El pasado 24 de junio, por enésima ocasión, comisiones representativas de campesinos de diversas comunidades de Guanajuato, acudieron al evento que se realizó con motivo de la festividad en honor a San Juan Bautista, con la esperanza de entrevistarse con el presidente municipal, Alejandro Navarro, para solicitarle que cumpla los compromisos de obras y servicios que hizo con ellos, en el mes enero de este año, pero una vez más el edil, los dejo plantados.
Ante tal situación, los demandantes acordaron continuar a la caza de su escurridiza autoridad, toda vez que la necesidad y el deseo de contar con una vida más decorosa, es el motivo más poderoso de su lucha.
En los últimos tiempos mucho se ha hablado sobre la importancia que se respeten los derechos humanos de todos los ciudadanos, considerando como tales, entre otros más, el derecho a la vivienda, al agua y saneamiento, a la alimentación, a un ambiente sano, a la educación, a la cultura y al deporte. Y se dice que, los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin distinción de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra situación y que su respeto es un deber de todos y sobre todo por parte de todas las autoridades en el ámbito de su competencia tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar, pero en Guanajuato capital sus autoridades se los pasan por el arco del triunfo.
Y aunque la ley señala como obligaciones de los presidentes municipales dotar de los servicios básicos, como agua, drenaje, alumbrado público y caminos a sus gobernados y que estos deben ser de calidad como una condición indispensable para erradicar la pobreza, esta situación tampoco le preocupa al edil y por esta razón se da el lujo de menospreciar la atención de quienes lo llevaron al poder.
Es de llamar la atención que, a la par de que los colonos y campesinos han perseguido a su alcalde por todo el territorio municipal, han alzado su voz, buscando ser escuchados y atendidos, por el gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, pero también aquí, se han topado con una muralla que no permite que su voz resuene hasta el palacio de gobierno, pero a pesar de ello, continuarán su tortuoso camino, convencidos que deben dejar a sus hijos mejores condiciones de vida.
Todos somos testigos de cómo la situación en el país se complicada, cada vez más. Hay una inflación altísima que ha provocado, entre otras cosas, el incremento de los productos de primera necesidad en detrimento de los sectores más humildes del país y en relación con la violencia tampoco hay duda, el número de homicidios dolosos y desaparecidos son los más altos en las últimas tres décadas. Y aunque el Gobierno federal destina una parte importante del presupuesto de la nación a repartirlo a través de sus programas sociales, estos no llegan a todos los que lo necesitan y quienes lo reciben se quejan de que dichos recursos económicos no alcanzan para resolver sus necesidades básicas y por tanto el número de pobres crece día a día.
Y precisamente, cuando tendría que haber ejemplos de gobiernos exitosos y que sean: humanistas, sensibles y que en verdad disminuyan la pobreza en sus territorios, nos encontramos como un muy mal ejemplo lo que sucede en Guanajuato. Cada vez más nos acercamos a la sucesión de la presidencia de la república y de buena parte de gobiernos locales. Y la pregunta obligada es, ¿con que cara irán en busca del voto popular y en algunos casos incluso en busca de la reelección, aquellos partidos y aquellos políticos que hoy que tienen la obligación de servir a su pueblo, lo ignoran y se esconden para no cumplir con sus compromisos, que de manera libre y voluntaria hicieron con sus gobernados. Que nadie se haga el sorprendido si el día de mañana reciben el mismo trato que hoy dan a sus vecinos, dice un conocido refrán que se cosecha lo que se siembra.
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