Los recientes ataques al Instituto Nacional Electoral (INE) solo demuestran una cosa: que la 4T hará todo lo necesario para asegurar su triunfo, sin importar que con eso se desmantele una de las más importantes instituciones que el pueblo de México tiene en su lucha contra el autoritarismo.
A veces, el abc por ser conocido de todos parece pasar al olvido, y al parecer los defensores de la 4T han olvidado los fundamentos de las instituciones y procesos electorales. Así, pues, hay que recordar que la función primordial de INE es garantizar el respeto de la voluntad popular, las leyes y los procedimientos electorales.
El instituto no está para cumplir caprichos de los partidos políticos, aunque éstos sean mayoría en el Congreso, sino que cada partido tenga las mismas posibilidades de que sus candidatos lleguen al congreso o cualquier puesto de elección popular, y que sean los votos los que decidan cuantos representantes tiene cada partido.
Sin embargo, aquí es dónde se presentan diversos problemas, pues las mañas de los partidos les han permitido obtener una sobrerrepresentación en el Congreso. La mayoría de la que goza Morena hoy en la Cámara de Diputados se creó de manera artificial, violando los preceptos constitucionales y la voluntad popular, pues no hay una relación entre votos y escaños electorales)
Woldenberg (2021), especialista en cuestiones y procesos electorales, menciona que el principio de la relación entre votos y escaños, en un régimen democrático no se trata de caprichos o buenas intenciones sino de mandatos constitucionales, que, sin embargo, ha sido vulnerado tanto en el 2015 como el 2018, “pero en el último caso de una manera extrema. Mientras en 2015 la coalición PRI-PVEM se benefició con 8 diputados de más en relación a la prescripción constitucional, en 2018 la coalición Morena-PT-PES obtuvo 39 diputados de más, 15.7% más que su votación, el doble de lo que permite la llamada Carta Magna. De esa manera, una minoría de votos se convirtió en una mayoría de asientos, y una mayoría dispersa de votos, en una minoría de representantes”.
Ésta una de las razones por las que la “Cuarta Transformación” ha emprendido una campaña en contra del instituto, y tiene que ver con el hecho de que él mismo se ha dado a la tarea de poner los candados necesarios para evitar que se vulnere lo establecido en la Constitución, para evitar las chicanadas con las que Morena se hizo de una sobrerrepresentación artificial en la Cámara de Diputados. No se trata, como dicen, de evitar que Morena obtenga una mayoría, sino de que lo haga violando la ley, traficando candidatos como en las elecciones del 2018.
Es una campaña que parte desde el más alto nivel del poder, es decir, desde el presidente de la República, que en diversas ocasiones se ha referido al instituto como “el supremo poder conservador”. Es lamentable que quien debería coadyuvar para consolidar las instituciones del país se encargue de poner las bases para su desmantelamiento.
Otro de los personajes que más se ha encargado atacar al INE es Mario Delgado, hasta hace poco líder de los diputados morenistas y hoy dirigente del mismo partido. Para él es antidemocrático que se quieran cambiar las reglas del juego dos meses antes de la elección, y que eso solo obedece al objetivo de reducir la fuerza de su partido en la cámara. Sin embargo, olvida decir que estas reglas valen tanto para su partido como para todos los demás. Tanto el presidente y Mario Delgado, como los demás dirigentes y defensores de morena deben saber que lo que están planteando no es en contra de tal o cual consejero electoral, sino de la institución misma, lo que en el fondo quieren es que las elecciones sean supervisadas por el partido en el poder, como lo hacía el PRI. Con esto solo demuestran que pertenecen a la vieja escuela priista de la política.
Cabe recalcar, no se trata de una defensa de consejeros en particular, si no del instituto, que sexenio tras sexenio ve en peligro su autonomía, cada presidente y partido en el poder busca ponerlo bajo su control, sin embargo, la 4T se caracteriza por la radicalidad o estupidez con la que claramente busca hacerse del control del instituto.
Cuando las instituciones y los encargados de defenderlas fallan y olvidan el abc de la democracia, no queda más que a la ciudadanía tomar las riendas del problema y hacer valer su voluntad. Si la 4T no respeta las reglas del juego democrático, tendrá que ser la movilización ciudadana la que la haga entra en razón.
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