Como se reseñó la semana pasada en los medios de comunicación, en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2021 se propone un recorte de 108 mil millones que afectará a las 32 entidades federativas.De acuerdo con el portal Animal Político, en el citado documento, el Ejecutivo plantea transferir a los estados y municipios 1 billón 867 mil pesos para los rubros de educación, salud, infraestructura social, seguridad pública, y pensiones, entre otros.El mismo medio digital señaló que "En términos reales, es decir, teniendo en cuenta la inflación, lo presupuestado para el próximo año por el Gobierno federal para las entidades supone un recorte del 5.49%".
Esta situación contrasta con el aumento a los programas sociales prioritarios del presidente.El documento antes citado proyecta invertir 3.6% más en 11 programas sociales, que en términos absolutos representa poco menos de 304 mil millones de pesos; el programa con mayor incremento es el de "Jóvenes Escribiendo el Futuro".No sólo eso.Las obras de infraestructura insignia de la Cuarta Transformación, como el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas seguirán adelante a pesar de la crisis sanitaria y económica; en estos proyectos y otros menores se contempla invertir 132 mil 447 millones de pesos.
Esta tendencia a recortar el presupuesto a los estados y municipios, al tiempo que se aumenta el gasto destinado a los proyectos prioritarios del presidente (llámese programas sociales u obras de infraestructura) ha sido una constante a lo largo de la administración de la 4T; incluso alcaldes emanados del partido del presidente se han quejado publicamente por la falta de recursos para atender las necesidades de sus gobernados.
Comparto la opinión de quienes señalan que esta manera de operar el presupuesto federal tiene un marcado sesgo electorero y que López Obrador pretende generar buena percepción en potenciales votantes, además de que hay evidencias de que esos programas sociales se manejan de forma clientelar, pensando en las elecciones del próximo año y en las de 2024.Podemos aceptar que hay mexicanos para los cuales esas ayudas resultan imprescindibles, pero tampoco hay duda de que existen maneras más transparentes para manejar esos programas sociales.
Sin embargo, el otro efecto, no menos importante, es que la 4T está ahorcando financieramente a las entidades federativas y a los municipios, sobre todo a estos últimos que tienen menor capacidad de resistencia.En el esquema gubernamental de nuestro país, los ayuntamientos son un eslabon fundamental, pues son el nivel de gobierno más próximo a las necesidades de la gente, pero se les está dejando sin recursos para atender los problemas de sus gobernados.
Dos reflexiones finales.La primera es que, como se ha señalado de manera reiterada por voces desde la izquierda y la derecha, los programas sociales por sí mismos no son el remedio para el estancamiento económico y los males dejados por un modelo que, aunque le hayan cambiado de nombre, sigue siendo neoliberal; segunda, la centralización de los recursos económicos de un país es algo que funciona y que puede generar crecimiento y menor desigualdad social, pero con la condición de que haya un proyecto bien definido, racional, que tenga metas a corto, mediano y largo plazo.A la cabeza de ese proyecto debe estar un estadista, alguien que, parafraseando a Winston Churchill, piense en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.Está claro que la Cuarta Transformación no tiene proyecto y menos estadista.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario