Ignacio es un mexicano que apoya la democracia. Aunque no le tocó pelear por ella sabe que es importante defenderla. En un par de ocasiones ha sido funcionario de casilla y considera que su granito de arena ha ayudado; ha votado desde que obtuvo su identificación oficial: aAyudo como puedo”, publica en sus redes sociales, lo importante es aportar.
Nacho, como le dicen sus amigos, no sabe que acaban de destruir en todo lo que cree. En una encuesta del periódico El País, votó a favor de la reforma electoral de Andrés Manuel López Obrador que, entre otras cosas, coarta la libertad del Instituto Nacional Electoral (INE) y lo convierte en una oficina más de gobierno. En otras palabras, como en los tiempos de Miguel de la Madrid, el gobierno sería, otra vez, juez y parte de las elecciones. ¿Entonces, por qué Nacho votó a favor de este absurdo?
De acuerdo con la encuesta de Enkoll para El País y W Radio, dos de cada tres mexicanos apoyan la reforma de AMLO, aunque no tienen ni idea de qué se trata ¿por qué pasa esto?, porque para engañar a gente como Ignacio, el presidente mexicano escondió la navaja en el pan; como es su costumbre, dijo verdades a medias y mentiras descaradas. Por ejemplo, dijo: “nosotros no pretendemos desaparecer al INE, lo que queremos es que se gaste menos dinero, por eso necesitamos una reforma”.
Sí, nada más que esta reforma incluye las reducciones del presupuesto al INE y la del número de diputados y senadores, los puntos más atractivos para la ciudadanía, pues ocho de cada 10 mexicanos (83 por ciento de los encuestados), respalda la medida. Un apunte interesante es que los jóvenes son el grupo de edad menos enterado de qué es la reforma electoral: 86 por ciento de los encuestados, de entre 18 y 24 años, no la conocen. Tampoco el 82 por ciento de quienes están en la franja de 25 a 34 años, y son ellos los que más han defendido al presidente en redes sociales; es decir, defienden lo que no conocen.
La encuesta también dice que el respaldo a la iniciativa del presidente es mayor entre los hombres (un 69 por ciento) que entre las mujeres (un 63 por ciento) y más patente entre los votantes más jóvenes. Prácticamente tres de cada cuatro personas entre los 18 y los 35 años dicen sí a la reforma, pese a ser el grupo que menos ha oído hablar de ella.
La gente, encantada, compra la idea de que el INE necesita una reforma, aunque no tenga claro los detalles de la misma. Es verdad, técnicamente hablando, el presidente Andrés Manuel López Obrador no va a desaparecerlo, pero pretende controlarlo completamente, eso destruye todo lo que defiende Ignacio, pero eso le pasa por no investigar, por confiado. La encuesta mencionada dice que 7 de cada 10 encuestados (69 por ciento de las personas consultadas) admitió que no estaba enterada de que el mandatario había hecho llegar la iniciativa al Congreso, desde finales de abril pasado.
Esto quiere decir que, si se aprueba esta reforma en el Congreso y se convierte en Ley, la gente estaría contenta y satisfecha, hasta que llegaran las elecciones de 2023 y 2024 y le tocara vivir en carne propia los cambios, pero con un pequeño contratiempo: ya no podrían modificar o dar marcha atrás a dicha reforma que llevaría a un grupo político a mantener la hegemonía del país por muchos años; o sea, sería igual que, como tanto denunciaron y se quejaron los de Morena: controlar las elecciones y eternizarse en el poder.
AMLO nunca va a decir quiero controlar al INE para que ganen mis candidatos y haya un Congreso a modo de mis caprichos. La gente ha votado, en tres encuestas diferentes, que está de acuerdo con la reforma electoral, pero no la entiende. López Obrador podría controlar todo el proceso, tal como lo hacía Porfirio Díaz, quien no solo prometió que no competiría más (me suena, me suena), si no cuyos resultados son tan mentirosos que ni los porfiristas los creyeron. En las Elecciones de 1910 Porfirio Díaz obtuvo 18,625 votos, contra solo 196 de Francisco I. Madero De acuerdo con datos oficiales. ¿Usted, amable lector, puede creer el descaro de Porfirio? Eso desencadenó un pequeño descontento general llamado Revolución Mexicana. Aunque usted no lo crea, AMLO está preparando algo parecido.
El enfoque de pérdidas y ganancias, rigurosamente investigado por Kahneman y Tversky, dos de los más prestigiosos investigadores científicos en el área de la toma de decisiones, revela que el miedo a la pérdida incrementa la asunción de riesgos; la expectativa de ganancias incrementa las conductas prudentes (Andrews, Van Leeuwen & Van Baaren, 2013).
Eso está pasando en este momento en México, en el sexenio de las verdades a medias, omisiones y mentiras. Es verdad, estamos hartos de cómo quedó el país tras 70 años del PRI, más 12 del PAN con su “xcambio”. La gente ya no cree más en el sistema, ¿Podemos culparla?
Hoy en día, la narrativa de los políticos tradicionales es la que tiene hartos a los mexicanos, ese discurso mediocre, cantinflesco y grandilocuente que no dice nada, es ahí donde encontró su nicho el presidente de México, con un mensaje simple: en lugar de “actuaremos con todo el peso de la ley para que se respeten las instituciones que México ha construido”, usó el simple: “vamos a limpiar las escaleras de arriba para abajo, se acabaron los corruptos”. Aunque la promesa presidencial no dice nada en realidad, es más cercana a la gente. En ella, López Obrador no explica qué hará para “barrer las escaleras”, cuándo y cómo lo hará, quiénes están ahí, cómo se les castigará, solo dijo que barrería escaleras, aunque no sepamos qué diablos significa eso.
¿Qué lecciones nos deja todo esto? Primero, que no podemos dejarnos llevar por las apariencias. La ignorancia es la peor enemiga de la democracia y de la sociedad. No podemos votar o simpatizar con lo que no conocemos. Debemos educarnos, leer noticias, escuchar lo que dice la gente, poner atención a todos los actores políticos para así estar en condiciones de juzgar y no prejuzgar, para organizarnos y actuar políticamente en beneficio de México. Es nuestro deber ciudadano conocer a fondo la reforma para poder opinar, explicarla a otros y actuar a favor de México.
Segundo, como sociedad debemos unirnos, cinco de cada diez entrevistados por El País (50 por ciento ), dice que confía mucho o algo en el árbitro electoral mientras que 4 de cada 10 (49 por ciento) tiene poca o nula confianza en el INE, es decir, López Obrador logró dividir a la sociedad, logró polarizarnos, lo que es muy conveniente para sus fines.
Finalmente, los invito a leer el libro y a no juzgarlo solo por la portada o la reseña del mismo. Como sociedad, unidos, debemos dejar de dividirnos y formar un bloque, el bloque de los mexicanos que haga frente a lo que sea, hasta a un demagogo popular como el que tenemos como presidente. Y hablando de portadas de libros, los invito a conocer a Antorcha, a conocerla bien para que puedan hacer un juicio informado y no como los inocentes que contestaron las encuestas de las que hablamos y que están a favor, ¡de lo que no conocen!
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