A lo largo de 47 años el Movimiento Antorchista ha encabezado las demandas más elementales de los pobres de la ciudad y el campo, nuestro propósito es lograr una distribución más justa y equitativa de la riqueza social y para ello a lo largo de patria organizamos a los distintos sectores de la sociedad para que colectivamente alcancen un mejor nivel de vida.
La tarea no ha sido sencilla, desde el primer momento hemos enfrentado múltiples adversidades, los pronósticos auguraban que no pasaría más de un año y que nos pulverizaríamos ante las primeras dificultades.
Al paso de los años la constante ha sido la cerrazón ante la solicitud de atención a las peticiones expuestas en los tres niveles de gobierno y la lista de quienes han pretendido abierta o embozadamente es larga; gobiernos como el de Manuel Bartlett en Puebla, el de Rosario Robles en la Ciudad de México, el de Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán o el de Francisco Garrido en Querétaro han sido solo algunos de los que han intentado abiertamente reprimir mediante desalojos, injustos encarcelamientos y un bloqueo absoluto a las demandas es parte de las acciones emprendidas para lograr nuestra desaparición como movimiento social.
Pero la manifestación más abierta encaminada al propósito mencionado, la ha realizado el actual Presidente Andrés Manuel López Obrador quien desde la gira del agradecimiento atacó a una imaginaria "Antorcha Mundial” de recibir dinero de programas sociales en beneficio de líderes del movimiento, pero ni una solo prueba aportó de su dicho, por tratarse del Primer Mandatario debía creerse todo. A las acusaciones infundadas secundaron ataques promovidos desde el poder en los medios de comunicación, luego la deslegitimación a la estructura financiera construida durante años, posteriormente la persecución a varios de los dirigentes mediante la confiscación de las cuentas y fiel a la estrategia de siempre, una rotunda negativa a la atención de las demandas.
Todos los intentos han fracasado y los augurios que anunciaban nuestra desaparición han quedado en fallidas premoniciones.
Hoy de nueva cuenta estamos ante uno más de esos intentos de aniquilación mediante la persecución de destacados líderes de nuestro movimiento. El primer caso ocurre en Oaxaca, uno de los estados donde mayor pobreza existe, donde en los últimos días se ha emprendido una campaña de persecución contra Dimas Romero, dirigente estatal del Antorchismo, a quien primero se lanzaron ataques calumniosos en la prensa local, luego vinieron múltiples anónimos cargados de insultos para pasar luego a las amenazas de muerte. La razón de tan furiosa campaña obedece a que el líder oaxaqueño tomó partido por un grupo de médicos y enfermeras que son víctimas del desdén de la 4T.
El segundo caso acontece en Veracruz, donde el gobierno morenista de Cuitláhuac García ha fabricado delitos contra el Ing. Samuel Aguirre Ochoa, líder estatal del Antorchismo a quien se le acusa de una venta fraudulenta y estafa, como prueba de ello se presentan documentos apócrifos validados por un notario público.
Ambos casos revelan con urgencia que es momento hoy de materializar la consigna de “somos un solo hombre y un solo ideal”, la historia de Antorcha, desde nuestro nacimiento ha estado llena de adversidades, pero a pesar de ello aquí seguimos firmemente unidos y dispuestos a encabezar a los menesterosos.
Hago a través de este medio un llamado fraterno a los antorchistas zacatecanos para mantenernos unidos y dispuestos a defender a nuestros compañeros hoy perseguidos por los gobernantes morenistas, sabedores de que aquello de “hoy por ti, mañana por mí”, es absolutamente cierto y se materializará cuando sea necesario, no lo dudemos.
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