En algún momento de mi vida entendí que la realidad en que vivimos, en el sentido más amplio de la apalabra, es el mundo objetivo que nos rodea y existe infinitamente en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, la realidad solamente existe en sus manifestaciones finitas y concretas, es decir, como cuerpos, fenómenos y objetos, y que ninguna de estas manifestaciones está dotada de una existencia eterna. Todas ellas se hallan sujetas a un proceso de cambio, de aparición y desaparición. Federico Engels lo dijo así, cuando se refirió al mundo como un proceso: "[…] en el que cada forma finita de la materia - lo mismo si es un sol que una nebulosa, un individuo animal o una especie de animales, la combinación química o la disociación - , es igualmente pasajera y en el que no hay nada eterno, a no ser la materia en eterno movimiento y transformación y las leyes según las cuales se mueve y transforma” (F. E., Dialéctica de la Naturaleza, trad. rusa, pág. 18, Moscú, 1955).
Pues bien, es precisamente en este eterno proceso de movimiento, de aparición y desaparición de los fenómenos del universo, que se efectúa constantemente la transformación de ciertas posibilidades en otras tantas realidades. Pero, antes de que los fenómenos se conviertan en una realidad, deben existir primeramente, y existen, como mera posibilidad de aparición, posibilidad creada por determinados fenómenos anteriores, que encierran dicha posibilidad en forma de condiciones. Por eso es que, trivializando un poco, y solo para ejemplificar esta última idea, diré que, nadie espera que llueva cuando el cielo este soleado y sin nubes, ni que crezca un pino de la semilla de una parota. La posibilidad y la realidad son, por tanto, dos aspectos interdependientes del movimiento y del desarrollo de los fenómenos del mundo objetivo y, por consiguiente, del proceso mismo de su conocimiento.
Y es por esto que creo yo, que el año que comenzará en las próximas horas que ya vienen, no obstante los buenos y sinceros deseos que nos prodigaremos en la fatal hora cero, no será entonces más, que la realidad nueva de la posibilidad que se ha engendrado en las condiciones de la realidad vieja en que actualmente vivimos. Nada más, ni nada menos. ¿Que es duro y fatal este razonamiento mío revestido de absurdo y loco pesimismo, dirán algunos? Sí, lo es. Pero juro yo que nada malsano ni malicioso hay en mi intención al hablar de esta manera. Si lo digo así, es porque en mi azarosa vida, que ya no cuenta con pocos años, he visto consumirse en la injusta desgracia social, a pesar de sus buenos y sinceros augurios, a muchos que no lo merecían, y en cambio, he visto también a los que justamente lo merecían, jactarse de la fortuna mal habida de que a los demás despojaron y privaron.
Dos comentarios diré aquí, a manera de ejemplo, que motivaron el razonamiento que hoy respetuosamente comparto a mis escasos lectores. El primero habla de los motivos de festejo de quienes celebrarán la inmensa fortuna con que los agració el año viejo de la pandemia; el segundo, de los que ya no podrán celebrar más los años venideros, justamente porque el mismo motivo de festejo de los primeros, es decir, la pandemia, ya no les permitirá más ese pequeño lujo. Veamos.
Leí hoy en el diario _El país_ una nota que estremece sólo de verla, sobre todo para los que estamos al tanto de la tragedia que significó para la humanidad los estragos de la pandemia del coronavirus. Dice así la noticia que cito: "La pandemia dispara las fortunas de los más ricos del planeta” y en seguida, el medio informa que las 20 personas más acaudaladas del mundo, acumulan 1.77 billones (es decir, millones de millones) de dólares, y que el crecimiento de esta fortuna significó un 24% más que el año 2019. Tres estadounidenses encabezan la lista de los más ricos del mundo, cuyas fortuna crecieron, como ya vimos, gracias a la pandemia. El primer lugar es para el magnate Jeff Bezos, dueño de Amazon; se dice que su empresa fue una de las más beneficiadas por el confinamiento, pues las compras online se dispararon por las restricciones de movilidad. La fortuna de Bezos creció en 78 mil 900 millones de dólares, un 68.7% más que el año anterior. El segundo lugar fue para Elon Musk, fundador y director general de SpaceX y Tesla. Sin ser el más acaudalado, se dice que fue el más exitoso, pues en el año que termina, su fortuna creció en 133 mil millones de dólares, lo que supone un 482% de crecimiento. Y en tercer lugar quedó Bill Gates, que sumó una cantidad de 18 mil 400 millones de dólares en todo el año, aumentando un 16.3% su fortuna. Hasta aquí, ¿cree usted, amigo lector, que estos señores estarán deseando que acabe pronto esta terrible y mortal pandemia?
El medio que cito dice, que nueve de los 10 magnates más ricos del mundo son exitosos empresarios estadounidenses, es decir, justamente del país que ocupa hoy el primer lugar mundial en número de contagiados y muertos por coronavirus. Y este, es precisamente el segundo comentario que quiero decir. Al día de ayer, en Estados Unidos se sumaba ya 19 millones 510 mil 836 personas contagiadas con coronavirus, y 338 mil 561 fallecidos por la pandemia. Este país capitalista cuenta con una población de 327 millones 352 mil habitantes, y casi el 6% de el están en peligro de muerte por la covid-19. Por el contrario, China comunista, con sus 1,395 millones 380 mil habitantes, y a pesear de ser el país donde surgió esta terrible pandemia, suma apenas, al día de hoy, a 95 mil 797 contagiados y 4 mil 634 fallecidos. ¿Nota usted la diferencia?
Hasta aquí mis dos comentarios de hoy. Como ya podemos ver, entonces, muy diferente será el año 2021 para los dos extremos sociales magnificados por las consecuencias de la pandemia del coronavirus. Dos posibilidades, cuyas realidades, no dependerán sólo de los tradicionales buenos deseos de fin de año.
¿Y en México?, ¿y en Colima? Por hoy voy a dejar hasta aquí mi opinión. Estoy muy seguro, por lo que ya sabemos y padecemos, que ya habrá mucho más de qué hablar sobre estos temas en todo el año 2021. Pero no olvidemos, que México es algo así como el patio trasero del gigante del norte, y que, como se dice por ahí, cuando a Estados Unidos le da un resfriadito, a México le resulta una mortal pulmonía. Pero, no obstante lo que ya dije, dejo aquí mis mejores y sinceros deseo para todos mis escasos y pacientes lectores. Que hagamos todos, organizados, del año que viene, la realidad bondadosa y justa que por derecho humano necesitamos y merecemos. Nos vemos el próximo año.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario