Por si no fuera suficiente, ahora los mexicanos sufrimos, ya no solo una crisis económica, que ha provocado que más de 10 millones de mexicanos se incorporen a las filas de la pobreza, que tengamos una gravísima crisis en la salud, en la que lamentablemente han perdido la vida casi 180 mil mexicanos, una crisis de seguridad que ha dejado 34 mil 600 homicidios; ahora, a esto se suma el problema de los apagones.
4.7 millones de usuarios en el norte del país y después un total de 5.9 millones en 23 estados se vieron afectados por los apagones ocasionados, según declaraciones del presidente, por las intensas nevadas y el frío extremo que congeló ductos y obligó a Texas a cortarnos el suministro de gas natural que le compramos para generar electricidad y que equivale a un 90 por ciento del consumo nacional de este hidrocarburo con el cual la Comisión Federal de Electricidad (CFE) produce el 40 por ciento de la electricidad del país, demostrando con ello la debilidad energética de nuestro país, y por tanto, el Ejecutivo federal no debería hablar con tanta ligereza de un tema como este.
Lo cierto es que la verdadera raíz del problema radica en el hecho de ser una nación en vías de desarrollo, como dicen los más optimistas, y en ser una nación dependiente en muchas ramas de la economía de Estados Unidos, lo que ha originado, como en esta ocasión, que vivamos a expensas de las decisiones y políticas de los vecinos del norte, por lo tanto, habría que cuestionar al gobierno actual: ¿qué ha hecho para corregir esto?
El apagón del lunes 22 de febrero traerá daños económicos y otras consecuencias en la principal zona industrial del país de la que depende el 47 por ciento de nuestras exportaciones y el 79 por ciento del empleo formal, además de los problemas a millones de ciudadanos.
Algunos analistas sostienen que la imperdonable falta de visión a largo plazo de la Sener, de Rocío Nahle, y de la CFE, de Manuel Bartlett, los llevó a cancelar proyectos técnica y financieramente viables para la construcción de infraestructura de almacenaje de gas natural, estratégicamente necesarios ante contingencias climáticas o de precios; según Expansión, 20 de febrero, 2021 "las reservas no alcanzan ni para dos días […]” esto debería poner a pensar seriamente al gobierno para invertir en el almacenaje y no en obras que están condenadas al fracaso.
Pero no sería suficiente con crear esta infraestructura de almacenaje, la realidad nos obliga a pensar que no hay un proyecto económico serio por parte del gobierno de la 4T que nos asegure a los mexicanos que en algunos años podemos convertirnos en una nación eficiente y moderna a la hora de producir energía para mover el aparato productivo del país, además de suministrar energía para todos los ciudadanos, como muestra basta la imposición de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, que otorga exclusividad a la CFE en generación de energía y rechaza el desarrollo de energías limpias, mismas que debe promover el gobierno para no dejarnos atados al pasado, es decir, al uso del carbón y del combustóleo sabiendo que México puede producir energía solar y eólica en grandes cantidades.
El gobierno de López Obrador, debe reorientar el gasto con un criterio de racionalidad económica y bienestar social, aumentar la capacidad de almacenamiento, y sentar las bases para producir electricidad con energías limpias sin desdeñar la inversión privada, claro, eso sí, hacer uso de las medidas legales que como Estado tiene para que la inversión privada también favorezca a la nación, de no hacerlo continuaremos por el mismo camino. Por otro lado, el gobierno debe preocuparse por desarrollar la ciencia y la tecnología, lejos de arrebatarle los recursos a las mismas, como ya ocurrió con el Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, para convertir a México en una nación altamente productiva y competitiva a nivel mundial, donde ya no dependamos de la producción de energía de otras naciones y al mismo tiempo podamos asegurar la soberanía de nuestra patria.
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