El maíz es uno de los granos básicos de la alimentación de los mexicanos, junto con el frijol y el arroz, por lo que es difícil imaginarse un platillo mexicano que no se consuma con tortillas, por ejemplo. No obstante, ante la reciente escalada inflacionaria a nivel mundial, cuyo incremento resienten los hogares más pobres, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llamó a los mexicanos a proveerse de este grano mediante la agricultura de autoconsumo; es decir, sembrarlo en tu casa para que no te haga falta y no tengas necesidad de comprarlo caro. Pero, ¿México puede aumentar la producción del maíz desde la agricultura de autoconsumo y hacer frente a la inflación? Veamos.
La producción de maíz a nivel mundial entre 2020-2021 fue de 1,123.1 millones de toneladas (mdt) y se estima que para 2021-2022 la producción aumente a 1205.3 mdt; esto traería consigo un aumento en la superficie cosechada de 2% con respecto al periodo anterior y un crecimiento en el rendimiento de 5.3%, para ubicarse así en 5.95 toneladas por hectárea. Los grandes productores de maíz que aportan el 67.5% de la producción mundial son: Estados Unidos con 32%; China, 23%; Brasil, 9% y Ucrania 3.5%.
Así como la producción, el consumo de maíz, también creció. El consumo se divide en consumo forrajero (para la cría de ganado) y consumo humano o industrial (en los hogares y para la producción de los productos industriales de las empresas). El forrajero fue de 752 mdt y el humano e industrial de 428 mdt. El consumo de los principales países es el siguiente: Estados Unidos, 27%; China, 25%; Unión Europea, 6.8%; Brasil, 6.1% y México, 3.7%. Lo que significa que solo Estados Unidos y China consumen más del 50% de la producción mundial, cuando ambos concentran apenas al 24% de la población del mundo.
México produce 27.6 mdt y consume 44.2 mdt, de las cuales, 59% corresponden al consumo forrajero y 41% al consumo humano e industrial. La diferencia entre lo que se produce y lo que se consume (16.6 millones de toneladas), se compensa con importaciones, principalmente de Estados Unidos. Producir nacionalmente la diferencia es una meta imposible de realizar si se mira lo producido de 2019-2020: 26.7 mdt, 2020-2021: 27.3 mdt y se calcula que para 2021-2022 será de 27.6 mdt; es decir, prácticamente no ha crecido, por lo que no se puede esperar un milagro apostando por la producción de autoconsumo que haga posible dar ese salto cualitativo por la pura voluntad del señor presidente.
De acuerdo con la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) de 2019, el 47% de las unidades de producción agrícola que producen granos (maíz, trigo, frijol, arroz y sorgo) venden toda o parte de su producción (87.4%), mientras que el otro 50% produce para el consumo propio, pero apenas representa el 10% de la producción de los granos.
Si se pone atención en los instrumentos de la producción también el panorama es tétrico: 67.4% utilizaron fertilizantes químicos y 24.4% empleó abonos naturales; el 60.2% utilizó coa o azadón, mientras que sólo el 29.2% emplea sembradoras. Es patente pues el grado de atraso de la agricultura en México.
La misma ENA dice que en el sector dedicado a la producción de granos de autoconsumo 27.5% de las unidades dedican su producción para consumo de ganado, 75.4% para consumo familiar y 58% a la obtención de semilla para siembra (esto no necesariamente debe sumar 100%, pues las unidades destinan a más de un uso la producción de granos).
Esta es la producción real de maíz de México. Considerando los datos expuestos, la propuesta del presidente no es más que demagogia, pues México, en las condiciones actuales, no puede aumentar la producción ni aun cuando todos se dedicaran a sembrar su propio maíz. Lo que el campo mexicano necesita es inversión en ciencia y tecnología que revolucionen la agricultura arcaica con la que sobrevive. Solo eso podrá incrementar la producción, y, quizá, solo entonces, los precios puedan disminuir y los granos básicos de la dieta mexicana estén al alcance de más mexicanos vulnerables.
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