron ante los funcionarios de Agua de Hermosillo, de las máquinas taladrando la dura roca, de las zanjas con la tubería recién introducida; me compartieron sus preocupaciones por lograr que la obra se termine antes de que lleguen las lluvias fuertes y comprobé su firme decisión de acudir cuantas veces sea necesario a dichas oficinas, para que nada detenga la conclusión exitosa de una obra que contribuirá al bienestar real de la gente. Y una vez más, allí, en la primera línea de batalla, vi a varios plenistas no sólo en esta lucha, sino también urgiendo a las autoridades del autotransporte público para que satisfagan la necesidad de locomoción constante de todas las colonias aledañas a la Humberto Gutiérrez, aprovechando que ya está en funciones el puente vehicular que salva el canal Lázaro Cárdenas, producto también de su lucha. ¡Enhorabuena!
Igualmente he visto a los integrantes de la Comisión de Cultura de mi organización entrarle con ganas a la reanudación de sus actividades, como en la colonia La Antorcha, de Hermosillo también, para iniciar clases de danza y baile folclóricos mexicanos. Con alegría los escuché comentar entusiasmados que a las primeras clases en el patio techado de la primaria de ese lugar acudieron ¡15 niñas! Podría pensar usted que son pocas, pero a mí me parece toda una proeza, considerando que todavía estamos en pandemia y que hay que tomar todas las precauciones necesarias para evitar contagios. Y ya anunciaron que reanudarán también las actividades del Ballet Folclórico de Sonora “Berenice Bonilla López”, ya publicaron su invitación y toda la cosa. Aunque pudiera ser que la pandemia los vuelva a detener, me interesa resaltar la voluntad férrea de seguir trabajando, el espíritu realizador de esta Comisión Cultural, que es el mismo que hizo posible en pasadas luchas la construcción de esa misma escuela primaria.
Y hablando de escuelas, también he sido testigo de la lucha que han llevado a cabo los maestros antorchistas de Sonora porque les paguen las autoridades del Gobierno de estado. Francamente, creo que es imperdonable no pagar a quienes hacen esfuerzos admirables para seguir dando clases por línea, a quienes antes de la pandemia dedicaron enormes afanes para mantener activas las escuelas impulsadas por los plenistas de diversas colonias para cubrir necesidades educativas que hasta ese momento habían sido incapaces de proporcionar las autoridades educativas estatales: y ellos lo consiguieron, lograron mantener viva la llama de la educación en momentos difíciles. Por ello no es justo que por tanto tiempo les escatimen sus salarios. Escucho a los antorchistas magisteriales comentar los pormenores de su lucha para conseguir terrenos para el funcionamiento de dos preparatorias, de sus planes para reanudar clases en ellas, en secundarias y primarias que no existirían sin la lucha antorchista.
Puedo seguir dando ejemplos del dinamismo de plenistas, activistas y grupos sonorenses ¡que no dejan de reunirse semanalmente! —y espero hacerlo en siguientes entregas, para comentarle a usted las interesantes luchas de los grupos de Guaymas, del Sur de Sonora, de Caborca, de Nogales y de tantos otros rumbos de Hermosillo—, pero por ahora quiero cerrar ésta con lo que me comentaron de la zona Sur de la Ciudad del Sol. Allí, después de ingresar a las autoridades correspondientes las respectivas solicitudes, siguen insistiendo en lograr la electrificación completa de la colonia Tres Reinas y de la llamada Invasión Altares, en conseguir el drenaje para la colonia Arco Iris, por pavimentar la calle 12 de la colonia Nueva Esperanza y todas las de Olivos, por el alumbrado público en Las Peredas, etcétera. Con visible enfado comentan mis compañeros los engorrosos requisitos que les pone la pesada burocracia, los retrasos injustificados, las posposiciones e incumplimientos de compromisos. Sin embargo, los veo bien puestos, con las pilas al cien y entonces me doy cuenta de que Antorcha no es electorera, que haya o no comicios, los integrantes de esta admirable organización popular no se detienen, nada los para.
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