Con la caída de Constantinopla en 1453, a manos del imperio otomano, el comercio de especies de Oriente a Europa por vías marítimas se vio reducido. Los turcos se apoderaron del cruce comercial y aumentaron los aranceles, obligando a España a buscar nuevas rutas de comercio. Al igual que España y Portugal de la mano con el sumo pontífice Alejandro VI buscaban extender la religión católica a otras civilizaciones. Simultáneamente estas dos naciones estaban inmersas en una carrera náutica buscando alternativas para poder llegar al lejano Oriente y así no tener que depender de la ruta comercial controlada por los turcos. Esta gran carrera comenzó por la expansión de la economía y la cultura europea por todo el mundo y América, alentada por la demanda de especies, sedas y caña de azúcar. Provocando el deseo de los reyes de Castilla y León de manera más activa en los circuitos comerciales y de exploración que se estaban formando. Fue lo que llevó a que el 3 de agosto de 1492 a financiar el viaje de Cristóbal Colón en busca de la India, zarpando de Puerto de Palos, con sus tres carabelas, la Pinta, la Niña y la Santa María, logrando más tarde el propósito, el 12 de octubre de ese mismo año llegó a las costas de Guanahani, hoy las Bahamas, más tarde llega a Cuba y Santo Domingo, resultante de su primera expedición, en sus tres expediciones posteriores descubre otras regiones de América.
En 1511, Hernán Cortés participó en la correría de la conquista de Cuba, dirigida por el gobernador Diego de Velázquez, de quien recibió tierras y esclavos en la isla, pero a finales de 1518 Velázquez le cedió a Hernán el mando de la tercera expedición, tras la de Francisco Hernández de Córdova y Juan de Grijalva, para continuar sus descubrimientos en la costa de Yucatán; el 10 de febrero de 1519, con 600 hombres la armada partió de las costas de Cuba, mediante el recurso de fundar una población, Veracruz, con un Ayuntamiento integrado por un cabildo. Así pudo justificar y organizar de manera autónoma su incursión al interior del continente. El avance se dio con un sinnúmero de episodios militares llegando a su clímax con la entrada de los españoles en México-Tenochtitlan a finales de ese mismo año. Para lograr sus propósitos Cortés se sirvió de varias artimañas y maniobras políticas, especialmente la alianza que celebró con los tlaxcaltecas. La entrada, si bien pacífica en lo formal, pronto se convirtió a los pocos días en una ocupación militar, reinando el sometimiento y prisión del monarca mexica Moctezuma, ocupación que se prolongó durante 7 meses de noviembre de 1519 a junio de 1520, tiempo que los españoles aprovecharon para obtener información, recursos y establecer alianzas con otros señoríos.
Los años posconquista estuvieron plagados de lucha violenta y desigual en la que caballos y armas de fuego dieron ventajas a los españoles, reconociendo que el episodio dominante en la guerra de conquista fue el sitio de México-Tenochtitlan, que resistió a lo largo de un año y culminó con la toma de la ciudad y captura de su último rey, Cuauhtémoc, el 13 de agosto de 1521, fecha que los españoles tomaron como símbolo del triunfo de la conquista. Se extendieron a otros señoríos de la Tripe Alianza e independientes, prolongándose hasta 1525 y 1526, donde los españoles triunfaron en todas sus acciones militares, no sin intensas y grandes batallas. Se dio una relación de dominio entre los españoles y cada uno de los más de 500 señoríos. Basado en una intensa actividad política de 1522 a 1525, llena de discusiones, negociaciones y ajustes a menudo violentos, recurriendo al sistema de la encomienda, con la asignación formal de un conquistador a un señorío como encomendero. Arribando frailes de las órdenes religiosas: franciscanos, dominicos y agustinos a partir de 1524, establecimiento de sus doctrinas o bases de evangelización y administración eclesiástica en cada uno de los señoríos sometidos, justificando ideológicamente la conquista, difundiendo en poco tiempo diversas prácticas religiosas, normas cristianas de sexualidad, bautizo y matrimonio, entre otras.
La instauración de un gobierno central de la corona de Castilla por los conquistadores a nombre del rey, implicó la formación de cargos y funciones, especialmente en recaudación fiscal y administración de justicia, asuntos de gran importancia. Hubo cambios radicales, pero también permanencia y continuidad, los señoríos conservados como gobierno local, para el sistema tributario y la evangelización. Estableciendo un sistema de dominación y saqueo directa entre América y España. Participando en un circuito de intercambios que poco a poco iba abarcando a todos los continentes, hablamos de personas, animales, plantas, metales, manufactura, y todo lo asociado a ello, incluyendo las enfermedades: el paludismo, la lepra, la fiebre tifoidea, la tosferina, la difteria, hasta la cultura, todos estos movimientos priorizaban satisfacer los intereses europeos y en particular los españoles. Intereses que marcaron la política colonial en los siglos posteriores.
La conquista de América, dicha hazaña o proeza era inevitable, los intereses del viejo mundo provocarían tarde o temprano este suceso, puede criticarse la forma en que se dio, de igual forma el actuar de los conquistadores y posteriormente el proceder de los gobiernos de la Nueva España durante 300 años, lamentar el vil saqueo durante muchos siglos de todo tipo de riquezas en cantidades incuantificables, los grandes daños y afectaciones de todo tipo que nos causaron, nada de eso se debe olvidar, sino servir de referencia histórica para poder actuar en el presente de la mejor manera. Por otra parte, nos hace grandes reconocer las grandezas de la cultura Azteca y otros señoríos, ubicar en sus justas dimensiones el desarrollo de cada uno de ellos, los avances en todos los aspectos; sociales, políticos, militares, económicos y culturales en que nos encontrábamos cuando fuimos conquistados y sometidos, ubicar y analizar ambos fenómenos, nos debe de servir para fortalecer e impulsar nuestro desarrollo integral como nación en el presente. Hasta ahora todo ha quedado en discursos oficiales, la cuestión está pendiente por resolver, tarea para las presentes y futuras generaciones.
Qué poco han hecho los gobiernos post independencia, Revolución Mexicana y el actual Gobierno federal, por redimir, reivindicar, hacer justicia, desarrollar y rescatar la herencia cultural de nuestras culturas indígenas, como parte de esas raíces históricas imborrables de nuestro México profundo, que sigue vivo y pidiendo justicia, después de 500 años de conquista, sometimiento y explotación. ¿De qué derechos y libertades gozan hoy los indígenas? ¿Cuál es la justicia social y cultural que disfrutan nuestros pueblos indígenas? Todos los gobiernos se compadecen del México profundo con discursos demagógicos, peticiones de perdones, monumentos, homenajes, pero en los hechos, es poco lo que se ha materializado a favor de los pueblos indígenas en todo el territorio nacional. Parece solo circo, maroma y teatro de los del México imaginario que siempre han ostentado el poder nacional, que cada cierto tiempo realizan prácticas, para hacernos creer, que basta reconocer la grandeza de nuestra historia como mexicanos para que nos vaya bien a todos, pero se equivocan. Necesitamos diseñar un país que rescate y respete la verdadera historia de los pueblos, creando un pleno desarrollo desde sus propias entrañas en cada región del país, priorizando el bienestar social de nuestros pueblos ancestrales, llevando desarrollo económico, que se convierta en un verdadero disfrute de todos los mexicanos y no solo de unos cuantos, como hasta ahora.
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