MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Alea iacta est! (la suerte está echada)

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No es mi intención pasar por pretencioso, al usar como título del presente trabajo la locución latina que hoy me permito referir. Si lo hago, es porque en verdad pienso que refleja sin más, el sentimiento que me produce el momento político actual del país; pues, fiel a mis tareas como orientador de mis queridos compañeros antorchistas, asumo la labor de redactar mi opinión en medio del compás de espera asignado por las autoridades electorales, previo a la gran elección del próximo ejercicio democrático de nuestra nación. Por tanto, va pues mi humilde pero sincero trabajo semanal. 

Sin hacer mucho esfuerzo de erudición, se puede saber fácilmente que, “Alea iacta est”, es una locución latina que significa “se echó el dado”, “el dado fue lanzado” o, más propiamente en español, “la suerte está echada”. Ésta, se dice, es una expresión atribuida a Julio César por el historiador y biógrafo romano Gayo Suetonio Tranquilo, en su obra “Vidas de los doce Cesares”, publicada en el año 121 después de Cristo. Suetonio afirma, que la dijo en el momento en que éste cruzara el río Rubicón en el norte de Italia, límite entre Italia y la Galia Cisalpina. Mediante este paso, el César se rebeló contra la autoridad del Senado y dio comienzo a la guerra civil contra el general romano Pompeyo y los optimitates, que eran una facción aristocrática de la República que pretendían aumentar el poder del Senado romano. 

La oración completa implica, que Julio César había tomado el riesgo y pasado a un punto de no retorno. Es decir (como el jugador que ha apostado todo a una tirada de dados), debía no retroceder de lo que había emprendido. Hoy, la frase significa dar un paso irrevocable, generalmente de riesgo o confrontación. Pero también se emplea esta locución para aludir a una decisión extrema que se asume, después de haber meditado bastante.  

Por tanto, después de una campaña electoral que soportamos por más tres meses los mexicanos y creo que también los colimenses, como Julio César, podemos gritar a todos los vientos ¡Alea iacta est!; es decir, la suerte está echada. Sólo que aquí, a diferencia de la exclamación del César, también afirmo que, independientemente de cualquiera que sea el resultado del fatal 6 de junio, mucho dependerá de la lucha organizada del pueblo mexicano, la suerte que quiera para él y sus familias. Porque, si nos equivocamos con el voto, tal como a lo que se enfrentó el romano, esta vez, tampoco habrá retorno.  

Pero, ¿qué suerte es esa a la que hoy yo me refiero, en la que deben poner cuidado todos los mexicanos? Y la respuesta no es nada que no conozcamos ya casi todos los desamparados. 

En la colaboración anterior me referí ya a una nota publicada por El Universal online del  23 de mayo pasado, donde, según un Estudio realizado por la Facultad de Medicina de la UNAM, en México, el 94% de las más de 220 mil personas fallecidas oficialmente por la covid-19, se desempeñaba en trabajos manuales y operativos como empleados, choferes, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes, jornaleros agrícolas, amas de casa, además de jubilados y pensionados. En resumen, la nota dice que los mexicanos con más baja escolaridad y un nivel socioeconómico precario, son quienes destacan en la lista de defunciones por el virus. He aquí la suerte de los pobres. 

Pero hay más. El portal 24-horas.mx, del día 4 de junio pasado, afirma así de manera tajante: “México se convierte en el país con mayor desempleo en el mundo”. La nota alude al “Estudio Decodificando el Talento Global 2021”, realizado por la OCCMundial, Boston Consulting Group y The Network, que, refiere que en el país, 6 de cada 10 trabajadores tuvieron repercusiones negativas en materia laboral por la contingencia sanitaria. Es por esto que ocupa el primer lugar de los diez países del mundo con esta afectación laboral. El documento afirma también, que el promedio global es que la pandemia afectó al 36% de los trabajadores de cada país, sin embargo, la cifra en México es del 66%, seguido de República Democrática del Congo con 61%, Reino Unido con 55%, Indonesia con 52% y Angola con 51%. 

Pero, si todavía tenemos dudas acerca de la suerte que nos espera a los pobres, de seguir con el gobierno tal como vamos; veamos lo que publicó El Universal en su página electrónica del día 3 de junio pasado: “Por covid-19, estudiantes mexicanos pierden lo equivalente a dos años de escolaridad: IMCO”. La nota detalla que según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), antes de la emergencia sanitaria, los mexicanos alcanzaban en promedio aprendizajes correspondientes a 3º de secundaria; sin embargo, hoy su conocimiento llega sólo al equivalente de 1º de secundaria. 

La nota afirma también, que en lo que va de la pandemia, por lo menos 628 mil jóvenes, entre 6 y 17 años, han interrumpido sus estudios debido a la crisis económica provocada por la covid-19; lo que implica una caída por debajo del nivel del 2008 en el porcentaje de jóvenes que asisten a la escuela. Pero además, el Estudio referido explica que una disminución de esta magnitud, implica un retroceso de 13 años en el nivel de asistencia escolar. 

Otra de las consecuencias que refiere el Estudio del IMCO, es que la población tendrá menos habilidades laborales, por lo que expone dos tipos de costos económicos: 1) a nivel individual, los trabajadores tendrán menor acceso a empleos mejor pagados, lo que provocará que el estudiante pierda el 8% de su ingreso anual futuro; y 2) A nivel país, se estima que en los próximos 80 años este fenómeno le podrá costar a México, un monto acumulado de hasta 136% del Producto Interno Bruto (PIB) de 2019; lo que implicaría dejar de producir hasta el 1.7% del PIB de cada año. El Universal cierra su nota afirmando que IMCO expone que, de no tomar medidas contundentes al volver a las escuelas, “las pérdidas de aprendizaje ponen en riesgo el futuro de una generación completa de estudiantes” 

Hasta aquí, la suerte que nos espera si nos equivocamos. Como vemos pues, la suerte del futuro de la nación dependerá de lo que hagamos con nuestro voto este 6 de junio. No lo olvidemos. ¡Alea iacta est!

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