Es bien sabido, que la educación ha jugado un papel importante en el desarrollo de la sociedad. Sin ella el hombre seguiría en la edad de las cavernas. Es así como las civilizaciones antiguas alentaron el proceso de pasar el conocimiento acumulado de una generación a otra; con el correr del tiempo el proceso educativo se fue volviendo clasista, reservando para un puñado de humanos la de mayor importancia y calidad.
En nuestros tiempos, para México, la educación sigue siendo un tema pendiente. De acuerdo con los resultados de la prueba Programme for International Student Assessment (PISA), de últimos años, ubican a nuestro país por debajo del promedio de la Organización para el Desarrollo Económico (OCDE) y de los demás países participantes en las áreas de ciencias, matemáticas y lectura. Estos resultados coinciden con los obtenidos del sistema de evaluaciones PLANEA, donde destacan las lagunas de aprendizaje de los grados inferiores que a la larga generan trampas educativas y que provocan rezagos cada vez mayores, contribuyendo entre otras cosas al alto grado de deserción escolar en el nivel medio superior.
La situación anterior tiene una explicación clara, los gobiernos en turno no invierten el recurso necesario para poder detonar una verdadera educación de calidad, en nuestro país solo se invierte el 4.2 por ciento del PIB, contrariando la sugerencia de organismos internacionales que recomiendan invertir por lo menos el 8 por ciento del PIB. Mal panorama educativo, esta ausencia de recurso se percibe principalmente en la carencia de infraestructura de centros educativos, ausencia de laboratorios para las materias de ciencias, ausencia de material bibliográfico y bajos salarios al personal docente.
Pero el problema no queda ahí, al ya endeble sistema educativo de México en los últimos años se suma un enemigo más: el vandalismo. Toda vez que los centros educativos son vandalizados y despojados de bienes materiales, por personas sin escrúpulos que lo último que les interesa es la educación de nuestro país.
El tema viene a colación por un suceso ocurrido durante la semana pasada en un bachillerato de la región de Huauchinango, de acuerdo a distintos medios electrónicos e impresos con una nota intitulada “Sujetos armados ingresaron y asaltaron bachillerato de Xaltepuxtla” se narra que: “Minutos de terror e incertidumbre vivieron profesores y alumnos del Bachillerato General Leonardo Da Vinci, ubicado en la localidad de Xaltepuxtla, luego de que al filo de las 13:00 del 15 de junio, al menos tres hombres ingresaron encapuchados y armados con pistola y machete. Con groserías y amenazas los delincuentes encerraron a los alumnos y obligándolos a tirarse al piso los despojaron de sus pertenencias. A algunos incluso les robaron los zapatos” (dice una nota de Abelardo Martínez). Quiero decir con esto, que la delincuencia también representa un lastre para la educación.
Está claro que la seguridad pública de un municipio queda bajo la tutela del Ayuntamiento como forma de gobierno local, por lo tanto, compete a la autoridad municipal, llevar a cabo las acciones necesarias para garantizar que no se cometa ningún delito contra ningún habitante de la circunscripción y mucho menos delitos en contra del sistema educativo. Desde este espacio hago un llamado para que la autoridad en turno, gire instrucciones que garantice la seguridad del estudiantado y del inmueble escolar.
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