MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A 50 años de la crisis del petróleo

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Este 16 de octubre próximo se cumplirán 50 años del embargo petrolero encabezado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en contra de los países que apoyaban a Israel en la guerra de este país contra la coalición de países árabes que encabezaban Egipto y Siria en 1973. El embargo consistió en la negativa de la OPEP a exportar petróleo a Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Grecia. Esta acción fue determinante para que la era del petróleo barato que había impulsado el desarrollo de la industria capitalista de Estados Unidos y sus aliados, terminara. La fundación de la OPEP se remonta al 14 de septiembre de 1960 y tuvo como propósito configurar un organismo capaz de hacerle frente a las siete todopoderosas empresas petroleras de origen europeo y norteamericano que habían crecido a base de contratos verdaderamente leoninos con los países productores de petróleo como víctimas. Estas siete empresas habían funcionado como un cártel y, mediante el control de la oferta, habían mantenido el precio del barril de petróleo por debajo de los tres dólares. La OPEP se planteó el objetivo de defender el precio de este recurso natural mayoritariamente explotado en países del mundo no desarrollado de Asia, África y América Latina. En esa medida cuando menos, la OPEP sirvió como arma contra los embates del imperialismo, contra el saqueo de los recursos naturales que ejercían los países desarrollados en contra de los países pobres. 

Los años 60 habían servido para que la mayoría de los países dependientes tomaran consciencia de que su falta de desarrollo no tenía remedio dentro del orden mundial vigente; se hizo evidente que al subdesarrollo no seguía automáticamente el desarrollo económico del que gozaban los países ricos. La alevosía con la que jugaban estos últimos se mostró con toda su fuerza porque a pesar de los planes de desarrollo, de industrialización, de “ayuda” internacional, los países a los que eufemísticamente se denominaba como “en vías de desarrollo” solo conseguían profundizar el grado de dependencia económica y la deuda con los gobiernos centrales. El embargo petrolero contra los países industrializados también fue un parteaguas en la relación del norte y el sur globales. En 1977, se formalizó el “Diálogo Norte-Sur” que se propuso llegar a un acuerdo de cooperación económica entre los países pobres y los industrializados. 

Entre los países de la OPEP hay regímenes de diverso cuño. Los resultados de las políticas de control de la producción no han contribuido por igual en el desarrollo de los pueblos a pesar de haber significado una limitante a la velocidad de la acumulación de los capitales mundiales. En algunos países los altos precios del petróleo han servido para incrementar la opresión contra sus pueblos y en otros, en aquellos en los que el pueblo se han decidido y luchado por la construcción de una sociedad más justa, han servido como palanca de desarrollo. Y es que, aunque el contexto mundial permita mejores condiciones de organización y lucha para los pueblos, el que estas se realicen, se concreten, en los espacios nacionales no puede ser sino obra de los mismos pueblos. 

México no forma parte de la OPEP. Es miembro de la Agencia Internacional de Energía, el organismo fundado por Estados Unidos con máscara de organismo internacional y neutral, pero que sirve para combatir los acuerdos de la OPEP. Para México, el incremento del precio del barril del petróleo significó durante muchos años la posibilidad de que el gobierno pudiera contar con recursos para financiar el desarrollo de su economía sin exigir un esfuerzo real a los capitales privados que funcionaban y obtenían ganancias en México para contribuir al erario. Hasta antes de la reforma de 2013, el Gobierno mexicano conseguía uno de cada tres pesos de su ingreso de los pagos de la empresa estatal; para Pemex, esa participación significaba cerca de 80 por ciento de los sus ingresos netos. De acuerdo con el Proyecto de Ley de Ingresos del Gobierno Federal para 2024 recientemente entregado al poder legislativo, se contempla que 14 por ciento de los ingresos totales del Gobierno federal provenga de la empresa paraestatal. Sigue siendo pues un mecanismo para que el gobierno que se dice de la cuarta transformación rehúya la exigencia a los capitales privados de contribuir con el desarrollo económico y social del país, no obstante que Pemex está en quiebra técnica desde hace un par de años, es decir, la suma total de sus pasivos es mayor que la de sus activos. Exijamos una reforma fiscal progresiva de inmediato. 

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