Desde mi punto de vista son dos los personajes que encabezan la agresiva campaña de ataques, amenazas y acusaciones de las que los mexicanos estamos siendo testigos que se viene dando en contra del Instituto Nacional Electoral (INE), uno de ellos es el poderoso multimillonario Ricardo Salinas Pliego, claramente identificado como el empresario consentido de la Cuarta transformación, quien, tras arrogarse la representación nacional dictó sentencia de muerte contra el organismo autónomo, llamando a desaparecerlo y convertirlo en cenizas. Considero que ésta es una de las razones por la que el INE se ha convertido en la personificación de la dignidad de los mexicanos, por lo que defenderlo hoy es defender nuestra democracia y hacer frente al autoritarismo que amenaza nuestra libertad.
Como todos sabemos el otro personaje que lanza diariamente y a todas horas un discurso de odio en contra del INE, es el propio presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien inició estas agresiones dentro de su política de concentración ilimitada del poder, valiéndose desde señalamientos de corrupción sin comprobar, la imposición de la austeridad republicana y el bloqueo presupuestal. Ante este lamentable panorama, coincido con quienes sostienen que dentro de esta guerra declarada a muerte, solo la defensa popular puede frenar cualquier intento por consumar estos intentos de exterminio o anular la independencia de una institución clave para la vida democrática de nuestro país.
Analistas serios señalan, lo que disgusta a Morena y específicamente al presidente AMLO es el carácter autónomo del Instituto. En el año 2018, los morenistas y sus aliados obtuvieron el 50.3 % de los votos para diputados. Sin embargo, debido a las maniobras que realizó López Obrador logró que entre ese partido y sus aliados obtuvieran el 64.8% de las curules y tras varios ajustes, se quedaron con la mayoría calificada, es decir de las dos terceras partes más uno. Y es el hecho de que el INE haya establecido ahora reglas operativas para impedir que se repita ese caso en las elecciones del 2021, que fue también motivo del ataque.
Tampoco es extraño el disgusto de Morena y de AMLO con el papel que tiene el Instituto ya que en múltiples aspectos no les gusta el que por más de 20 años hayan surgido órganos autónomos que permiten un sistema de pesos y contrapesos en el Estado mexicano. Lo que en el fondo desean, con todas sus fuerzas, es el retorno al Estado con un poder prácticamente ilimitado y concentrado en la presidencia de la República, una “presidencia imperial”, por sus vastos poderes y su capacidad para definir la sucesión. Los ataques en contra del INE en realidad tienen como propósito la eliminación de un dique que impide al partido en el poder pueda hacer reformas a modo a la Constitución.
Para hacer viables sus ambiciones, AMLO necesita de entrada mantener la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y sobre ella tratar de cambiar el balance en la Cámara de Senadores cooptando o presionando a legisladores de otros partidos para obtener también allí esa mayoría. Con ello, sería factible la realización de reformas constitucionales que permitan el regreso al viejo Estado. Es por eso el rechazo para que un órgano electoral autónomo vigile y controle el proceso electoral, pues el INE es la última barrera para lograr las pretensiones, que tanto añoran el presidente de la República y sus seguidores.
Ha llegado la hora de defender lo que tanto le ha costado al pueblo de México. El Instituto Nacional Electoral es de los mexicanos; no de Morena ni del Gobierno ni de ningún individuo en particular, por poderoso que sea. Y si el INE es patrimonio del pueblo, es el pueblo el que debe defenderlo contra cualquier intento de destruirlo o anular su independencia. Hasta el momento el organismo que encabeza Lorenzo Córdova ha tenido la dignidad y el valor suficientes para defender la libertad y la autonomía que le otorgó el pueblo mexicano. Llevemos a cabo el proceso de defensa popular a nivel nacional hasta sus últimas consecuencias. Alto a la destrucción del árbitro electoral.
El INE está bajo asedio y para poder defenderlo, debemos seguir las recomendaciones de los expertos en materia electoral para mitigar los riesgos que penden sobre el organismo autónomo. Expresemos nuestro apoyo al Instituto Electoral en redes sociales, medios de comunicación y calles. Exijamos que el Tribunal Electoral asuma una postura de defensa institucional. Eso no significa validar cada decisión del instituto, pero sí poner un alto al acoso presidencial. De manera especial, promovamos la participación electoral el 6 de junio para que el mensaje, al margen de ganadores y perdedores, sea claro que México votó. Ésa es la mejor vacuna frente a los nubarrones en el horizonte. Y finalmente, poner un contrapeso el poder presidencial para que los deseos de refundación del INE y de otras instituciones sea impedido por el Congreso mexicano. Actuemos hoy, mañana puede ser tarde.
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